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Palabra de Liberman

Estimados

"No tengo nada de que preocuparme", dijo esta semana el ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, en la Asamblea General de su partido, Israel Beiteinu, y agregó: "Ustedes ya saben que mi palabra vale".


Yehuda Weinstein fue elegido Fiscal General del Estado de Israel gracias a su vasta experiencia como jurisconsulto y como abogado defensor de figuras públicas. De hecho, Weinstein llevó consigo hasta su elevada posición el punto de vista del defensor clásico. No es de esperar que firme acusaciones a la ligera.

Cuando tomó posesión del cargo lo esperaba una recomendación de la policía para acusar formalmente a Liberman. Weinstein deliberó, sopesó el asunto y al final se decidió por presentar una acusación grave que incluye fraude, violación de confianza, lavado de dinero y acoso de testigos.

En teoría, se trata de una decisión condicionada, ya que en una audiencia ante Weinstein, Liberman y sus abogados pueden persuadir al Fiscal General de que tales transgresiones nunca ocurrieron o no constituyen ningún delito. Podrían también argumentar que ningún juez quedaría impresionado ante la evidencia que obra en el expediente hasta el punto de declarar una condena.

De hecho, lo que se opone a una posible revocación de la decisión durante una audiencia es el largo y hasta exagerado retraso en la toma de la decisión misma y la visión de abogado defensor firmemente arraigada en el fiscal Weinstein.

Por lo cual la situación actual se resume en que el potencial acusado Liberman mantiene la presunción de inocencia en calidad de ciudadano que hasta ahora sólo ha estado bajo sospecha.

Sin embargo, resulta inconcebible que Israel sea representado a nivel internacional en momentos tan cruciales por una persona a quien su propia Fiscalía General considera un estafador, un tramposo, un lavador de dinero y un acosador de testigos que planeó y llevó a cabo, desde hace años y en todos los continentes, una serie de delitos punibles con largas penas de prisión.

Durante las últimas dos décadas, la práctica en Israel ha sido que los ministros de gabinete renuncien a su cargo en caso de que el fiscal general decidiera su procesamiento.

Mientras la decisión de Weinstein continúe cerniéndose amenazadoramente sobre Liberman, no es adecuado para él ni para nosotros que siga desempeñándose como viceprimer ministro y jefe de la diplomacia israelí.

Llegó el momento en que Liberman entienda que la palabra, igual que la imagen, realmente tiene valor.

¡Jag Sameaj y Buena Semana!