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Es odio al colonialismo, no a los judíos

44ocupacionA la mayoría de los israelíes, sobre todo a los de derecha y centro, les resulta conveniente creer que la actual hostilidad hacia Israel está anclada en el antisemitismo.

Aunque el antisemitismo no desapareció en 1945 - las tendencias nacionalistas igual de racistas y extremas en Europa no fueron erradicadas - el hecho es que, hasta la década de 1970, ningún otro país estaba tenido en más alta estima o era más admirado como un modelo, como lo era Israel. Incluso los palestinos fueron considerados como refugiados y únicos responsable de su propio destino.

La crítica comenzó cuando se hizo evidente que Israel no tenía ninguna intención de retirarse de Cisjordania. A medida que la ocupación se profundizó, que el régimen colonial se iba instalando en los territorios, la oposición creció y se transformó en hostilidad, hasta que, a raíz de las operaciones en Gaza, se convirtió en el odio que penetró en amplios círculos dentro de Europa. A esto hay que añadir el hecho de que la población musulmana en dicho continente está creciendo y gradualmente volviéndose más central en su sociedad, su política y sus universidades.

No hay duda de que tendencias antisemitas alimentan el sentimiento anti-israelí. Pero igualmente, la hostilidad hacia las políticas opresivas de Israel fomenta el antisemitismo y la antipatía hacia los judíos. Cualquiera que quiera involucrar a las comunidades judías como un grupo de presión pro-israelí, debe entender que esto tiene un precio. En la mayoría de los casos, la ira no se dirige a Israel como el Estado de los judíos, sino más bien como el último Estado colonialista de Occidente.

La mayoría de los europeos no dudan del derecho de los judíos a un Estado independiente, pero se oponen vehementemente a una realidad en la que estamos manteniendo masas de gente bajo ocupación militar y anulando conscientemente sus derechos básicos.

La ultraderecha está copando a los judíos en Cisjordania en virtud de una reivindicación histórica, cuya fuente se encuentra en una promesa divina. ¿Hay alguien que todavía se toma en serio el argumento de que cualquier promesa divina hecha a nuestros antepasados justifica la denegación de los derechos humanos de otro pueblo? Cada persona racional ve en esas exigencias nada más que una cobertura cínica al deseo de anexar la mayor parte de los territorios, si no todos.

En cuanto a la Franja de Gaza, que se percibe como una gran prisión, no queda nada por decir. La destrucción y la ruina erradicaron de la conciencia de la opinión pública el hecho de que el inicio del operativo «Margen Protector», en julio, fue una respuesta justificada al indiscriminado lanzamiento de misiles por parte de terroristas palestinos. A medida que la operación iba en aumento, sus objetivos cambiaron. Mientras los restos mortales de civiles se amontonaban y Hamás se veía incapacitado para responder eficazmente a la potencia de fuego israelí, se hizo más y más evidente el interrogante de si los ataques de Israel cumplían con los criterios del derecho internacional. Entonces el objetivo primario dejó de interesar. Mucha gente entendió esos ataques como una manifestación violenta de una indiferencia atroz por la vida humana.

Con el tiempo, hubo un creciente odio a la negativa de Israel a reconocer el mismo derecho de los palestinos a un Estado propio. Así es como se entendió el fracaso de las negociaciones de paz del secretario de Estado norteamericano, John Kerry.

La ultraderecha israelí ve a los judíos como únicos dueños de la tierra. Sin embargo, este uso de fuerza está despertando indignación en el mundo occidental. La idea de que toda la tierra es de los judíos y tienen, por lo tanto, permitido expropiarlas de los palestinos y anexarse Jerusalén Este, junto con otras grandes parcelas de Cisjordania, es indicativo del comportamiento de una nación de patrones, y en nuestro tiempo esto es totalmente inaceptable.

Por temor a alentar el monstruo antisemita, la élite política de Occidente no está hablando abiertamente contra el colonialismo israelí. Pero en las universidades y en las escuelas, en los medios y en las redes sociales, ya se está diciendo explícitamente: Es insostenible que el pasado judío sirva como justificativo de la crueldad para con los palestinos en el presente.

Fuente: Haaretz
Traducción: www.israelenlinea.com