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Dos años con Bibi

Generalmente los políticos desean llegar al poder con el fin de impedir maniobras que contradicen sus convicciones o para efectuar cambios. La pregunta que muchos formulan, al cumplirse dos años del gobierno de Netanyahu, es ¿cuál es su objetivo?

¿Acaso algo arde en su médula? Hace dos años parecería que el asunto pincipal para Netanyah era Irán, ¿pero se podría decir que actualmente es eso lo más importante que figura en su agenda? ¿que el gobierno llevó a cabo acciones que sus antecesores no hicieron?

Políticamente, Netanyahu se merece mirar hacia atrás con satisfacción. Las estadísticas le ofrecen dos o tres bancas más en el Parlamento de las que ya recibió en 2009. Las encuestas le posibilitan constituir nuevamente un gobierno de derecha.

Bibi supo formar una coalición acorde a su concepción, y principalmente demostró su capacidad para cuidarla, saber cuando hay que aflojar y hacer concesiones, comprendiendo a ciencia cierta que una exagerada obstinación podría privarlo de apoyo.

Desde el punto de vista económico, todo está en orden. Israel florece, la economía se ve estable. El público es optimista, y el hecho de que las diferencias sociales sean cada más grandes no origina en la mayoría de los que pagan ese precio una deserción hacia el campo contrario.

Hace años que la derecha sabe que aún cuando sus gobiernos castigan a las capas más debilitadas, puede confiar que en el día de las elecciones, los débiles continuarán votándola. Eso también ocurre en la mayoría de los países del mundo.

La alianza derecha/ultra-ortodoxia es esencial. Sin ella, el gobierno de derecha no tendría mayoría ideológica. Parte de los líderes de la derecha se traga la píldora amarga, y otra lo ve como una exigencia imprescindible. Ningún cambio real se ejecutó en el tema de incorporar jóvenes de los seminarios rabínicos, cuyo número se incrementó, a la economía o al ejército.

Las asignaciones presupuestarias a los ortodoxos continúan, y determinan su incremento y su obstinación para abstenerse de salir de sus murallas e integrarse a la sociedad.

Estos dos años se caracterizan también por una legislación nacionalista radical. Aún cuando la misma no le resulte cómoda a Netanyahu, éste no se manifiesta al respecto.

El aislamiento de Israel en el mundo es el cambio más significativo que tuvo lugar en los dos últimos años. La operación Plomo Fundido, ejecutada durante los días de Olmert, enfrentó al gobierno de Netanyahu a un desafío político que no fue correspondido.

A pesar de las habladurías de los americanos sobre relaciones excelentes, se puede afirmar con seguridad que las mismas nunca fueron tan malas como ahora.

Obama considera a Abu Mazen y a Salam Fayyad líderes cercanos a sus convicciones, mietras que Liberman e Yishai representan todo lo contrario a ellas. Cuando algo anda mal, Netanyahu recurre directamente a los republicanos, de cuyos éxitos en las últimas elecciones parlamentarias absorbe incentivos. De esta manera, a los ojos de la actual administración norteamericana, Israel se identifica con sus grandes rivales internos; se trata de un enfrentamiento que puede poner en peligro sus intereses más importantes.

El gobierno de Obama no entiende hacia dónde trata Netanyahu de conducir su agenda política y pierde la paciencia ante su forma de escurrirse de proponer una iniciativa propia. El ejecutivo no esperaba su oposición a una nueva moratoria en los asentamientos y llegó a la conclusión de que él no está dispuesto a pagar el precio imprescindible para llegar a un acuerdo. No por sus socios de la coalición gubernamental, sino por él mismo.

Cuando Israel es boicoteado en más y más lugares del mundo, cuando generales y políticos temen ser arrestados en diversos lugares, cuando israelíes no pueden manifestarse libremente en universidades de EE.UU, Netanyahu debe preguntarse a si mismo cómo se llegó a todo esto.

El boletín de calificaciones del gobierno es muy variado. Las notas en política de sobrevivencia son muy altas. El puntaje en economía es bueno. Socialmente, es malo. La calificación en derechos humanos, catastrófica. La nota en el terreno político es "aplazado".

Pero el peor puntaje se refiere a que dos años después de su formación, aún no tenemos la más mínima idea de qué es lo que el gobierno realmente quiere.

Fuente: Israel Hayom - 1.4.11
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il