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Hacia la tercera Intifada

Estimados,

Los discursos de Netanyahu en la Knéset y el Congreso lo dejaron claro: Bibi se prepara para la tercera Intifada palestina. Los objetivos de su visita a Washington eran mantener el apoyo de EE.UU y consolidar la unidad interna.

La evaluación que hace Netanyahu de la situación resulta alarmante: Oriente Medio se encuentra en completa inestabilidad. Irán y sus aliados, Hezbolá y Hamás persisten en sus intentos por destruir a Israel. El Estado judío no cuenta con ningún socio palestino para negociar y llegar a un acuerdo; tampoco lo tendrá en el futuro.

En la parte central de su primer discurso, Netanyahu hizo referencia a la niña palestina que portaba una gran llave durante la manifestación por el Día de la Nakba. "Cada palestino entiende perfectamente de qué llave se trata. No es la de sus casas en Shjem o Ramallah; es la de acceso a las de Yaffo, Akko y Haifa". El mensaje es claro: Estamos luchando por nuestros hogares. Ellos quieren deshacerse de nosotros y establecer Palestina sobre las ruinas de Israel. Este es el momento de atrincherarse y luchar contra ello.

Durante el pasado Día de la Nakba los palestinos desbordaron a Israel en el ámbito de la conciencia colectiva. En lugar de manifestarse a través de violentas protestas en los territorios, aparecieron desde los campos de refugiados en Siria, Líbano y Gaza. Lo que pretenden es inculcar su narrativa en la opinión pública occidental: sólo se trata de manifestantes desarmados que llegan para pedir justicia y hacer realidad su derecho al retorno. No hay actos de terrorismo ni ataques suicidas, sólo protestas no violentas contra la opresión y la humillación al mejor estilo de la Plaza Tahrir en El Cairo.

La analogía evidente con la historia sionista está en la "Hapalá" - los barcos de inmigrantes judíos ilegales que burlaban el cierre británico en Palestina. En el plano operativo, los ingleses podían hacer frente a la inmigración ilegal: interceptaron la mayor parte de los navíos en alta mar y trasladaron a sus pasajeros a campos de prisioneros en Chipre. Pero no podían hacer frente a la superioridad de conciencia de un pueblo herido, una tercera parte del cual acababa de ser exterminado en la Shoá y cuyos sobrevivientes intentaban regresar a su histórica patria. Los palestinos pretenden hacerse con la misma narrativa: Marchan hacia la tierra de sus padres, empuñando banderas y entonando canciones patrióticas, mientras el enemigo sionista se dedica a expulsarlos en dirección al horror del presidente sirio.

El líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, se encargó de subrayar esta narrativa en su artículo publicado en The New York Times, el cual se centró en la expulsión de los palestinos de sus hogares en 1948 y omitió hacer mención a la negativa a aceptar el Plan de Partición de las Naciones Unidas y a la guerra contra Israel durante el pre-estado de Palestina. Abu Mazen afirmó que el reconocimiento internacional de un Estado palestino y su aceptación en la ONU sería una compensación por las injusticias del pasado y conferiría a su pueblo las herramientas diplomáticas y legales para continuar su lucha con el objetivo de expulsar a Israel de los territorios.

Netanyahu declaró que el gobierno de unidad palestino de Al Fatah y Hamás no podría ser en ningún caso un socio para la paz, y que de ese modo, sólo logró poner fin a cualquier posibilidad de negociación. Para no ser acusado de intransigencia, incorporó en sus discursos dos señales de una posible flexibilidad. Su demanda de una presencia de Tzáhal en la frontera exterior de Palestina se limitó al Valle del Jordán. Bibi insistió además en mantener los bloques de grandes asentamientos en Cisjordania, dejando implícito que lo que esté por fuera de ellos queda abierto a la negociación.

Netanyahu habló de fronteras de 1967 indefendibles; Obama se manifestó sobre fronteras de 1967 con arreglos acordados y prácticamente garantizó el veto a un reconocimiento unilateral de un Estado palestino. Las diferencias - a pesar de la falta de credibilidad entre ambos - no parecen ser tan determinantes.

La mayoría de la opinión pública israelí apoyará a Netanyahu si se convence de que está realmente dispuesto a "renunciar a partes de la patria" a cambio de paz.

Pero la "Intifada de las fronteras" en el Día de la Nakba fue apenas un pequeño ensayo del próximo enfrentamiento con los palestinos. Netanyahu no quiere llegar a él sin estar debidamente preparado. Bibi espera tener a la administración norteamericana de su lado.

Después de la "lección de historia" que le dio a Obama ante las cámaras, no le será nada fácil.

¡Buena Semana!