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«Mi voz es un regalo del cielo»

David DeorDavid Deor es uno de los cantantes más singulares de Israel. Compone y escribe él mismo parte de sus canciones y lo distingue la variada escala en la que puede cantar, por lograr su voz hacerlo como barítono o contra-tenor .

Deor se ha presentado en numerosas capitales del mundo ante figuras de renombre internacional, llenando salas variadas con públicos de orígenes sumamente diversos, desde América al Lejano Oriente, pasando por Europa y hasta Marruecos y Turquía. En todos lados, siente que trae su música y que representa a Israel.

Al concluir los festejos por el 110º aniversario del Keren Kayemet LeIsrael, fue invitado a cantar en un espectáculo especial en Punta del Este, que apoyó la Embajada de Israel y auspició Bank Hapoalim.

Con motivo del viaje, le solicitamos una entrevista. Este fue el diálogo con un cantante que sube al escenario con una voz especial y con el alma bien llena de mensajes positivos.

- David, cuando se habla de ti en Israel, lo primero que se destaca es tu voz tan poco común; pero un artista presenta un mosaico mucho más amplio que eso. ¿Cómo quisieras entonces que se te presente?
- Es verdad que hay gente que no sabe que yo mismo escribo parte de mis canciones y cuando oyen que escribí "Shmor al Haolam Iéled" (Niño, cuida al mundo) y "Kol min Hashamaim" ((Una voz del cielo), se sorprrenden. No son conscientes de esa parte de mi creatividad porque es verdad que tienen más presente el tema de mi voz. La verdad es que es poco común en el paisaje de la canción israelí. Hasta hace unos años, ningún cantante cantaba así pero hoy en día cada vez hay más. Cuando empecé mi carrera, nadie lo hacía. Por eso creo que quizás esto, lo de la voz, sea lo más destacado.
Pero al respecto te comento que en realidad el cantar con voz alta es parte de lo que yo hago, ya que también lo hago en tonos bajos, graves. Gracias a Dios tengo una voz que puede cantar en cuatro octavas aproximadamente, o sea desde el barítono bajo hasta el contra-tenor alto.

- Algo muy poco común ¿verdad?
- Sí; y es un regalo del cielo que recibí, no puedo decir que me merezco algún crédito por ello ya que no he hecho nada para conseguirlo.

- Una voz del cielo, como el nombre de tu canción...
- Muchas gracias. En la música que hago creo que se capta claramente esta combinación, entre lo clásico y lo más contemporáneo, sea en lo que se conoce como "música del mundo" como con música más liviana, con elementos clásicos. Intento introducir en mi música todos los mundos de los que estoy formado.

- David, comencé comentándote sobre el amplio mosaico que constituye el mundo del artista, en tu caso del cantante, precisamente porque sabía que tu también escribes y compones parte de tus canciones, y pensé que quizás hasta te moleste que te identifiquen más que nada por tu voz tan poco común. Es que me imagino que preferirías que te identifiquen con lo que tu mismo puedes crear, no con algo que te vino, como dijiste, como regalo del cielo.
- Personalmente lo preferiría, sí, pero soy consciente de que no puedo controlarlo. De todos modos prefiero ver esto como lo que sucede cuando uno mira un cuadro. A primera vista, nota primero los colores generales y recién después va captando los matices y los detalles. Creo que acá pasa algo muy similar. Primero se oye mi voz alta y se lo destaca como lo especial, pero a medida que va avanzando el espectáculo, se puede descrubir los textos, las canciones, lo que tengo para decir. Creo que es un todo, un conglomerado de cosas en el cual lo que sobresale es la voz. Pero eso no es todo en mi labor artística.

- Además es bueno recordar que por la voz no trabajaste, no te esforzaste, mientras que la creación artística es otra cosa. Aunque, en realidad, hay también posibilidad de "trabajar" en la voz desde un punto de vista profesional ¿verdad?
- Por supuesto. Diría que hay una combinación. Ante todo, todos los cantantes tenemos este obsequio que es la voz que recibimos. No se puede aprender, creo yo, a cantar bien. Pero sí se puede trabajar, esforzarse, para aprovechar bien la voz que recibimos como regalo de Dios. Es parecido a lo que pasa con un deportista que puede ser muy rápido, pero que si no se entrena, no llegará a los logros más destacados. Yo estudié en la Academia de Música de Jerusalén y durante toda mi vida sigo estudiando; me intereso por cosas y trato de desarrollarme. Es una forma de respetar el regalo que recibí.

- Es una forma de combinar entre ese "regalo" y la profesionalización en una carrera...
- Por supuesto. Pero además, creo que ser verdaderamente un cantante es más que cantar bien. Creo que hay algo más complejo de fondo. Uno puede oir mucha gente que canta lindo. Si voy a Rosh Haayin oiré muchas mujeres de la comunidad de origen yemenita cantando, pero eso no significa que sean cantantes. O la gente que canta en la sinagoga. No son cantantes todavía. A mi modo de ver, ser cantante es haber completado cierto viaje emocional, llegar a una determinada esencia; algo interno. No se puede distinguir entre David Deor la persona y David Deor el cantante. Mis canciones son parte de mi personalidad, de mi alma, de mi esencia. No puedo separar las cosas, como un actor que interpreta papeles que no son su propia personalidad.

- ¿O sea que David Deor siente que tiene un valor agregado que justifica que suba al escenario?
- No sé si justifica; sé que no puedo sin eso. No es que siento que tengo algo que otros no tienen. No digo eso en absoluto. Lo que sí digo es que siento que tengo que compartir con los demás lo que me pasa; y lo hago a través de mis canciones.

- Y de todo esto ¿qué te llevas contigo a Uruguay, a este evento al que viajas invitado por el Keren Kayemet LeIsrael en su 110º aniversario?
- A Uruguay llevo ante todo mucho sentimiento de un cantante israelí que canta en todo el mundo, recuerda las raíces, algo que me resulta muy importante en todos mis presentaciones. Es que estoy convencido de que no hay futuro, sin pasado. Las flores en el árbol no existirían si el árbol no tuviera raíces. Pues llevo conmigo un sabor de esas raíces que nos une a todos a través de mi música. Espero llevar conmigo un lenguaje internacional, el del corazón, de la música. Yo puedo oír una canción en español sin entender ni una palabra, pero sentirla aún así muy profundamente. Esa es la ventaja en la música. Llevo conmigo algo que conecta, que acerca. Y espero que al final de la noche, un gran público se sienta unido y emocionado.

- Y cuando te presentas ante comunidades judías en el exterior ¿sientes que presentas también a Israel o llevas sólo tu arte profesional contigo?
- Ante todo, claro que traigo mucho de Israel. En mis conciertos canto canciones clásicas israelíes que ya pasaron la prueba del tiempo y nos tocan a todos, aunque las interpreto a mi manera, desde mi perspectiva. Agrego algo distinto, mío. Así que llevo los clásicos que a la gente le gusta y que ya conocen, llevo creaciones mías y también cosas universales ya que soy un convencido de que la música logra conectar a todos.

- David ¿cuáles son tus públicos más comunes? No viajas sólo a presentarte ante comunidades judías.
- Claro que no. Te cuento que canto mucho en Taiwán, China... Hace unos días volví de Bangkok y en el espectáculo hubo un momento sumamente emocionante. Ante todo, te diré que los únicos tres israelíes que estaban en el concierto eran el embajador, su esposa y su asistente. Todo el resto eran tailandeses. Yo canté "Avinu Malkeinu". Suelo cerrar los ojos cuando canto. En un momento abrí los ojos y vi a todos los tailandeses de pie, abrazados o de las manos, con los ojos cerrados, moviéndose, meciéndose suavemente, y sentí cuán fuerte son nuestras plegarias y cuanta fuerza hay en nuestra música; eso cruza fronteras. Es que uno podría pensar qué nos puede unir con Thailandia; pero la prueba está en cuánta fuerza hay. Es importante mencionar que no es que canto allí en inglés. Más de la mitad de mi concierto es en hebreo porque me es importante que se conozca el idioma y mostrar nuestro rostro bueno. La parte política siempre es más compleja y hay quienes nos ven como un pueblo duro, guerrero, ocupante; y aquí se puede ver también otra cosa. Aquí viene un cantante de Israel, que les canta en hebreo, y ellos se emocionan. O sea que traigo otra pieza más de un todo más complejo; y creo que es bueno.

- Y sin duda Israel es un complejo mosaico en el que los problemas conviven con un empuje impresionante hacia adelante, con mucha creatividad. Y si te preguntan en qué Israel vives hoy, cómo es el Israel del cual vienes... ¿qué respondes?
- Vivo en un Israel que es, creo yo, reflejo de lo que sucede en el mundo. Siento que somos un microcosmos en el que se adelantan a veces cosas que pasan luego en otras partes. Vivo en un Israel donde hay mucha belleza y mucho amor hacia el semejante, pero también muchas diferencias. Vivo en una democracia; y sabemos que la democracia no es el sistema ideal, pero sin duda es el menor de los males. Y puedo afirmar que mi país es muy democrático, que se esfuerza mucho por lidiar con los numerosos problemas y dificultades que tiene. Mucho depende de la actitud que uno tiene.
Cuando yo me presenté por primera vez en el Vaticano...

- Justo te quería preguntar sobre eso...
- Pues fue cuando Israel acababa de entablar relaciones diplomáticas con el Vaticano. No sabían quién soy. Yo me sentía medio incómodo de estar en el bastión central del cristianismo; pero tras dos o tres canciones algo se abrió y quedó claro que, al fin de cuentas, nos une que todos somos seres humanos. Cuando hay de por medio un idioma de corazón y no de pensamientos y temores, sucede algo bueno y vemos que somos, entre todos, mucho más parecidos que distintos.
E Israel no es distinto en este sentido de otros lugares del mundo. Sí es diferente, claro, de lugares como Siria en los que hay dictaduras, en el hecho que intenta corregir lo que está mal. Pero claro que hay cosas complejas; como en todos lados donde viven grupos heterogéneos.

- Tu comentabas recién sobre esa sensación extraña, al principio, en el Vaticano, como cantante israelí, y se me ocurrió preguntarte si siempre destacas que llegas de Israel, que eres israelí...
- Sí, por supuesto. Para mí es algo muy importante. Cuando me presenté en Suiza hubo momentos terribles. Manifestantes corrieron detrás de nuestro coche con todo tipo de muñecos sin cabeza y megáfonos de los que salían frases muy duras. Mi corazón latía muy fuerte ante esa violencia, porque en definitiva era eso, violencia; ya que cuando uno grita por un megáfono no quiere escuchar al otro. Y yo sé que llego a todos lados con una actitud positiva, con amor, no con actitud combativa. Y sobre el escenario la verdad es que al principio me costó. También el público estaba como alterado por lo que pasaba afuera; pero al final, también allí llegó la magia; y un rato después todos estaban de pie, cantando, abrazados. También ese miedo fue vencido por la música.
Lo mismo me pasó en Londres, en un espectáculo en la Plaza Trafalgar. Un grupo de palestinos manifestaba y hacía mucho ruido, pero en lugar de gritar más alto para sobreponerme a su ruido, decidí cantar más despacio, más suave; y funcionó.

- Como una maestra en la clase....
- Así es. Y la fuerza del silencio fue grande frente a los gritos. Es que súbitamente todos se callaron para escuchar lo que estaba pasando.

- David; tú mencionas algunas presentaciones en el exterior, y sin duda el estar en sitios muy exitosos en el mundo tiene un significado. Pero a veces tengo la sensación de que en Israel se le da a eso una importancia especialmente grande. Por un lado Israel va a la vanguardia a nivel mundial de varios desarrollos científicos y tecnológicos y por otro, parece haber a veces una mentalidad de pueblito, en la que todo lo de afuera es visto como imponente.
- Diría que la confirmación del éxito no tiene que venir de afuera o no pasa necesariamente por lo de afuera, aunque sí es importante que afuera los espectáculos son más grandes simplemente porque hay más gente. Sé que puede parecer propio de mentalidad un poco diaspórica el creer que quien tiene éxito afuera es porque vale más. Pero quizás el tema pase por otro ángulo; por el hecho que cuando uno tiene éxito afuera, en cierta medida es un embajador de Israel. Y esto creo que es lindo. Quiera o no, personalmente, soy israelí y tanto con mi música como con mi actitud, mi comportamiento, todo, represento en parte a Israel. Este es, creo yo, el punto importante para la gente, cómo represento a Israel, qué rostro de Israel presento en el exterior, sea en el Vaticano o en Estados Unidos o en Taiwán.
Gracias a Dios realmente me he presentado ante grandes personalidades del mundo; ante el Papa Juan Pablo II y el Papa actual; el presidente Clinton y muchos otros; y la pregunta es qué presento de Israel. En eso siento que tengo una responsabilidad. Y la responsabilidad es tal tanto respecto a mi comportamiento con la gente y ante la gente, como a lo que canto, los materiales que elijo. No se pueden separar las cosas. Para el italiano que está en un concierto mio, yo vengo de Israel. Y si mi música lo emociona, su vivencia respecto a Israel será buena.

- Es una preciosa explicación...
- No es que elegí ser embajador, pero creo que así se dan las cosas. Si ahora viene a Israel una cantante de Uruguay que logra emocionar al público y transmitir algo especial con su canto, pues esa es la impresión que dejará de la gente de Uruguay, que quedará asociada a lo que escucharon y vivieron como algo positivo.

- Quisiera detenerme por un minuto en el tema del Vaticano, ya que creo que debe ser visto como algo diferente; no es otro concierto más para un cantante judío israelí. ¿Estoy en lo cierto?
- Es distinto y similar al mismo tiempo. Es igual que otros conciertos en el sentido que somos todos seres humanos y la música nos habla a todos. Pero es distinto en el sentido que uno va con muchas expectativas; y de fondo hay mucho desconocimiento de ese mundo que nos parece muy misterioso. Te cuento que después de un concierto ante el Papa Juan Pablo II, uno de sus secretarios, que se llamaba Don Giovanni - como la ópera - nos invitó a una cena en una residencia para 32 niños italianos que él adoptó. Los cuidan de forma maravillosa. La cena la habían preparado esos niños y jovencitos para nosotros. Y yo vi allí un lugar muy piadoso; vi cómo ese hombre, tan sencillo y realmente modesto, los cuidaba. No cuidamos realmente todo lo que existe; hay muchas barreras entre el ciudadano común y las grandes instituciones. Uno oye de "la Iglesia", "el Vaticano" y de hecho en medio de las grandes expresiones, hay gente.
Les canté "Kol min Hashamaim" (Voz del cielo). Les expliqué de qué se trata; les traduje la letra, y vi a algunos de los cardenales llorando; otros mostraban gran emoción, se daban las manos; y vi cuánta unidad puede haber, cuántos sentimientos compartidos por sobre las divisiones. Sé que suena muy ingenuo, pero realmente así lo siento.

- Te iba a decir que suena utópico, pero que es parte del mundo que existe; no todo es guerras y discrepancias.
- Claro que no. Yo canto en China "Hava Naguila" y se ponen a bailar emocionados. ¿Cómo? Porque se ve que la gente tiende a sentir cosas que unen, no sólo a destacar las diferencias. Hay mucho más que une.

- Y con todo entusiasmo de fondo que me has transmitido a mí y te deseo transmitir al público en Uruguay ¿con qué sentimientos viajas a Uruguay? ¿Qué sabes de Uruguay?
- Debo confesar que no sé mucho. Seguro que voy a aprender y conocer. Sabemos aquí de lo cálido del carácter latinoamericano; y espero que se manifieste también en mi concierto, que se sientan libres, que dejen que su corazón hable. Y espero que tengamos una experiencia inolvidable; que prueben algo de un cantante que nació , creció y vive en Israel... y de mi música.

Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay