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El reino grotesco

Estimados,

Sólo en el reino grotesco, 30 kilómetros alcanzan para separar los sonidos de la música de las fiestas de Purim, del ulular de las sirenas que urgen a los habitantes de Sderot, Ashdod, Netivot o Ashkelón a guarecerse ante nuevos lanzamientos de misiles.

Sólo en el reino grotesco, los aviones de combate cortan el cielo azul en vuelo hacia otra serie de bombardeos quirúrgicos, mientras sobre la tierra firme la fiesta nunca acaba.

Sólo en el reino grotesco, en un casamiento en Beer Sheva, más de 200 invitados bailan, suenan las sirenas, corren a los refugios, oyen el estallido del «Cúpula de Hiero», regresan, continúan bailando, escuchan nuevamente las alarmas, refugios, «Cúpula de Hierro», retorno, sigue el baile; así sucesivamente cuatro veces, y todos contentos.

Sólo en el reino grotesco, los reportes de noticias radiofónicas comienzan con carreteras bloqueadas como consecuencia de un número excesivo de automóviles, y otras que permanecen cerradas a causa de disparos de cohetes.

Las palabras habituales se extraen con cíclica regularidad: ronda de violencia; cohetes; «Cúpula de Hierro»; evaluación de la situación; momentos de calma.

¡Qué bien entrenados estamos! Posiblemente, demasiado bien. Tanto es así, que nadie se pregunta por qué no ocurre nada de cara a los palestinos.

Nadie se interesa que dentro de poco se tendrá que declarar otra tregua; y después otra más; y volverá la falsa calma; y este gobierno nulo será capaz de continuar adelante y enterrar la opción diplomática hasta el próximo round.

Cuando Bibi regresó de Washington, su gente traía un importante logro: la eliminación de las negociaciones con los palestinos de la agenda noteamericana. «¡Lo logramos!», afirmaron, «Ahora sólo está sobre la mesa el asunto iraní».

Entonces, ¿quién quiere en estos momentos hablar con Mahmud Abbás y enredarse con Avigdor Liberman o Eli Yishai y con los judíos en los asentamientos? Si hasta podríamos poner en peligro el avance logrado.

Pensándolo bien, y haciendo uso de memoria, se hizo más políticamente durante el gobierno paralítico de Itzjak Shamir. En cambio, con el Ejecutivo de Bibi no se consigue nada. Un total estancamiento.

En el ámbito social, está respondiendo al movimiento de los «indignados» con un corte de mangas, mientras suben los precios del petróleo, la electricidad, el transporte, los alimentos, los medicamentos y demás. En el ámbito diplomático, no existe ningún camino trazado, ningún plan y sobre todo, ninguna voluntad de avanzar hacia ningún lado.

La palabra mágica es Irán, y las amenazas de guerra silencian todo y permiten que este enorme gobierno se hunda en un estado de coma sin previo aviso de culminación.

Porque sólo en el reino grotesco, un primer ministro en un estado de coma ejecutivo recibe en las encuestas 37 escaños en el Parlamento y su próximo mandato parece estar asegurado.

Sólo en el reino grotesco tenemos una dirigencia indigna de sus ciudadanos, que sufren en silencio las sirenas y afrontan el horror sin pronunciar una sola palabra, en el entendimiento de que ellos también son soldados en esta guerra.

Porque sólo en el reino grotesco, una tregua significa que la cuenta regresiva para la siguiente ya comenzó. Lo único desconocido en el reino grotesco, es cuánta sangre se derramará entre una y otra.

Uno puede contar con ello; no sucederá nada más antes de eso.

¡Buena Semana!