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Pesaj: En el Seder

pesaj400 266En Pesaj celebramos el pasaje del orden - y la orden - natural a la historia, que requiere ser ordenada todos los días, porque nada está dicho de una vez y para siempre. Celebramos la incertidumbre de un tiempo abierto y un futuro a diseñar.

Según Kant, el insigne filósofo alemán, hay dos clases de leyes: las de la naturaleza y las de la libertad. Las primeras son ineluctables, mecánicas, reiterativas. Los objetos y los seres naturales cumplen ciegamente con lo que esas leyes imponen: en ese terreno no hay elección. Pero entonces, ¿no será un abuso de lenguaje hablar al respecto de «leyes»?

En el ámbito de la libertad, en cambio - dice Kant -, nada está predeterminado: es preciso elegir. Incluso, la transgresión forma parte de esa ley, ya que no acatar el mandato es una de las elecciones posibles.

En nuestro Seder, cada año, llenamos las cuatro copas, leemos los textos de la Hagadá, relatamos lo acontecido, disfrutamos de exquisitos manjares y cantamos juntos.

Celebramos no ser ya esclavos, es decir, que nuestra vida no esté regida por leyes mecánicas, pura repetición de lo mismo, un automatismo ciego, impersonal y ajeno.

Somos, ahora, señores de nosotros mismos: no más objetos de otro, sino sujetos de nuestras decisiones.

La esclavitud se parece al destino y a la naturaleza: todo allí sucede sin escapatoria, según un orden rígido e indiferente a quienes están bajo su dominio.

La libertad, en cambio, dona una ley que ampara y guía, que prohíbe pero permite, que acota y abre. Una ley que humaniza y exige.

«Seder» quiere decir orden: sucesión de pasos, organización, ritmo y armonía. Es que la libertad puede ser terreno resbaladizo si no se cuenta con principios y criterios para actuar.

Celebramos, pues, en Pesaj, el pasaje del orden - y la orden - natural a la historia, que requiere ser ordenada cada día y todos los días, porque nada está dicho de una vez y para siempre.

Celebramos la incertidumbre de un tiempo abierto y un futuro a diseñar. Nos regocijamos por lo posible y lo por hacer.

De ahí que, en todo Seder, se llene una copa para el Profeta Eliahu y se deje la puerta abierta ya que para los judíos «cada instante es la puerta por donde puede entrar el Mesías». Y «Mesías» es sólo un nombre del porvenir.

¡Jag Pesaj Sameaj Vekasher!