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Más de lo mismo, pero diferente

Estimados,

Si 2011 se caracterizó por el despertar de la «primavera árabe», 2012 se destacó por ser el año en donde la magnitud de la ola de cambios se dejó vislumbrar. Un complejo nuevo escenario que ya afecta a casi todos los actores de Oriente Medio.

Por consiguiente, 2012 mantuvo el patrón de violencia del conflicto israelí-palestino pero esta vez bajo unas condiciones regionales muy distintas.

En esta espinosa escenografía, la frontera entre el sur de Israel y la Franja de Gaza se volvió a convertir en uno de los principales protagonistas del año. Ya en marzo de 2012, cinco días de choques entre Israel y organizaciones terroristas palestinas, marcaban el preludio de la nueva ronda de violencia que estaba por llegar. Una confrontación que tocó su punto máximo en noviembre con la operación «Pilar Defensivo».

Tras unos días de intensa esclada, la movida se inició con un ataque aéreo israelí que acabó con la vida de Ahmad Jábari, jefe del brazo armado de Hamás, las Brigadas Izz a-Din al-Qassam.

Jábari estaba en la lista de terroristas más buscados por Israel al considerarse el cerebro de varios ataques contra objetivos hebreos y ser el principal responsable del secuestro del ex soldado Gilad Shalit, a quien mantuvo cinco años sin ver el sol.

Después de ocho días de mutuos ataques, la acción finalizó gracias a una tregua mediada por Egipto.

Las capacidades militares de Hamás siguen siendo inferiores a las del Ejército israelí, quien contó con el exitoso respaldo del sistema defensivo antimisiles «Cúpula de Hierro». No obstante, el avance en el alcance de los misiles de su arsenal es innegable al aumentar la distancia de éstos lanzados desde Gaza. Por primera vez desde la Guerra del Golfo, las sirenas volvieron a sonar en Tel Aviv y en Jerusalén. Un grado más de acoso psicológico a la sociedad israelí, quien vio como el problema dejó de ser una exclusividad de los habitantes del sur.

Por un lado, Israel apostó por la operación para intentar renovar su poder de disuasión militar ante Hamás y demás grupos terroristas que operan en Gaza. Por otro, Hamás intentó mantener su liderazgo ante la actividad de dichos grupos islamistas en la Franja. En este sentido, la organización fundamentalista reforzó su apoyo político en su nueva contienda contra el Estado judío. La visita de distintos mandatarios regionales al enclave costero palestino, en plena operación israelí, aportó una nueva legitimidad internacional al grupo radical separatista, evitando, además, una prolongada acción militar.

El nuevo Oriente Medio traía también en 2011 el empeoramiento de las relaciones del Estado hebreo con dos de sus principales aliados, Turquía y Egipto. Las relaciones con Turquía pasaban ya por dificultades desde el abordaje militar al navío Mavi Marmara, integrante de la flotilla que pretendió romper el bloqueo a Gaza.

Si en 2011 Turquía era quien acaparaba parte de las diputas diplomáticas de Israel, 2012 fue el momento donde los aires de cambio dejaron ver el nuevo guión de las relaciones entre Egipto y el Estado hebreo. Una nueva orientación que pasa por un renovado apoyo de El Cairo hacia la causa palestina.

Fue el papel mediador de Egipto quien marcó más diferencias en la crisis actual que vivieron Israel y Hamás. El país del Nilo cuenta ahora con el nuevo rumbo político del presidente Mohamed Mursi, un líder de los Hermanos Musulmanes. Su elección modificó la balanza de poder en la región, influyendo también en el conflicto israelí-palestino. En su prometida reorientación política de liderazgo, el mandatario egipcio envió a su primer ministro a visitar Gaza en plena operación militar israelí. Un cambio que contrastaba con la postura política tomada siempre por su predecesor, Hosni Mubarak.

A pesar del nuevo color político de El Cairo, las recientes fracturas internas creadas por un país en constante ebullición, no hacen prever, al menos a corto plazo, una amenaza para el tratado de paz firmado con Israel.

Las recurrentes corrientes nacionalistas en los territorios palestinos durante el 2011 continuaron en 2012. El estancamiento de las tratativas de paz con Israel, el eclipse político de Al Fatah frente a Hamás y las demandas populares de la «primavera árabe», impulsaron nuevamente al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, a acudir a la comunidad internacional. De este modo consiguió el reconocimiento de Naciones Unidas quien otorgó a Palestina el estatus de Estado observador no miembro.

Sin duda, el reconocimiento palestino por la ONU complicará un grado más al nuevo primer ministro israelí que surja de las próximas eleccciones del 22 de enero.

Si no hay sorpresas de ultimo momento, será un nuevo mandato para Bibi Netanyahu en donde la fragmentación política israelí, las divisiones entre religiosos y laicos, las cada vez más amplias brechas sociales, una crisis siria más abierta que nunca, un Egipto ardiente, una Jordania al borde de severos cambios, una Autoridad Palestina sumergida en la desesperación y un siempre amenazante programa nuclear iraní, auguran para 2013 un año con demasiada incertidumbre.

Brindemos para que nos volvamos a ver en 2014.

¡Buena Semana!