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¡Puf! o ¿Por qué Kerry culpa a Israel?

Kerry ante el Senado - ¡Puf!En su comparecencia ante el Comité de Asuntos Exteriores del Senado, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, realizó una autopsia del reciente fracaso en las negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina (AP).

Según Kerry, la negativa de la AP a seguir negociando después de abril y su decisión de no acatar los compromisos a los que los obligan los tratados al volver a intentar lograr que su inexistente Estado sea reconocido por la ONU es culpa exclusivamente de una decisión adoptada por Israel.

Si bien Kerry destacó que ambas partes eran culpables de actos «poco cooperativos», señaló que la publicación de licitación de nuevas viviendas en Jerusalén se produjo cuatro días después de que expirara un plazo en el que Israel debía liberar a presos palestinos y complicó las propias deliberaciones en el Estado judío respecto a si debían prorrogarse las conversaciones.

«¡Puf!, ése fue el momento», afirmó Kerry en su comparecencia.

¿Puf? Decir que esa evaluación de la situación es hipócrita sería el eufemismo del siglo. Kerry sabe muy bien que las negociaciones estaban condenadas en cuanto la AP se negó a firmar el acuerdo marco para futuras conversaciones que él había sugerido, aunque éste se centrara en las líneas de 1967 que ella exigen como base para trazar las fronteras.

¿Por qué? Porque el líder de la AP, Mahmud Abbás, no iba a decir las dos palabritas - Estado judío - que dejarían claro que pretendía acabar con el conflicto.

Desde que se iniciaron las conversaciones el año pasado, después de que Abbás insistiera en que se liberara a asesinos terroristas como condición para volver a la mesa de negociaciones, los palestinos no cedieron ni un milímetro en ninguna cuestión.

Por lo tanto, culpar del fracaso a la decisión de construir viviendas en Giló - un barrio judío de Jerusalén Este -, que no cambiaría de manos aun en el caso de que alguna vez se llegara a firmar un tratado de paz, y en el que Israel nunca prometió que iba a dejar de construir, es, por decirlo suavemente, un falaz intento de eximir de culpa a la parte que aprovechó la primera excusa para huir de las conversaciones y verterla sobre quien hizo concesiones para lograr que la AP se sentara a la mesa. Pero, ¿por qué iba Kerry a lanzar tan flagrante falsedad respecto al proceso auspiciado por él?

La respuesta es sencilla. Kerry no quiere culpar a los palestinos por retirarse, porque hacerlo sería admitir tácitamente que sus críticos tenían razón cuando el año pasado sugirieron que se embarcaba en una tarea insensata.

La división entre Cisjordania, gobernada por Al Fatah, y Gaza, controlada por Hamás, dio lugar a una dinámica que hace casi imposible que Abbás negocie - ni aun en el caso de que quisiera hacerlo - un acuerdo por el que se reconozca la legitimidad de un Estado judío, independientemente de sus fronteras.

Como Kerry espera persuadir en algún momento a la Autoridad Palestina para que regrese a las tratativas, culpar a Israel también le sitúa en una posición de fuerza para poder exigir más concesiones del Estado judío con las que sobornar a Abbás para que negocie. Ser sincero respecto a la postura palestina no sólo socavaría las bases de las negociaciones, sino que haría más difícil justificar la continua insistencia de la Administración Obama en presionar a Israel en vez de tratar de obligar a Abbás a que modifique sus intransigentes posturas.

Bajo este punto de vista, Kerry probablemente cree que no pasará nada por culpar a los israelíes, que siempre fueron los convenientes chivos expiatorios del proceso, fueran cuales fueran las circunstancias. Pero también se equivoca en eso. Al igual que la Administración Clinton minó incalculablemente la credibilidad del proceso de paz y sentó las bases para una nueva ronda de violencia al encubrir el apoyo de Yasser Arafat al terrorismo y su incitación al odio en la década de los '90, los intentos de Kerry por presentar a Abbás como víctima, en vez de como culpable del fracaso, perjudican sus iniciativas.

Mientras la AP siga sin pagar precio alguno por su negativa a abandonar sus exigencias nada realistas de una retirada judía de Jerusalén y del derecho de retorno para los refugiados de 1948 y sus descendientes, así como su negativa a reconocer a Israel como Estado judío y a acabar con el conflicto, la paz será imposible, independientemente de lo que haga el Gobierno de Netanyahu.

Apaciguar a Abbás con mentiras sobre Israel sólo servirá - lo mismo que los intentos por parte de algunos de absolver a Arafat y a Abbás por decir «no» a la paz en 2000, 2001 y 2008 - para hacerle más fácil a la Autoridad Palestina poder seguir diciendo que no. Sea porque con ello espera obtener más concesiones de Israel o, como es más probable, porque no tiene intención de firmar la paz bajo ningún término, el resultado es el mismo.

Decir la verdad respecto a los palestinos haría que Kerry pareciera idiota por dedicar tanto tiempo y esfuerzo a un proceso que nunca tuvo una oportunidad.

Pero podría sentar las bases para un éxito futuro en el caso de que se produjera un cambio radical en la opinión palestina que pudiera hacer posible un acuerdo.

Culpar falsamente a Israel no hará que ese momento quede más cerca.

Fuente: Los Angeles Times
Traducción: www.israelenliea.com