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Parashat Hashavúa - Vaerá

Visiones cortas

 - Moisés temía el ridículo. Sabía que su pueblo no le prestaba atención. «Si los hijos de Israel no me escuchan... ¿Cómo me va a escuchar el Faraón si no puedo hablar?».

Todos sabemos de las dificultades que tenía Moisés para hablar. No obstante, su verdadero problema era que Israel no quería escuchar.

El tiempo y la travesía del desierto le darían la razón.

Ser libre es todo un desafío, y Moisés iba entendiendo de a poco que sus hermanos preferían la falsa sensación de seguridad que ofrece la esclavitud a los desafíos que presenta la libertad.

Se cuenta que, estando de viaje, un rabino decidió pernoctar en una posada.

El dueño del lugar, un judío muy simple, viendo al rabino rezando le preguntó qué estaba haciendo. Éste interrumpió sus plegarias y le respondió que estaba implorando a Dios para que llegue el Mesías y lleve a todos los judíos a la Tierra de Israel.

Anonadado, el hombre subió las escaleras, despertó a su mujer y le dijo: «¡Querida! abajo hay un rabino que está rezando para que llegue el Mesías y podamos ir todos a la Tierra de Israel».

La mujer se fregó los ojos y contestó: «¿Y qué va a ser de nuestra granja, de nuestras vacas y de nuestros caballos?».

Perturbado, el hombre volvió a bajar, interrumpió nuevamente al rabino y lo encaró: «Rabíno, ¿qué va a ser de nuestra granja, de nuestras vacas y de nuestros caballos?».

«Dime - le respondió el maestro - Cuando vienen los cosacos y saquean todo lo que tienes, ¿Eres feliz? ¿Eso es lo que te gusta? ¿Quieres que tu vida sea siempre igual? Cuando llegue el Mesías vamos a ir todos a la Tierra de Israel. ¿Entiendes? ¡No más cosacos! ¡Se acabó!».

De nuevo el hombre quedó impresionado. Subió desesperado a lo de su mujer y le contó la respuesta del rabino. «Querida... Llega el Mesías... ¡No más cosacos! ¡Se acabó!».

La mujer miró a su marido y le dijo: «Baja a ver a ese rabino y dile que rece para que el Mesías se lleve a todos los cosacos a la Tierra de Israel y nos deje aquí con nuestra granja, nuestras vacas y nuestros caballos».

Eso se llama tener visiones cortas. El verdadero problema de Moisés no era el Faraón. Su gran problema era la obstinación de Israel.

Por eso era necesario que Moisés y Aharón vayan juntos: Uno para sacar a Israel de Egipto; el otro para sacar a Egipto de Israel.

¡Shabat Shalom!