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¡Jag Sameaj Gilad!

Estimados,

Jag Sameaj Aviva, Noam, Yoel y Hadás. Nuestros dirigentes entendieron que lo que estaba en juego aquí era mucho más que la vida de Gilad. Sobre el tapete se apostaba por la imagen y responsabilidad de Israel para con sus soldados.


Como colectivo, en Israel necesitamos que Gilad Shalit regrese, después de cinco años, para que nos diga lo que piensa de su pueblo en su tierra.

Como todos, vemos hace tiempo - demasiado tiempo - esos ojos tristones reclamando libertad como si estuviera escribiendo una trama con la sangre de nuestras almas, o firmando los documentos de nuestra caída al desperdiciar una oportunidad tras otra para recomponer nuestros valores.

Es por ello que este año - a diferencia de los cuatro anteriores - debemos decir Jag Sameaj a los que se reunen en la sucá sin la resaca de la eterna culpabilidad, llenos de una vida en que la pasión aún sobrepasa a la abstención y el optimismo teje luces donde la amargura acostumbra a bordar telas de araña.

Digamos Jag Sameaj a quienes no ocultan afectos ni arrancan de ellos mismos las fuentes donde emanan las transparencias, ni miran a los seres diferentes como extra?os pasajeros de un viaje sin parada hacia el abismo oscuro, sino hacia el horizonte prometedor.

Felices sean los que abandonan en el pasado sus excesos de equipaje y con el corazón ligero derraman en la tierra ese montón de orgullo pesado y de agotamiento nervioso; y, generosamente, buscan la humildad y la comprensión.

Jag Sucot Sameaj para todos los que despiertan hoy al son de oraciones y plegarias; agradecen lo habido y lo que todavía no hay, maravillados cada día más por el don de la vida, a pesar de las grietas y las cicatrices de tantos fracasos y tantas desilusiones.

Jag Sameaj a quienes saborean la paz para con ellos mismos y se complacen también de la que se sirve en el plato ajeno, aceptando que la vida es un obsequio único, una vía dolorosa en cómodas cuotas, un deseo erguido, un espíritu goloso insaciado del ser humano.

Que sea Jag Sameaj para quienes nunca maldicen y contienen la propia lengua, economizan palabras y siembran fragancias en las largas y conflictivas veredas de los sentimientos.

Sea también Jag Sameaj para quienes se cuidan al mirar, y si tropiezan, no caen en el odio, el rencor o la envidia ni se pierden en tinieblas donde el pavor es apenas el eco y la desesperación de sus propios temores.

Jag Sameaj a quienes se niegan a ser tan viejos y ambicionan constántemente renovar amor, salud, espíritu y felicidad; vivir es siempre un milagro para quienes acarician sus arrugas y tratan sus límites como a un cercado florido en el bosque de la convulsionada realidad diaria.

Tengan una magnífica fiesta todos los que no se avergüenzan de ser gordos y felices, endeudados y alegres, optimistas por convicción, no demasiado mimosos, casi privados de caricias, pero llenos en sus ansias de éxitos venideros.

Jag Sameaj también a los huérfanos de espíritu y de esperanzas, a los mendigos intelectuales, académicos y políticos que creen saber todo de todo y tienen miedo de pedir consejos; a los dirigentes que nunca probaron la muerte de sus seres queridos en las guerras y tan fácilmente las declaran; sea este encuentro en la sucá un momento para la reflexión y la recapacitación.

Que en esta fiesta puedan ser supuéstamente felices los egoistas ridículamente condecorados, campeones virtuales del ventajismo y el revanchismo; aquéllos que nada temen, excepto la mirada suplicante del hijo que implora piedad y los gritos de las multitudes que ya no repiten constántemente amén a sus bravuconadas, sino que les exigen justicia social.

Sean muy felices especialmente nuestros soldados y soldadas; éllos, que frente al espejo se descubren tan equilibrados por fuera cuanto se saben por dentro, y se entregan con amor y con dolor por los que no siempre son merecedores.

Sea también Jag Sameaj para soñadores que nunca tropiezan en impertinencias, y para quienes no conspiran contra la vida ajena.

Jag Sucot Sameaj para quienes coleccionan utopías, hacen arados de sus manos y riegan con sudor propio las semillas que cultivan.

Jag Sameaj y felicidad para los viejos que no se disfrazan de jóvenes y para los jóvenes que superan la vejez precoz; sus corazones absorberán en la endeble sucá la edad anunciadora de las emociones fuertes, determinantes y categóricas.

Jag Sameaj a los que de día traen consigo la quietud de la cordura, la calma, el respeto y la tolerancia, y ya entrada la tarde ofrecen desde sus sucot agua bendita con sonrisas de sabiduría y pan fresco con sabor a mensajes de esperanza.

Jag Sameaj para quienes no ostentan en sus cabañas de la vanidad propia, para quienes tratan a la muerte con extra?eza y aspiran a algo bastante más diferente y mejor para sus hijos y nietos.

Jag Sameaj para los eternos sonámbulos que tratan de equilibrarse sobre hilos que unen postes de conflictos, discordias, odios nocivos y tradiciones medievales; para quienes rebuscan constántemente luces en las esquinas de la larga noche que se cierne sobre esta región; sean pacientes, algún dia se encenderán y los alumbrarán.

Jag Samej para todos los que juran no soportar etérnamente los vicios y prejuicios que cargan desde hace a?os y no pagar el rescate de dicha dependencia; el futuro los encontrará tal vez más consumidos por poseer menos terreno, pero mucho más sanos por respirar un mejor oxígeno, y más sabios y solidarios por compartir particularidades y bienes.

Jag Sameaj Aviva, Noam, Yoel y Hadás. Nuestros dirigentes por fin entendieron, cinco años tarde, que lo que estaba en juego aquí era mucho más que la vida de Gilad. Sobre el tapete se apostaba por la imagen y responsabilidad de Israel para con sus soldados a los cuales se les exige sacrificar sus vida para defender al país.

Y un Estado que olvida a sus soldados, su fin sería que a la hora de la verdad sus soldados lo olviden.

Hoy es un día para que festejemos orgullosos.

¡Jag Sameaj y Buena Semana!