Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

Dios canciller

Binyamín Netanyahu y Tzipi HotovelyEstimados,

«Necesitamos volver a la verdad 'básica' de nuestros derechos sobre este país. Esta tierra es nuestra. Toda ella es nuestra. No vinimos acá a disculparnos por ello», sentenció la «nueva estrella» del Likud, el partido de Bibi, en un discurso de «contindentes argumentos politicos» frente al cuerpo diplomático del Estado judío.

Y es que Tzipi Hotovely (36) se encargará de dirigir la cancillería en el día a día ya que Bibi no encontró a alguien más responsable sin cartuchos de dinamita en la mano y decidió que él mismo ocupará formalmente ese cargo. Desde ahora, Bibi cumple; Tzipi dignifica.

Aunque cueste creer, Hotovely, judía ortodoxa y vicejefa de la diplomacia hebrea, utilizó varios pasajes bíblicos para «argumentar» el derecho del Estado hebreo al que definió como «Tierra Santa» y destacó que «se trata de todo el territorio que Dios le prometió a los judíos para fundar Israel», una creencia religiosa sobre la que, de acuerdo con la joven política, se construyó el Estado hace 67 años.

Pero Hotovely no es la primera en designar a Dios como auténtico canciller y director de hasbará de Israel. Después de todo, 21 diputados de partidos religiosos - ultranacionalistas y ultraortodoxos - a los que debe sumarse otros creyentes que militan en diferentes facciones parlamentarias, le otorgan al Todopoderoso mayoría absoluta incluso por encima de Bibi.

No por nada sobre esta creencia también descansan los «lógicos argumentos políticos» de las autoridades del Estado judío para construir y seguir expandiendo asentamientos en los territorios conquistados militarmente, una movida con una original justificación que líderes mundiales, que también recurren de vez en cuando a Dios por tal o cual «necesidad milagrosa», no acaban de digerir.

«Esperamos que la comunidad internacional reconozca como principio el derecho que Dios le otorgó Israel para construir casas para los judíos en su tierra natal, en toda ella», sentenció Hotovely, visiblemente aliada del Creador.

La casi totalidad de la dirigencia política israelí y, según los últimos resultados electorales, la mayoría de los ciudadanos del Estado judío están religiosamente convencidos que el territorio nacional incluye Judea y Samaria (Cisjordania), una superficie en donde, a pesar de Dios - o a la buena de Dios - viven más de dos millones y medio de palestinos bajo régimen militar sin derechos civiles.

Durante la última campaña electoral, en marzo pasado, Bibi prometió que de ser reelecto no permitiría la creación de un Estado palestino. Después de su famoso discurso en la Universidad de Bar Ilán («dos Estados para dos pueblos»), el giro político podía deberse a cuestiones de seguridad; más que nada a los peligrosos cambios politicos que se vienen dando en la región con países que aparecen y desaparecen como por arte de magia mientras el mundo sigue en su carnaval.

Sin embargo no fue así. Unos días después de ganar en las urnas y formar una ajustada mayoría parlamentaria, Bibi calmó a sus aliados internacionales y retomó el discurso a favor de la fórmula de dos Estados sin que Dios se enojara por ello.

Todo hasta que llegó la «Doctrina Hotovely»: «Israel debe reafirmar el 'derecho divino' (sic) ante las consideraciones de justicia y moralidad que maneja la comunidad internacional. Hasta hoy intentamos ser sabios, pero no explicamos que el 'derecho divino' está con nosotros», trató de hacernos entender. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes?

Con nosotros vaya y pase. Personalmente, no creo que tenga muchos problemas de esclarecimiento. Aquí en Israel ya estamos acostumbrados casi a cualquier cosa. Es más, tampoco me sorprendería que las dirigencias de las diferentes comunidades judías de la diáspora se apresuren a adoptar en sus agendas este nuevo «argumento divino» para alinearse con Tzipi; tan simpática ella.

El asunto es qué hará Hotovely cuando deba medirse con líderes mundiales que no desayunan leyendo la Biblia. También a ello se refirió con su lógica particular: «Israel a veces hace hincapié en presentar argumentos aceptables en términos diplomáticos (?). Pero cuando la gente cuestiona la mera existencia de nuestro Estado, debemos reafirmar nuestros derechos a esta tierra basados en la promesa divina a la que nadie menciona», destacó firme, segura y orgullosa.

A modo de comparación, y sin querer ofender a nadie, Hezbolá, en árabe, significa «Partido de Dios». O sea que por fin se podrán reanudar las negociaciones entre árabes e israelíes hacia una paz definitiva sobre la base de Nasrallah y Hotovely proponen y Dios dispone.

Nuestra desgracia resalta aún más cuando recordamos que en el mismo sillón que hoy ocupa Hotovely, se sentaron alguna vez políticos de la talla de Moshé Sharet, Golda Meir, Abba Eban, Ygal Alón, Moshé Dayán o Shimón Peres, entre otros, que a pesar de sus errores, entendían muy bien la frase bíblica «Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Parafraseando a Albert Einstein, a pesar de Hotovely, lamentablemente el azar no existe; Dios no juega a los dados.

¡Buena Semana!