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"Consorcio MECC" - Un sueño realizado

El Profesor Mijael Silbermann (foto), que se dedicaba originalmente a la cirugía facial, se contó entre los creadores de la Facultad de Medicina del Instituto Politécnico de Haifa, Tejnión, encabezó durante 20 años su Departamento de Anatomía y Biología Celular, fue luego Decano de la facultad y finalmente, Científico Jefe en el Ministerio de Salud Pública de Israel.

Ese cargo cambió definitivamente su rumbo. En 1995, el entonces Ministro de Salud Pública israelí, Dr. Efraim Sné, volvió de un viaje a Estados Unidos con un encargo directo del presidente Bill Clinton: combinar un intento de lucha contra el cáncer con el ambiente singular en Oriente Medio que en aquellos años comenzaba un cambio con el proceso de paz árabe israelí.

Tras varias etapas que el Profesor Silbermann nos relata con emoción y en detalle, se concretó el sueño. El 20 de mayo de 1996 se suscribió en Ginebra el acuerdo de creación del MECC, Consorcio de Cáncer de Oriente Medio, una organización multinacional, cuyos miembros plenos eran y sigue siendo Estados Unidos, Egipto, Jordania, la Autoridad Palestina, Israel, Chipre y Turquía. A ellos se suman en todos los congresos representantes profesionales de países que no tienen relaciones diplomáticas con Israel, como países norafricanos, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Irak, Pakistán, Yemen, etc.

El MECC fue el organizador de la exposición de dibujos de niños con cáncer que se acaba de abrir en el Hospital de Niños "Pereira Rosell", en Montevideo, bajo el título "El día que nunca olvidaré". Se trata de una iniciativa de la Embajada de Israel en Uruguay, que contó con el apoyo de la filial Masada de la B'nai B'rith y de la Fundación Peluffo Guigens de apoyo al niño con cáncer.

- ¿Profesor Silberman, logran atraer a las actividades de esta organización multinacional, dirigida por usted, israelí, y con dirección oficial en Haifa, también a profesionales árabes de países que ni siquieran tienen relaciones diplomáticas con Israel?
- Así es. Todos vienen con gran entusiasmo y a pesar de todas las dificultades políticas reales que existen. Todos vienen, como lo harán al congreso que tiene lugar la semana que viene en Turquía, porque de por medio hay un tema humano que nada tiene que ver con la política.

- ¿Qué hace el consorcio?
- Le diré que ante todo nos encargamos de brindar la información necesaria. Cuando empezamos a trabajar, hace años, salvo en Israel, en la zona en general casi no se sabía sobre el cáncer, no se sabía cuán importante es la enfermedad. Para brindar esa información, creamos una red de oficinas en cada una de los países miembros para hacer un registro nacional de cáncer. Hoy en día, ya sabemos claramente cuál es la situación en cada país.

- ¿Cuál es la situación en Israel?
- Hoy el cáncer es la principal causa de muerte en Israel. Antes lo eran los problemas cardíacos, pero la medicina ha avanzado en ese campo y el que sube cada vez más es el cáncer.
El año pasado hubo en Israel 28.000 casos nuevos. Estamos muy avanzados en el tratamiento y junto a Estados Unidos nos encontramos en el primer lugar del mundo en tratamiento exitoso. En Israel el 62% de todos los enfermos de cáncer en Israel pasan con éxito el tratamiento, lo cual significa que el paciente vive cinco años después de ser diagnosticado como enfermo de cáncer. El tratamiento puede ser sólo de quimoterapia, combinado con cirugía , o cirugía y radicaciones, o las tres juntas. En niños, el éxito es del 83%.

- ¿Cuáles son en Israel los tipos de cáncer más comunes?
- En las mujeres, en todos lados, en todo el mundo, el cáncer más mortífero es el de mama. En Israel, entre los hombres judíos, el primero es el de próstata; luego colon y entre las mujeres, luego del cáncer de mama, el segundo también es el colon. Entre los árabes, la mujer lo mismo, y entre los hombres, pulmones, porque fuman como locos.

- ¿Hay otras diferencias en la incidencia del cáncer entre Israel y sus vecinos?
- Hay diferencias impresionantes entre la situación en Israel y en los países vecinos. En todos ellos, mucho menos gente se enferma. Si bien el cáncer de mama también está en primer lugar entre las mujeres árabes, hay muchísimos menos que entre las judías.
Le doy un ejemplo: dije que en Israel, con algo más de 7 millones de habitantes, el año pasado hubo 28.000 nuevos casos de cáncer. En Jordania con alrededor de 5 millones, hubo 4.000 nuevos casos. Es una diferencia grandísima.

- Seguramente hay no pocas diferencias culturales ¿verdad?
- Por supuesto. Descubrimos que en todos los países de la zona, más del 70% de los enfermos de cáncer ven un médico por primera vez cuando ya no hay lo que hacer.

- O sea que hay mucho que hacer en el tema de la educación y la concientización.
- Por supuesto, pero antes recordemos que si ya no hay lo que hacer y no tiene sentido operar porque el cáncer está muy expandido, lo que queda es el tratamiento de apoyo. Israel va a la cabeza también en este punto.
El tratamiento de apoyo se da en los departamentos oncológicos en los hospitales y en la comunidad, o sea en la casa del enfermo. Una enfermera llega a verlo en su propia casa. En países grandes como Egipto y Turquía, cuando el paciente llega al hospital ya lo mandan a su casa si ven que no hay lo que hacer. Pero sufren de serios dolores, vomitan, lidian con muchas dificultades y no hay quien se ocupe de eso. En esto, nuestro consorcio abrió un nuevo camino en la región, desarrollando un nuevo sistema de apoyo en las casas. En los países vecinos de Israel, por una cuestión cultural, todos prefieren morir en sus casas.

- ¿En qué consiste el trabajo del consorcio en este punto?
- Nosotros reunimos médicos, enfermeros, asistentes sociales, sicólogos, y en diferentes cursos que realizamos, insistimos mucho en transmitirles y enseñarles de qué se trata eso de "tratamiento de apoyo", algo que no existía en los países vecinos de Israel. Junto con ellos, los distintos profesionales en los diversos países, fuimos a los ministerios de Salud Pública en cada uno y les instamos a aplicar ese tratamiento, explicando que es en pro de sus respectivas poblaciones. Y se convencieron. Lo están haciendo.

- ¿La parte política no supuso obstáculo ninguno?
- Ninguno. Pero hay otros obstáculos. Por ejemplo, en los países musulmanes, está prohibido usar morfina. Y está prohibido hablar de la muerte. Hay muchas "etiquetas" que se pegan a esta enfermedad, y es tabú. Yo visito todos los países miembros del consorcio y voy a los hospitales. En un hospital de Ammán en Jordania, vi una mujer de 38 años, internada con cáncer de mama en estado terminal. Le pregunté por qué esperó tanto tiempo para ir al médico. Y ella me respondió así: "Si mis vecinos hubieran sabido que yo tengo cáncer, mis hijas no habrían tenido oportunidad de casarse". ¿Se da cuenta? Creen que es hereditario.

- ¡Qué importante que es la educación!
- Sin duda alguna.

- ¿Qué logró hacer el consorcio contra estos fenómenos?
- Justamente, desarrollar estos servicios de tratamiento de apoyo, que ya funcionan. Y los mejores médicos son enviados por el consorcio a Estados Unidos, y al volver aplican todos los conocimientos en sus respectivos países.

- Los miembros del consorcio tienen claro que la organización es multinacional, pero también tienen claro el rol central de Israel. El hecho es que usted es el Director General, desde la fundación de este marco. Todos lo saben ¿no es así?
- ¡Por supuesto! Es más: me han dicho en más de una oportunidad que debo ser consciente de que al venir a las actividades que organizo por y para el consorcio, ellos se arriesgan. Me lo dicen los médicos mismos. Es que la Asociación Médica de Egipto y la de Jordania, ya avisaron que todo médico que se sepa que colabora con Israel, será expulsado de inmediato de la asociación.

- Parece mentira que eso siga pasando...
- Es verdad, lamentablemente. Y no vienen a Israel. Por eso los congresos son en general en Chipre o Turquía, países "neutrales". Además, recordemos que participan también profesionales de países que no tienen relaciones diplomáticas con Israel.

- ¿Cómo funciona eso?
- Le doy un ejemplo. Siempre participan profesionales tunecinos, y vuelven a su país con tal sensación de que el trabajo del consorcio les aporta, que pidieron a su ministro de Salud Pública que solicite oficialmente incorporarse al MECC. Y lo han hecho; han presentado una petición oficial. De Qatar, Omán, los Emiratos, siempre vienen y esperan ansiosos la oportunidad de poder hacerlo de modo más formal.

- ¿Y se comportan como quien tiene que distinguir entre lo oficial y lo práctico en el terreno?
- No. Y le daré un ejemplo. Hay muchos norteamericanos, canadienses, británicos, holandeses, que son conferencistas en los congresos. Y siempre, medio día después de iniciado un congreso me dicen que no lo pueden creer, que tienen en mente que israelíes y árabes se matan, pero que ahí, en el evento del consorcio, ven cómo se hacen amigos enseguida. Uno no puede imaginarse qué relaciones se entablan en cuestión de horas. Es increíble. Y luego continúa por teléfono y correo electrónico. Son cosas verdaderas. Antes tenían miedo de publicar el nombre de algún árabe junto al de un colega israelí; ahora no.

- Veo que los políticos sólo molestan en el medio...
- No tengo duda. Un profesor egipcio se me acercó en uno de los congresos y me dijo: "En sus congresos nos sentimos tan bien porque todos hablamos a la altura de los ojos, nadie está arriba y nadie está abajo". Ellos saben muy bien cuál es la situación y tienen clarísimo cuán avanzada está la medicina en Israel.

- Pero no es que van a decirles "ahora venimos a enseñarles"...
- Claro que no. Trabajamos juntos.

- Y ponen mucho énfasis, como ya hemos dicho, en el tema de la educación, ya que por razones culturales, la situación en ese sentido es muy difícil en todos los países árabes e islámicos.
- Exactamente. Hay un tema concreto. Por ejemplo, lo de la mamografía, clave para la detección temprana. La concientización sobre su importancia es clave. Pero en un país árabe, la mujer tiene vergüenza de hacerse una mamografía. También de ir al médico; y en general, va sólo si hay una médica mujer. En muchos casos, el esposo tampoco le permite que vaya a un médico hombre. Y también está la tradición: la mujer teme que si el esposo se entera de que está enferma, a la mañana siguiente se tome otra mujer. Son historias muy difíciles. Entonces la mujer esconde y esconde, hasta que no puede más.

- Terrible...
- Y no hay mucha diferencia entre esas mujeres y las árabes de Israel. Yo voy aquí a todos los hospitales, y está claro que su estado es mucho peor que el de las israelíes judías. Y cuando hablo con ellas, dicen que tengo que entender que es delicado, por el esposo, muy complicado. Hay muchos estereotipos y etiquetas de fondo. Ni siquiera hablan abiertamente del cáncer sino que dicen "la enfermedad". Además, prefieren no hablar de la muerte.

- ¿Y qué pasa con los niños? Son ellos el tema de la exposición de dibujos que se presenta en pocos días en el Hospital Pereira Rossell en Montevideo...
- Los niños entienden muy pero muy bien lo que les pasa. Pero a menudo, los padres prohíben al equipo médico y de enfermeras contarles a los niños qué tienen. Y lo hacen también, mucho, familias sefaradíes, de origen oriental, en Israel, no sólo los árabes. Fui hace poco al hospital de niños "Schneider", el más grande de su tipo en Israel. Había un gran escándalo en la sala de las enfermeras. Estaba internado a un chico de 15 años y medio con una leucemia muy fuerte. Él sabía que estaba en el Departamento de Oncología infantil. Resulta que el día anterior, cuando llegó a su habitación la enfermera con los remedios y estaba sola con él, éste le preguntó si le puede hacer una pregunta y ella por supuesto dijo que sí. "Por favor, dígame: ¿Tengo la enfermedad?". Y ella respondió: "Sí". A la mañana siguiente, recriminó enojado a sus padres por qué intentaron ocultarle, si acaso no era un tema suyo, si creían que era un tonto, que no veía en qué departamento estaba internado, y que todos los niños allí tenían cáncer. Los padres fueron a la jefa de enfermeras y armaron un gran escándalo recordándole que habían prohibido decirle a su hijo qué enfermedad tiene. Ella llamó a la enfermera que había estado con el muchacho y ella dijo claramente: "Yo no vine a contarle por mi iniciativa. Él me preguntó y yo respondí con una palabra, sí. Y es mi deber moral. Si yo le miento a un paciente, pierdo toda credibilidad a sus ojos".
Y este tipo de discusiones hay todos los días.

- Me imagino que en muchos casos, realmente no tiene sentido ocultar; los niños se dan cuenta.
- ¡No te imaginas cuánto se dan cuenta! ¡A veces, lo veo en niños de 4 ó 5 años!

- ¿Qué quiere decir que comprenden? ¿Preguntan si se van a morir?
- Sí, directamente. O dicen que quieren morir con serenidad.

- ¿En serio? Parece difícil de creer.
- Pero así es. Y yo lo vi cuando empecé a preparar la exposición de los dibujos, la misma que ahora está en Uruguay.

Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay