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Hacia el oscurantismo

Estimados,

No siempre el pueblo judío fue "una luz para los gentiles". En 1666, por ejemplo, en el mismo año en que Isaac Newton escribió su "ley del inverso del cuadrado de la gravitación" y descubrió "los principios del cálculo diferencial e integral", la dirigencia judía en aquella época se hallaba sumergida en una apasionante y categórica discusión: ¿Shabtai Tzví - el falso Mesías - descendía o no de la Casa de David?



En momentos críticos de la historia puede acontecer que un liderazgo débil, presionado por minorías influyentes de su ejecutivo, deje de lado lo primordial y pase a ocuparse de lo que cree que son sus necesidades más inmediatas.

Es así que hace varios meses venimos escuchado los discursos de la ultraderecha nacionalista y ortodoxa. Algunos de sus representantes no expresan más que remordimientos; otros se preguntan: "¿Qué nos pasó?"; otros optan por lamentarse: "Los jóvenes de las colinas y los ultraortodoxos actúan en contra de nuestra ideología".

Eso sí; todos tienen un enemigo común: la izquierda, un adversario terrible, sombrío; el causante de todos sus males. Un satanás astuto y escurridizo que controla la prensa, el gobierno de Bibi y la diplomacia mundial. "Si no fuera por esa maldita izquierda, nuestra predisposición a negociar la paz y nuestra aceptación sin límites de la normas del estado de derecho hubieran sido entendidas íntegramente por todos", se quejan los ideólogos de los vándalos poniendo cara de pobrecitos. Resulta interesante saber cuánto tiempo más habrán de utilizar la misma excusa acerca de ese espantapájaros endeble incapaz ya de asustar a nadie, ni siquiera a sí mismo.

Durante la mayor parte de los últimos 30 años, la derecha y ultraderecha han controlado el gobierno de Israel. El laborismo se liberó de su influencia sólo hace poco tiempo. El Partido Laborista histórico nunca aceptó el hecho de que los israelíes prefirieron al Likud y a sus compinches. Nunca aceptó renunciar a formar parte del gobierno y se convirtió en una hoja de parra por excelencia; el certificado de kashrut de los fracasos de la ultraderecha nacionalista y ultraortodoxa en todos los ámbitos, y el principal depurador de todos sus parásitos.

Pero desde que Ehud Barak decidió enviar a sus antiguos compañeros a la oposición, una cosa es indudable: El actual gobierno de Bibi no tiene derivados de izquierda de ninguna clase; su accionar, aunque parezca mentira, tampoco provocó la aparición de un nuevo partido que represente a una auténtica y firme oposición.

Ahora ellos están solos. Toda esa mugre ultraderechista y ultraortodoxa les pertenece; y son ellos los que deben ocuparse de limpiarla. Así es como se ve una coalición de ultraderecha y ultraortodoxa cuando ya no dispone de una niñera exhausta que camine detrás de ella recogiendo la basura. Esa es la coalición gubernamental de sus sueños: legislación de ultraderecha contra todo: minorías, prensa, Corte Suprema; ONGs, etc., nacionalismo agresivo proveniente de las colinas de Cisjordania y grupos ultraortodoxos salvajes que escupen, insultan y discriminan. Eso es lo que son. Ellos fueron los elegidos por la Nación para que volvamos a marchar detrás de los nuevos falsos Mesías.

Que no los incomoden. Que lleguen hasta el final de su desequilibrada legislación, y hasta el final de su comprensión política. Que gobiernen. No sólo está prohibido interferir; cuando someten a votación sus imbéciles leyes, lo que resta de la oposición debe rehusar a tomar parte en ella. Que sólo puedan explicar que lograron la aprobación por medio del abuso de poder de una mayoría opresora ultraderechista, ultraortodoxa y con el apoyo de facciones anti-sionistas.

La oposición debe también dejar de llevar a cabo iniciativas de paz por cuenta propia. De seguir así, no hace más que empeorar la situación; crear ilusiones, en el país o en el extranjero, de que la realidad actual es algo solamente temporal; de que todavía puede ser posible guardar otra vez a los enormes y amenazantes genios en sus pequeñas lámparas mágicas. Pensar así es engañarse cínicamente. Es imposible. Hemos atravesado ya todos los límites y todos los puntos de no retorno.

En los últimos años el proceso se desarrollaba de la siguiente manera: la izquierda sionista difundía la esperanza de que a lo mejor - con mucha tolerancia, predisposición y esfuerzo - podrían encontrarse soluciones. Mientras tanto, ellos, en la práctica,  se ocupaban de generar hechos desalentadores. Con el tiempo, la retórica de la izquierda sionista tuvo cierto éxito: Bibi llegó a pronunciar "Dos Estados"; pero todo fracasó. El accionar de la ultraderecha y la ultraortodoxia ha triunfado, y de hecho, es lo que nos está matando a todos ahora.

Así que basta de ilusiones. Ya no hay dos Estados posibles. Ahora es el turno de que la ultraderecha nacionalista y los ultraortodoxos viajen por el mundo tratando de explicar y esclarecer sus oscuras propuestas y convicciones totalmente liberados de esa capa de engañoso maquillaje que la izquierda le proporcionaba.

El tiempo - muy corto, por cierto - dirá si esa mercadería tiene o no demanda.

Mientras tanto, marchamos como rebaño hacia el oscurantismo. De seguir así, no será necesario que el último apague la luz.

¡Buena Semana!