Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

Proporción y desproporción

En una guerra no existen las fuerzas y los medios desproporcionados, como quieren los lerdos de la ONU. Los bandos contendientes actúan y combaten de acuerdo con sus posibilidades. Si Hamás lanza un misil sobre Israel e Israel responde con tres misiles contra Hamás, no hay desproporción. Sucede que Hamás tenía un misil y los israelíes, tres; sencillamente.

La ONU, que cada día que pasa sirve para menos y nos sale carísima a una buena parte de la humanidad, lamenta la desproporción. «Israel atacó desproporcionadamente a Hamás». Lo correcto para la ONU y los medios de comunicación adscritos al amor por el terrorismo palestino sería que Israel respondiera con exactitud matemática las balas, bombas, proyectiles y misiles disparados y lanzados sobre su territorio: «Un comando de Hamás disparó 17 balas contra un puesto fronterizo de Israel, y los soldados judíos respondieron con una ráfaga de 134 balas. Defensa desproporcionada».

Israel protege a sus niños con misiles y Hamás protege a sus misiles con niños. Basta de tonterías. Nada más terrible que la imagen de un niño ensangrentado o un padre llevando en sus brazos a su hijo muerto. Pero igual de terrible si el niño es palestino que si el niño es israelí.

Hamás es una organización calificada de terrorista. Hamás no busca acuerdos ni desea palabras de concordia. Hamás rechaza cualquier tipo de negociación. Hamás impide la evacuación de su población palestina en Gaza en busca de zonas menos arriesgadas. Pero en los medios de comunicación casi siempre la culpa la tiene Israel, los malos son los israelíes y los buenos los terroristas de Hamás. El que diga lo contrario, es cómplice de «genocidio»..

Hamas sólo busca la destrucción de Israel, el único Estado democrático de Oriente Medio, y muralla fundamental para que los bobos de Occidente, que critican su capacidad de defensa, puedan seguir viviendo con holgura, paz y libertad en sus respectivos países.

Aquí no se trata de ser pro-israelí o pro-árabe, musulmán o islamista. Se trata de defender la democracia y el Estado de Derecho o apoyar su aniquilación.

Si algún día, entre Hamás y sus socios consiguieran su objetivo, el exterminio de Israel y un nuevo Holocausto judío, ya pueden empezar a temblar los dirigentes hipócritas e inútiles del mundo humanista. Porque Israel somos nosotros y son ustedes.

Ocurre que los ataques de Israel son desproporcionados. El niño israelí asesinado es velado proporcionalmente por sus padres, en tanto que el niño de Hamás masacrado por un misil judío, es una víctima de la desproporción.

Israel recibió en 1948 un territorio para asentar su Estado y su nación. Los árabes lo rechazaron. A Israel llegaron de todos los rincones del mundo judíos dispuestos a dejarse la piel por su su nación, su vida y sus costumbres, rodeados de enemigos irreconciliables que sólo deseaban su desaparición del mapa.

Llevamos 66 años defendiéndonos, y está claro que nos defendemos bien. Del desierto que nos dieron y aceptamos, hicimos un vergel. Y nacieron industrias y riqueza. Consecuencia directa de invertir en el ser humano, en el esfuerzo, laeducación, el trabajo y la colaboración internacional.

La diferencia del nivel de vida entre Israel y los que desean destrozarlo es, y ahí viene al caso la desproporción, desproporcionadísimo. 40 veces más alto. Del mismo desierto, nació un Estado rico y trabajado mientras que sus fronteras se mantuvieron limitando otros desiertos. Eso no se lo perdonan a Israel.

Y tenemos unas Fuerzas Armadas poderosas y preparadas. Sólo con ese apoyo popular, donde los que caen en combate son los mejores oficiales, en lugar de ser estacados por milicos machistas, es posible la defensa. Y contamos con unos servicios secretos formidables. Y tenemos  una renta per capita que supera por 40 puntos la renta de nuestros vecinos.

Y somos un Estado occidental enclavado en una zona de enemigos irreconciliables. En Israel viven decenas de miles de palestinos que no quieren saber nada de Hamás ni de un Estado palestino que no tenga el mismo régimen que el israelí.

Los palestinos llevan 66 años sin enterarse de que Palestina no existe como Estado, antes que nada, porque ellos mismos no se ponen de acuerdo. Sus diferentes facciones se odian. Si ellos lo quisieran, la ocupación israelí hubiera acabado hace tiempo, incluso si para ello fuese necesario una guerra civil. No sería la primera vez que ocurre entre los judíos.

Resulta descorazonador contemplar las imágenes terribles de la guerra. Pero más descorazonador aún es que las imágenes de las víctimas sean siempre las del mismo lado. Los israelíes también lloramos por nuestros hijos muertos, secuestrados y pulverizados por los misiles de Hamás.

Israel somos todos. Incluso los que no quieren que lo seamos.