Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

La verdad de Bibi

Con sus propias manos, Netanyahu y Liberman han convertido a Abu Mazen en el héroe que no es. También han hecho de Israel aquel leproso que no debería ser. El primer ministro y su canciller han conducido a Israel a un aislamiento diplomático sin precedentes.

Esta semana el primer ministro Binyamín Netanyahu viajó a Nueva York para decir la verdad. La verdad es esta: Nuestra situación nunca ha sido tan desalentadora.

Ha habido situaciones mucho más peligrosas en el pasado - por ejemplo, a comienzos de la década del '50, cuando Israel no tenía ni un solo aliado estratégico. Situaciones mucho más indignantes se presentaron en el pasado - por ejemplo, a mediados de la década del '70, cuando la Asamblea General de la ONU resolvió que el sionismo es racismo. Pero nunca hemos llegado a un estado tan lamentable como el de ahora. La grotesca política exterior de Netanyahu y su ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, ha hecho de Israel una lamentable y desamparada entidad política.

La razón es simple: En la guerra, la mejor defensa es el ataque. En la diplomacia, el mejor ataque consiste en dar. Sólo si se concede alguna cosa se puede obtener otra: adquirir aliados y aumentar el propio poder. Sin embargo, el Israel de Netanyahu-Liberman es un país tacaño, incapaz de dar. Por esa razón, tampoco recibe nada ni logra hacerse de aliados, mientras va debilitándose peligrosamente. No hace más que perder recurso tras recurso, posición tras posición; está quedando totalmente aislado.

Entendámonos: En el actual juego de niños, el rol de chico malo le corresponde a los palestinos. Israel sigue siendo una potencia ocupante, pero Palestina es el agresor.

Si bien Israel reconoce al estado-nación del pueblo palestino, Palestina se niega a reconocer al estado-nación del pueblo judío. Si bien Israel les ofreció a los palestinos el mapa del ex primer ministro israelí, Ehud Olmert, los palestinos no le han ofrecido a Israel fronteras defendibles que garanticen su existencia. Todavía rechazan la única receta para dividir el país: 1967 a cambio de 1948, el ejercicio del derecho de autodeterminación a cambio de la renuncia al derecho de retorno.

Los palestinos - que rechazaron hace una década la oferta del entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, al igual que hicieron con la oferta de Olmert hace tres años, son quienes, durante los últimos dos años, se han negado a hablar con Netanyahu. Ellos fueron y son quienes realmente rechazan la paz.

Pero el hecho mismo de que sean los palestinos los chicos malos demuestra hasta qué grado Netanyahu y Liberman se comportan como niños tontos. Hubiera sido tan fácil desenmascarar al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás.

Pero para lograrlo, se necesitaba de imaginación, creatividad y audacia israelí. Era necesario ofrecer una concesión israelí: la adopción de la iniciativa de Olmert, o bien, la continuación de la retirada de Ariel Sharón, o la implementación del acuerdo provisional de Shaul Mofaz.

Ninguna de estas tres vías habría conducido a Israel hacia la paz. Pero cada una de ellas habría mejorado ciertamente la situación de Israel en la guerra. La batalla habría sido trasladada a territorio enemigo; no habríamos perdido legitimidad, y los palestinos habrían padecido el aislamiento. En lugar de convertirse en el saco de boxeo del mundo, Israel habría sido una vez más un jugador político serio al cual la comunidad internacional trata con la debida atención y seriedad.

El caso es que Netanyahu y Liberman no siguieron ninguno de estos tres caminos. No dieron inicio a nada; no ofrecieron ni concedieron ninguna cosa. Todo lo que han hecho durante los últimos dos años es dedicarse a soportar la presión y a preservar su honor, a preservar su honor y a soportar la presión.

Al hacerlo, han sido funcionales a la causa palestina como nunca antes lo ha sido ningún otro estadista no hostil. Con sus propias manos han convertido a Abbás en el héroe que no es. También con esas manos han hecho de Israel aquel leproso que no debería ser. El primer ministro y el ministro de Exteriores han conducido a Israel a un aislamiento diplomático sin precedentes.

Ahora, Netanyahu le está suplicando al presidente de EE.UU, Barack Obama, que nos salve de Gabón. Es muy posible que tenga éxito.

Bibi es un experto en trucos de esa naturaleza. Él tiene todo el talento que se necesita para ser un excelente ministro de Exteriores.

Pero aun si la arrogancia palestina hiciera fracasar a los palestinos en el Consejo de Seguridad, la situación básica no cambiaría. Gracias a Netanyahu y Liberman, el Estado palestino es ahora el mimado de la comunidad internacional. Gracias a ambos, ningún país es más despreciado que el Estado judío.

Fuente: Haaretz - 25.9.11
Traducción: www.argentina.co.il