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Israel y la educación ultraortodoxa

«Enseñar a los niños únicamente Torá es una aberración moderna». El rabino Haim Amsalem no duda al usar las palabras en forma categórica, criticando a gran parte del sistema educativo ultraortodoxo (haredí) de Israel en el que él mismo creció.

Su problema, casi de más está decirlo, no es que los alumnos del sistema ortodoxo de Israel estudien Torá, los primeros cinco libros de la Biblia, sino que se limiten sólo a ello.

El problema no es lo que sí se estudia, sino lo que no: las materias que en Israel se conocen como la «libá» (en hebreo, el núcleo), o sea materias claves en el mundo moderno como matemáticas e inglés, entre muchas otras, esenciales para tener una educación básica que prepare a todo ciudadano para el mundo en el que vive.

«El mundo ultraortodoxo en el que yo vivo no educa a sus niños de acuerdo con la tradición judía», acusa Amsalem. «Nuestra tradición nos enseña que aprender una profesión para sustentar a la familia con dignidad, paralelamente al estudio de la Torá y a un estilo de vida que observe los preceptos de la misma, es el más alto de los ideales».

En otras palabras: estudiar materias que preparan al niño para la vida adulta en sociedad, no sólo no choca con los preceptos básicos de la religión judía y la observancia religiosa, sino que los hace respetar.

Amsalem tambien llama a que todos hagan el servicio militar.

La preocupante situación de separación total entre los estudios generales y los judaicos en la red haredí, ha comenzado a cambiar muy paulatinamente. Hoy hay escuelas ultraortodoxas en las que se combina el estudio de la Torá con los estudios generales, otras en las que se estudia la Torá de mañana y se dedica la tarde a los estudios generales. Pero hay numerosas donde el estudio exclusivo es el religioso.

El tema ha sido fuente de seria polémica también a nivel político en Israel, por el hecho de que el sector ultraortodoxo está representado por diversos partidos políticos propios, con fuerza concreta en las coaliciones de gobierno. A pesar de ello, en los últimos años ha comenzado un proceso gradual de cambio, y el ministro de Educación, Gideón Saar, retiró presupuestos parcialmente a escuelas primarias y secundarias que rehusaban enseñar el programa curricular.
 
Pero en algunas de las varias corrientes del sector haredí, el rechazo a lo que ven como imposición desde afuera es aún muy grande.

«Aunque nos quiten todos los presupuestos, no lo aceptaremos», había declarado el portavoz de Moshé Gafni, presidente de la Comisión de Finanzas del Parlamento israelí, uno de los diputados ultraortodoxos.

De por medio hay también lo que se percibe como una lucha por la autoridad, con rabinos determinando que las autoridades laicas del Estado no tienen por qué decidir en base a qué tipo de valores estudian los niños ultraortodoxos.

El problema central, analizado a nivel de la sociedad israelí en general, va más allá de la etapa escolar y se traduce por cierto en el hecho de que un alumno no preparado para la vida moderna es un adulto incapaz de mantenerse, dependiente de la ayuda social que el Estado le brinde.

Esta situación no fue nunca característica de los religiosos judíos.

Estudios paralelos

En todas aquellas sociedades en las que viven, paralelamente a su observancia religiosa trabajan para mantenerse. Evidentemente, antes de ello, estudian de acuerdo al programa curricular obligatorio en sus respectivos países y el estudio de las Sagradas Escrituras es aparte, intenso y pleno, pero no en lugar del primero.

En Israel se ha dado en las últimas décadas este nuevo fenómeno, derivado de la incidencia política de los partidos ultraortodoxos que numerosos gobiernos han considerado esenciales para sus respectivas coaliciones.

Uno de los mayores sabios judíos, Maimónides, enseñó - siendo él mismo no sólo erudito en la Torá sino también médico, entre otras cosas - que «toda aquella persona que toma la decisión de estudiar la Torá sin tener una fuente de trabajo para poder abstenerse de la caridad, profana el nombre de Dios, avergüenza a la Torá, extingue la ley de la religión y se daña a sí mismo».

«Nadie puede optar por cargar a la comunidad con su manutención», advierte Amsalem, diputado y jefe del moviniento Am Shalem (Pueblo entero, en hebreo). «Pero eso es exactamente lo que hace el sistema escolar haredí».

Cabe señalar que el sistema educativo ultraortodoxo tiene a su cargo a algo más de 200 mil niños.

El estudio del crecimiento del sistema educativo haredí entre 2001 y 2017, muestra que es el mayor de la sociedad israelí: 91%. En números de estudiantes: de 270 mil en 2013 a 310 mil en 2017, mientras que en el mismo lapso, el sistema educativo del Estado crecerá de 670 mil a 699 mil. Y el sistema general pasará de un millón 579 mil alumnos en 2013 a un millón 695 mil en 2017, un aumento total de 7.3%.

El sistema educativo general, en el mismo lapso, crecerá sólo un 2%.

Los datos son de la Oficina Central de Estadísticas de Israel.

Fuente: El Universal