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Epílogo

Nadie creía en estas nuevas negociaciones cuando se reanudaron hace nueve meses con el propósito de alcanzar el acuerdo definitivo a mitad de 2014. Nadie creyó en ellas mientras se mantuvo la apariencia de que se negociaba.

Y cuando las tratativas están a punto de romperse definitivamente, apenas el secretario de Estado, John Kerry, cree todavía en la posibilidad de que israelíes y palestinos prorroguen las tratativas más allá de 29 de abril, y menos que sean capaces de alcanzar un acuerdo ni ahora ni nunca sobre el reconocimiento de los dos Estados, uno para los palestinos y otro para los judíos, viviendo en paz y seguridad.

Se trata del epílogo. Lo que vendrá después nadie sabe. Las circunstancias serán distintas. Rusia juega con otro reglamento y otras ambiciones tras la anexión de Crimea; muy poco se puede esperar del futuro en la región del Cuarteto. El mundo árabe cambió, fruto de la «primavera» civil y luego del «invierno» militar y yihadista. Occidente disminuye en peso e influencia. Con un Irán reconocido internacionalmente como ya se vislumbra, perderán pie los radicales palestinos. El presidente Abbás, con 80 años y sin legitimidad para gobernar, prepara el portazo que salve su dignidad.

El motivo de la actual ruptura afecta a los únicos resultados tangibles obtenidos. Israel no liberó el último contingente de 26 presos palestinos de los 104 a los que se comprometió y la Autoridad Palestina no cumplió su compromiso de aplazar la firma de las convenciones y tratados de la ONU que le permitirán acudir al Tribunal Internacional de La Haya para acusar a Israel por la ocupación de Cisjordania.

Ambas medidas, la salida de presos condenados por atentados terroristas anteriores a los Acuerdos de Oslo y la renuncia a llevar a Israel ante la justicia internacional, fueron los índices de confianza entregados al reiniciarse las tratativas y son lo único que quedará de ellas: la libertad de unos veteranos criminales palestinos y el tiempo comprado por Israel para eludir a la justicia internacional.

Kerry quería un acuerdo definitivo; luego se conformó con unos parámetros para seguir negociando; y ahora lucha para que ambas partes sigan sentadas hasta 2015, aunque no exista sustancia sobre la que quieran negociar.

Al borde del fracaso, mostró una carta de desesperación: la liberación de Jonathan Pollard. Israel podría incluir en el regalo a 400 terroristas más y una congelación de los asentamientos que excluyera Jerusalén.

Demasiado poco para ganar «otra porción de tiempo sin horizonte». Así lo definió el ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, que aseguró que «los palestinos se volvieron a equivocar».

Kerry afirmó que «los líderes están para liderar». Con Netanyahu y Abbás se equivocó; ambos están para sobrevivir.

Y ambos son culpables del fracaso. Pero sólo los habitantes de la región pagarán las consecuencias de este irresponsable fiasco.