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Una lección de 65 años

Estimados,

Son muchos, grandes, graves y serios los problemas que acarrea Israel en vísperas de conmemorar sus 65 años de independencia. Pero, de todas maneras, es también una oportunidad para determinar algunos de los factores que explican la posición de la que goza actualmente el Estado judío, situado en una zona convulsa y rodeado de peligros y amenazas, en materia de emprendimiento e innovación.

Con un territorio pequeño, enclavado en una de las regiones más históricas y conflictivas del planeta, y un poco más de 8 millones de habitantes, Israel es uno de los centros de innovación tecnológica y científica más grandes del mundo y una verdadera fábrica de tecnología y de emprendimientos.

Sus niveles de desarrollo humano son muy altos, pese a que sus habitantes aprenden diariamente a desarrollarse y vivir en un entorno hostil, y reinventarse constantemente, bajo el asedio de sus vecinos.

La noción de que los israelíes son inteligentes o buenos para los negocios no es gratuita. Muchos de los factores adversos de su historia y su cultura, como vivir bajo el apremio de la falta de recursos naturales y ante la difícil situación geopolítica, lo convirtieron en un milagro económico.

Israel es el país que más invierte en innovación a nivel mundial - 2.5 veces más capital de riesgo que USA -; ocupa el sexto lugar en el indicador «Protección a los Inversores» del ranking Doing Business; tiene la mayor cantidad de empresas tecnológicas per cápita del mundo - una startup por cada 1.844 habitantes - y cuenta con más empresas de tecnología en el índice Nasdaq que todos los países europeos.

Al cumplir 65 años, se puede afirmar que el impulso de reinventarse e innovar está en el ADN de los israelíes y es parte de su cultura de supervivencia.

Paradójicamente, el servicio militar obligatorio es una de las condiciones más llamativas de esta situación. La mayoría de los jóvenes israelíes, varones y mujeres, pasan por esa experiencia, donde la formación no es solo militar, sino también tecnológica, y donde toman decisiones de vida o muerte.

Israel se especializa en tecnologías para mejorar y salvar vidas y la experiencia que esto les da los vuelve innovadores, pues como se señala en el libro «Start-Up Nation: The story of Israel’s Economic Miracle» escrito por Dan Senor y Saul Singer: «es en lo militar en donde muchos israelíes aprenden a dirigir gente, improvisar, estar orientados a objetivos, trabajar en equipo y ayudar a su país».

El producto de esta ecuación son hombres y mujeres maduros, que aprenden a hacerse oír, más allá de rangos o jerarquías, si piensan que las cosas pueden ser hechas mejor.

Por otra parte, en la economía israelí existe una sobreconcentración de lo que no es tecnológico, siendo altamente regulado con diversos reglamentos y gravámenes. Esto explica que Israel sea una potencia tecnológica, pero no económica.

Si el Estado hebreo aplicara las condiciones que permitieron florecer su industria tecnológica a otras áreas, e incorporara a segmentos demográficos con poca participación económica, seguramente podría escalar a posicionarse dentro de las 10 principales economías del mundo.

Otro factor determinante es la alta tasa de inmigrantes judíos que hay en Israel. Eso, sumado a su trayectoria de nómades, les otorga desde la cuna una visión cosmopolita que se traduce en soluciones satisfactorias a las necesidades.

Esta situación generó que Israel desarrolle un lugar de mercado especializado en la experiencia del consumidor y la búsqueda de soluciones novedosas para sus necesidades. De hecho, es esta característica la que permite que las empresas israelíes no sientan tan duramente las consecuencias de la crisis financiera global.

Otro factor relevante es que Israel, siendo una nación con recursos naturales particularmente limitados, internalizó un modelo energético basado en el petróleo se acabará, por lo que convirtió el aprovechamiento de energías renovables en un asunto de alta prioridad, para darle una mejor calidad de vida a su población. Especialmente considerando que su suministro depende de sus vecinos árabes.

La energía solar es una prioridad para el Estado de Israel desde su fundación, con políticas orientadas hacia el desarrollo de la energía solar térmica, tecnología que se comenzó a utilizar en los años '80 y que actualmente tienen incorporada el 90% de los hogares.

Además, debe tomarse en cuenta la incorporación y producción masiva de autos eléctricos como otro paso hacia la independencia energética, industria en la que también Israel es pionero.

La lección a los 65 años es clara: el emprendimiento y la innovación son el futuro no sólo en tecnología, también en política regional e internacional.

Pero en estos dos rubros no todo depende únicamente de Israel.

¡Jag Sameaj y Buena Semana!