Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

No retornarán


Les tengo noticias, mis queridos primos: No retornarán a Israel - al menos, no durante su vida. No van a regresar al Israel que existe dentro de la Línea Verde. Sesenta y tres años han pasado desde aquella guerra; ya es tiempo de abrazar otros sueños.

Marchan hacia la valla fronteriza en Majdal Shams, Maroun al-Ras, Erez y Kalandiya. Portan banderas palestinas y una firme decisión de regresar a los pueblos que sus abuelos perdieron en 1948.

Sus políticos les aseguraron que finalmente ocurrirá. Los clérigos les prometieron la ayuda de Alá. Los patrocinadores externos les han provisto de banderas y autobuses. Se embarcan en su misión con la confianza de que el proyecto sionista - tal como lo entiende Ismail Haniyeh - está destinado al colapso. Un pequeño empujón más y toda la Tierra de Israel, desde el Jordán hasta el mar, se convertirá en Palestina.

Les tengo noticias, mis queridos primos: Eso no va a suceder - al menos, no durante su vida. No van a regresar al Israel que existe dentro de la Línea Verde. Sesenta y tres años han pasado desde aquella guerra; ya es tiempo de abrazar otros sueños.

Sé muy bien que ninguno de los manifestantes del Día de la Nakba estará leyendo estas líneas. Sin embargo, dedicados hombres trabajan con esmero en una pequeña habitación en la Muqataa de Ramallah, ocupados en traducir para Mahmud Abbás y sus ministros cada palabra pertinente publicada en la prensa israelí. Mis palabras están dirigidas a ellos.

Abbás es el político más humano y encantador de los tres gobiernos que actualmente operan en la Tierra de Israel. Al igual que todos los políticos, siempre está atento para captar el estado de ánimo de su electorado. A veces, las palabras que salen de su boca resultan más fuertes que él; se exalta.

En la víspera del Día de la Nakba le prometió a su pueblo que ningún líder palestino renunciará al derecho de retorno. "El retorno no es un eslogan", afirmó. "Palestina es nuestra". Abbás se abstuvo de aclarar cómo y cuándo habrá de cumplirse este derecho: ya sea mediante una compensación monetaria o un regreso físico, o bien, dentro del futuro Estado palestino o en Israel mismo; cualquiera podría dar una versión distinta de lo que quiso decir haciendo suyas las palabras del líder palestino.

En conversaciones privadas, altos funcionarios de la Autoridad Palestina han sostenido durante años que ya no era posible volver atrás. Los refugiados podrán optar por la rehabilitación en sus países de residencia o en el Estado palestino, o bien, recibiránuna compensación monetaria.

Sin embargo, señalan a su propio pueblo un estado de cosas diferente. No son capaces de informar con seriedad a los cientos de miles que viven en los campamentos de refugiados en Siria y el Líbano de que no les será posible regresar. En lugar de eso, sólo cultivan sueños imposibles de un retorno que no habrá de materializarse.

Abbás mismo se encontró frente a un gran problema hace unos meses atrás, luego de que Wikileaks publicara unas declaraciones suyas en una conversación con un diplomático de EE.UU acerca de la inutilidad de insistir en el derecho al retorno. Por supuesto, Abbás se apresuró a negar la información.

Cuando se les pregunta a los estadistas palestinos por qué no les dicen la verdad a su gente, responden que el derecho al retorno constituye una moneda de cambio: renunciarán a ella sólo si reciben una concesión israelí equivalente, por ejemplo, Jerusalén Oriental. Su posición es aparentemente lógica: En el bazar de Oriente Medio sólo se respeta a quienes saben negociar al regateo. Pero las ilusiones poseen poder propio. Las falsas esperanzas que estos políticos fomentan en el ánimo de su pueblo pueden transformarse en una arrasadora violencia extendiéndose por toda la región. El tigre que pretenden dominar es impredecible.

No sólo a los palestinos se les debe decir la verdad sobre el derecho al retorno, sino también a los israelíes. Para los israelíes que están a favor de la solución de dos Estados, la revocación de la posibilidad del regreso a Israel señala un límite por fuera de sus exigencias. A muchos derechistas no les importa en absoluto: Su objetivo es establecer un solo Estado; un Estado apartheid. También en la izquierda hay gente a quienes no les preocupa: ellos también anhelan el establecimiento de un solo Estado; un Estado Nakba.

Sin embargo, aquellos que desean vivir en el Estado soberano, sionista y democrático de Israel no tienen más opción que continuar diciéndoles a nuestros primos: Con el debido respeto, lo acontecido en el pasado, en el pasado queda. Estamos destinados a compartir: Nosotros regresaremos nuestros colonos a nuestro país; ustedes absorberán a sus refugiados en el suyo.

No podrán regresar a Israel.

Fuente: Yediot Aharonot - 20.5.11
Traducción: www.argentina.co.il