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Perro y gato

Binyamín Netanyahu y Barack ObamaEstimados,

Obama llegará a Israel para debatir con Netanyahu la situación en Siria, las tensiones con Irán y las estancadas negociaciones con la Autoridad Palestina (AP). Obama habló por teléfono con Bibi y le anticipó que visitará también Ramallah y Ammán para continuar su «estrecho trabajo con Abu Mazen y con funcionarios jordanos sobre asuntos regionales y bilaterales de mutuo interés».

Dan Shapiro, embajador de EE.UU en Israel, anunció que el presidente arribará sin ninguna condición previa. Traducción: Bibi no tendrá más remedio que sentarse a discutir con el líder estadounidense, entre otros temas, sobre cómo y qué hacer para reanudar el proceso de paz.

Durante las últimas elecciones en EE.UU, Netanyahu no ocultó sus preferencias por el republicano Romney. En plena campaña presidencial, Bibi criticó a Obama por no haber puesto la suficiente presión sobre Irán en el asunto nuclear, algo que le dio metraje a la propaganda de Romney para producir anuncios de televisión que se emitieron en el decisivo Estado de Florida, entre otros, donde hay muchos votantes judíos.

Otra de las semillas de la discordia entre ambos es la posición del presidente de que los contornos de un posible Estado palestino deberían estar en las fronteras previas a la Guerra de de los Seis Días de 1967, luego de la cual Israel anexó Jerusalén Oriental y los Altos del Golán. En los últimos años, los asentamientos judíos en Cisjordania crecieron exponencialmente. De hecho, en el 2000 había en los territorios, más allá de la Línea Verde, 190.000 judíos. Actualmente superan los 350.000.

Tanto Bush Junior como Clinton apoyaron la creación de un Estado palestino con las fronteras de 1967. Pero la pésima relación entre Bibi y Obama convirtió en obstáculo un asunto que antes parecía ser una premisa negociadora. Esto puede llevar a graves implicaciones políticas, sobre todo porque si la relación entre los dos fuera más fluida, Obama podría involucrarse más en el tema. Pero con la actual desconfianza y animosidad, corre un alto riesgo de regresar a Washington con las manos vacías y llegar a la conclusión de que no le conviene invertir más capital político en dicha cuestión.

El estrecho vínculo entre EE.UU e Israel no se vio muy dañado por esa mala sintonía, pero de su mutua colaboración depende en gran parte la creación de un Estado palestino y la coordinación de una respuesta consensuada en la escena internacional a la amenaza nuclear iraní.

Desde que regresó al poder en 2009, Netanyahu considera que es de mayor interés para la seguridad de Israel contener la amenaza de Teherán que buscar un acuerdo definitivo con los palestinos. En 2012, Bibi trat?ó de presionar a Obama por todas las vías posibles para que lo apoye en una posible intervención militar para evitar que el régimen de los ayatolás pueda fabricar armas nucleares en el plazo de un año. El presidente dijo que no y no hubo ataque, pero Irán tampoco renunció a su plan.

A Obama le da más libertad llegar a Israel luego de haber ganado su segundo mandato. Es sintomático ahora el haber nombrado al ex senador republicano, Chuck Hagel, como jefe del Pentágono. De fondo, Hagel es tan pro-israelí como lo es toda la Administración norteamericana, pero el hecho de que Obama lo elegió a él, a pesar de sus polémicas declaraciones hacia el gobierno israelí y de la oposición expresada por diversos lobbys de defensa de intereses judíos en EE.UU, demuestra qué poco le importa al presidente hacer que Bibi sude un poco más.

Pero, para fortuna de Netanyahu, la situación política en Oriente Medio cambió radicalmente; las cartas fueron barajadas y repartidas de nuevo tras las elecciones en EE.UU y en Israel. Ahora ambos países comparten serios desafíos: 60.0000 muertos en Siria y el futuro destino de sus armas químicas, los sobresaltos en Egipto, el avanzado programa nuclear en Irán y una realidad palestina dividida conceptualmente entre Al Fatah y Hamás.

Esta vez, para lograr una postura de consenso ante esas nuevas realidades, Obama y Bibi no tendrán más remedio que contar hasta 10, tragar mucha saliva y salvar sus diferencias.

En conclusión: la primera visita de Obama como presidente a Israel suscita cierto optimismo sobre la posibilidad de que Washington tome la iniciativa para relanzar el proceso de paz.

¡Insha'Allah!

¡Buena Semana!