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Otoño nuclear

Estimados,

Irán domina las primeras páginas de la prensa isrealí varias semanas. El motivo es de alta preocupación: un eventual ataque hebreo a las instalaciones nucleares del Gobierno de Teherán.

Israel considera una amenaza existencial la posibilidad de que Irán se haga con armamentos atómicos.

El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, para resaltar la necesidad de actuar lo antes posible, recurrió a lo que llama «zona de inmunidad; la idea de que llegará un momento a partir del cual el programa nuclear iraní no podrá ser destruido con bombas israelíes, porque parte de su infraestructura estará protegida bajo tierra.

«Si yo fuera iraní, en los próximos tres meses estaría preocupado», fueron las declaraciones formuladas dos semanas atrás por el ex jefe del Mossad, Efraim Halevy, que se convirtieron en un modelo del debate público israelí sobre lo que algunos aquí llaman «el dilema entre la bomba o el bombardeo».

Al desarrollarse infructuosamente hasta ahora las negociaciones entre la República Islámica y las potencias occidentales, sin que se halle fórmula alguna que detenga el programa nuclear iraní, en Israel aumenta la ansiedad.

El primer ministro Binyamín Netanyahu aclaró que «Irán no cree que hablamos en serio». Barak agregó que «ya queda poco tiempo» y la impresión que dejan los líderes es que si no se toma una resolución estratégica rápida y concreta sobre un ataque, Irán llegará a tener poderío nuclear.

Para los israelíes, ese desenlace, en un país gobernado ayatolás fanáticos y cuyos dirigentes máximos llaman a la destrucción del Estado hebreo, es una ecuación inaceptable, una amenaza existencial.

En medio de ese complejo mosaico de discusiones al respecto, las declaraciones de Halevy causaron un fragor especial, ya que dieron la sensación de un cronograma claro, o al menos mucho más cercano, de lo que se piensa en general.

El ex jefe del Mossad aclaró después que no se refería a nada específico, que él por cierto ya no está hace años en su cargo y que por ende no tiene la información actualizada sobre lo que está ocurriendo en estos momentos.

Pero a él se le sumó el ex jefe del Servicio de Inteligencia, el general retirado Aharón Zeevi Farkash, quien opinó que la operación podría concretarse en los próximos meses.

Es verdad que ni Halevy ni Farkash ocupan actualmente ningún cargo por el cual tengan información confidencial actualizada. Sin embargo, ambos son considerados profesionales serios y creíbles en la material, por lo cual a su análisis se le presta especial atención.

De por medio está también la percepción generalizada en Israel de que Irán no busca en las negociaciones más que ganar tiempo, sin intención alguna de transar.

El ex miembro del Parlamento, Dr. Uzi Even, profesor de Física Molecular de la Universidad de Tel Aviv y experto en Energía Nuclear, que trabajó varios años atrás en el reactor atómico de Dimona, afirmó que estas negociaciones entre Irán y las potencias están condenadas al fracaso, como sucedió con todas las anteriores. «El Gobierno de Teherán pretende ganar tiempo; el problema es que también Estados Unidos hace lo mismo; está claro que Obama no piensa atacar Irán antes de las elecciones».

Pero el agravante no es sólo que la diplomacia no funciona y hay controversias acerca de la efectividad de las sanciones; también pesan los datos en el terreno, en lo relacionado al plan nuclear.

Según Even, «Irán ya tiene todo lo necesario para conseguir armas atómicas y lo que falta es que tome la decisión estratégica de fabricarlas, y otra decisión estratégica de lanzarlas; son dos asuntos totalmente diferentes», aclaró.

Even detalló: «Irán ya tiene cerca de cinco toneladas de uranio enriquecido a 3.5%, lo cual equivale al 70% del trabajo requerido, o sea una cantidad suficiente para fabricar entre cuatro y cinco bombas; tiene unos 150 kilos de uranio enriquecido a 20% (que es equivalente a 90% del trabajo, ya que el enriquecimiento a nivel militar, de más de 90%, es lo más sencillo y el proceso más corto); tiene una diversidad de aparatos necesarios para el proceso, el mecanismo detonador y otros elementos cuya explicación resultaría demasiado técnica.

Este experto israelí sostiene que el principal motivo de preocupación es que todo indica que el objetivo de Irán no es el que proclaman sus representantes, para uso civil y científico, sino militar. A su criterio, no hay duda que en sus instalaciones todo está destinado al enriquecimiento a nivel militar, de más de 90%.

«Si no es así, ¿para qué quieren esconder todo en las montañas o en lugares subterráneos? ¿Y para qué necesitan las tres mil centrifugas que pueden introducir allí si en Natanz tienen lugar para 54 mil y todavía no están completas? Es ilógico desde todo punto de vista, también económico. Pero no dan el brazo a torcer. Obtener el liderazgo en el mundo musulmán está por sobre todo eso», agregó.

Claro que de fondo está la gran pregunta acerca de si realmente la ecuación es bomba o bombardeo. O sea ¿es seguro acaso que si Israel bombardea las instalaciones nucleares no habrá bomba?

Lo que es imposible afirmar por ahora es si las recurrentes advertencias de Israel a Irán son el reflejo de un plan que podría llegar a concretarse o simplemente una pieza clave en la guerra psicológica.

Halevy y otros dejan en claro que el tono de Netanyahu y Barak es serio y creíble, que no están jugando. Sólo ellos dos saben la verdad.

Pero mientras la opinión pública israelí, expertos a distintos niveles, políticos y ex jerarcas militares continúan debatiendo abiertamente las ventajas y desventajas de una eventual operación militar contra las instalaciones nucleares de Irán, Netanyahu y Barak ya habrían decidido concretar el ataque.

Se aproxima un otoño gris.

¡Buena Semana!