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A votar

Estimados,

La inestabilidad de las coaliciones del sistema político israelí no es ninguna novedad. En un país donde la diversidad de partidos es un claro reflejo del alto grado de complejidad de la sociedad, las crisis internas en los ciclos políticos son amenazas constantes para los gobiernos.

Tras una legislatura de un Gobierno con mayoría asegurada, donde los conflictos bélicos exteriores - guión casi permanente de la política israelí - fueron pocos y de períodos cortos, gracias más que nada al sistema antimisiles «Cúpula de Hierro» -, las polémicas nacionales acerca de cómo encarar la crisis abierta con Irán, la que se divisa con Siria y la eterna con los palestinos; la obligatoriedad del servicio militar o civil y la igualdad de posibilidadaes para todos los ciudadanos, o las cada vez más profundas brechas sociales, se reflejan en las elecciones del próximo martes.

La coalición de ultraderecha nacionalista y religiosa de Netanyahu conseguió pasar con bastante estabilidad casi la totalidad de su mandato. Luego de conocer el resultado de las elecciones en EE.UU, y con la excusa de no conseguir una mayoría que apoye el presupuesto israelí para 2013, Bibi decidió adelantar los comicios. La relación entre Obama y Netanyahu no se destacó a lo largo de estos tres años por su buena sintonía, tal como quedó demostrado esta semana al publicarse lo que el mandatario norteamericano opina sobre el israelí.

Con un Oriente Medio en constantes cambios, son varios los puntos que influenciaron el desacuerdo en la política exterior de ambos líderes.

Sin embargo, los aires electorales despertados por las grandes manifestaciones sociales en Israel del verano de 2011, así como los resultados de las elecciones primarias de algunos de los partidos y las listas confeccionadas en otros, no afectarán, según los sondeos, el triunfo de Netanyahu, pero sí determinarán las fuerzas que formarán la próxima coalición gubernamental y el horizonte político hacia el cual seremos conducidos.

En un país donde la media de gobiernos no completa las legislaturas, son varios los analistas que opinan que Netanyahu sacará provecho del resultado de estas eleccioness. Por un lado, las encuestas no dejan de amarlo. Por otro, su alianza con Liberman, la creciente tensión interna y externa sobre la variedad de opiniones en el tema de Irán, así como su controvertida política sobre los asentamientos judíos en Cisjordania, le crearon una falta de legitimidad política ante cualquier nueva acción que su Gobierno pretenda llevar a cabo.

Con el resultado de estas elecciones, Bibi buscará otorgarse el apoyo necesario a toda intervención preventiva en Irán y Siria. La reelección le dará más poder ante cualquier maniobra contra el Gobierno de Teherán y Damasco a la vez que le otorgará cohesión nacional para los complicados presupuestos de 2013.

La vergonzosa «guerra civil» entablada por los líderes partidarios de centro-izquierda impidió el intento de formar una alternativa capaz de dar sombra a Netanyahu.

Con un centro-izquierda político fragmentado, la lucha se centró en la capacidad de los partidos en captar el voto de centro-derecha de carácter secular. Ante una dependencia casi sistemática de las coaliciones de gobierno a las facciones ultraortodoxas, el apoyo alternativo de la clase media laica se convirtió en la clave para tratar de dar nueva salida a la gobernabilidad del país. En este sentido, la sociedad israelí, bajo una presión creciente, en una región que le es cada vez más hostil, se plantea la necesidad de integrar a los sectores ultraortodoxos en todos los niveles del país, incluido el militar.

La impopularidad de los acuerdos del Estado con los partidos ultraortodoxos, renovados desde la creación de Israel, que facilitan la exención de dichos sectores de una equidad en los esfuerzos nacionales, parece haber llegado a su fin. Las controvertidas leyes en las cuales se brindaba a los estudiantes judíos de los seminarios rabínicos la posibilidad de elegir a los 22 años si seguir estudiando o acogerse a un corto servicio militar, fue declarada anticonstitucional por la Corte Suprema.

Sin duda alguna, un nuevo reto para una sociedad compleja que vive bajo amenaza constante, en donde el propio Netanyahu, consciente de su forzada necesidad de ganar soportes, sabe que cualquier éxito pasa por debatir una de las espinas más dolorosas enclavada en el Estado judío desde su creación.

La división religiosa-laica no es novedad alguna en el país. Sin embargo, las nuevas demandas sociales crecientes a la revisión del sistema militar podrían ser los detonantes que inclinen de forma diferente la balanza del panorama político nacional.

En lo que respecta a nosotros, el voto sigue siendo el instrumento más poderoso del ser humano para tratar de derribar injusticias y destruir los muros que lo encarcelan sólo por ser diferente de los demás.

Cuando estemos solos en el «cuarto oscuro», quizás podamos encontrar la luz en el fondo del túnel.

Ojalá que no sea la de la locomotora que viaja en sentido contrario.

¡Buena Semana!