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Del Carmel a Moshé Silman

Estimados,

El Contralor del Estado de Israel, Mija Lindenstrauss, presentó su informe sobre el incendio en el Monte Carmel en el cual las llamas se cobraron la vida de 44 personas, entre ellas 37 cadetes y sus oficiales del Servicio de Prisiones que se dirigían en un autobús a la cárcel de Damón para evacuar a los reclusos. Tres agentes de la policía y tres bomberos también murieron en el siniestro.

El informe enfatizó la falta de infraestructuras modernas necesarias en Israel para poder combatir incendios de semejante magnitud así como el fracaso total de los ministerios pertinentes para renovar e instruir adecuadamente al cuerpo de bomberos.

El Contralor puso énfasis especial en la responsabilidad de los ministros de Interior, Eli Yishai, y Finanzas, Yuval Steinitz, y subrayó «la falta de incumbencia general» del ministro de Seguridad Interior, Itzjak Aharonovitch, y del primer ministro, Binyamín Netanyahu, por las múltiples fallas que condujeron al desastre.

Árbol sin fruto soy yo;
ando volteando la flor.
Solo en el viento sembré
y al fin me seco en el sol.

Vuelvo a brotar,
vuelvo a sentir.
Pero de vicio será.
Sin sombra me he de morir.

Moshé Silman, de 57 años, hijo de un sobreviviente del Holocausto y residente en la ciudad de Haifa, se prendió fuego durante una manifestación de «indignados» en Tel Aviv organizada para recordar el primer aniversario de las movilizaciones a favor de una mayor justicia social y para protestar por el alto costo de la vida. Los médicos informaron que su estado es crítico.

Silman repartió varias copias de una carta que leyó antes de arder en llamas. «El Estado de Israel me ha robado; me ha dejado sin nada». Silman culpó al primer ministro, Binyamín Netanyahu, al ministro de Finanzas, Yuval Steinitz y al Seguro Social israelí por la continua humillación que tienen que soportar día tras día los ciudadanos del país. «Le quitan a los pobres para darles a los ricos», denunció deseperado.

La noche llora por mí;
mi flor estrella será;
aunque en el amanecer,
el sol la marchitará.
 
Con la ilusión
he de morir.
Tengo en el sueño que hundir
mi corazón de raíz.

El poeta israelí, Natán Zach, escribió que el hombre es como el árbol del campo. Así como el hombre, el árbol crece. Al igual que el árbol, el hombre se quiebra. Como el árbol, el hombre aspira hacia lo más alto; y ambos se consumen en llamas.

Mientras tanto, nuestros líderes callan en sus sillones.

¡Buena Semana!