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¡Hay que detenerlos!

Estaba claro de antemano: cuanto más se demora en sofocar el fuego, más arden las llamas. Y los fanáticos de ultraderecha que comenzaron a apedrear palestinos no involucrados en terrorismo, pasaron a atacar soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel.

Primero fue atacar palestinos inocentes para protestar contra decisiones del gobierno de desmantelar puestos que colonos habían instalados sin autorización. Después, el ataque contra los propios soldados, cuya presencia misma en la zona tiene como uno de sus objetivos proteger a la población judía de terroristas árabes.

Hace ya unos meses, lograron entrar a una base del ejército y arruinar varios vehículos militares, con el agravante de que a algunos les cortaron los frenos, algo que podría haber terminado, por supuesto, en muertos.
En varias oportunidades, también en las últimas semanas, desconocidos que se estima son también fanáticos de ultraderecha, prendieron fuego a mezquitas en distintas partes y las profanaron con graffitis ofensivos. Estos días lo hicieron también en dos mezquitas abandonadas, en Jerusalén.

Y el martes por la noche, un disturbio de grandes proporciones. Un grupo de varios de estos vándalos, muchos de ellos de no más de 18 años, se apersonó en la base de la Brigada Efraim que es central en Judea y Samaria, irrumpió por la fuerza al lugar y rompió ventanas y neumáticos de vehículos militares; pero no se limitó a ello. Apedrearon a oficiales y soldados, les insultaron, escupieron y hasta hirieron en la cabeza a un Teniente Coronel. "Me tiraron una piedra en la cabeza", dijo luego el oficial, "pero lo que más me dolió fue que a mí, nieto de sobrevivientes de la Shoá, me gritaban nazi".

"La próxima habrá quien use armas de fuego", advirtió un General del ejército. El General Avi Mizraji, jefe del Comando central, aclaró que las Fuerzas de Defensa de Israel continuarán implementando la política del gobierno y cumpliendo con las misiones que le son encomendadas, en evidente referencia a la planeada evacuación del puesto no autorizado Ramat Guilad, orden que despertó airadas reacciones entre el sector más radical de los colonos.

Mizraji agregó que lo sucedido cambia las reglas del juego. Y el Comandante en Jefe del ejército, Teniente General Benny Gantz, recalcó que los vándalos deben ser castigados duramente. "Tzáhal protege a su pueblo y se ha visto ahora atacado por el pueblo", declaró, calificando esta situación de "absurda y peligrosa".
Las condenas son importantes y comprensibles; pero no suficientes.

Hay que acompañarlas con cambios de política, con cero permisividad y con una decisión de chocar frontalmente, si es necesario, con los extremistas, antes de que ello resulta imposible.

Son un peligro para si mismos, para el público del cual proviene, que por más que esté en el ojo de la tormenta y polémica sobre el futuro de los asentamientos, es parte legítima de la ciudadanía israelí, para el Estado de Derecho y para la democracia.

Contra los peligros se actúa, no se limita a hablar.

El primer ministro Benjamin Netanyahu dio a entender que es consciente de que hay que tomar nuevas medidas contra el fenómeno. Estas fueron sus palabras al respecto, en una alocución que brindó ante el Colegio de Seguridad Nacional.

"El ataque contra soldados y oficiales de Tzáhal a manos de ciudadanos de Israel, es algo que cambia las reglas del juego. Me dispongo a combatir esta tendencia con firmeza y con toda la fuerza a mi disposición como primer ministro de Israel. Sacaremos a los violadores de la ley de la zona, formaremos equipos investigadores conjuntos compuestos por las Fuerzas de Defensa de Israel, el Shin Bet y la Policía israelí, y pondremos fin a este preocupante fenómeno".

"Hoy tuve un encuentro con la participación del Comandante en Jefe del Ejército, el Jefe del Shin Bet y el Jefe de la Policía. Pedí al ministro de Defensa, al ministro de Seguridad Interior y al ministro de Justicia, que me presenten en el plazo de una semana un plan para lidiar con este flagelo, con mano firme. Creo que cosas malas deben ser frenadas cuando aún son pequeñas. Esto es chico y lo detendremos ahora. No permitiremos que nadie levante su mano contra un soldado de Tzáhal. No permitiremos que nadie levante su mano contra oficiales de la Policía israelí. Esta gente salvaguarda nuestra seguridad y nosotros salvaguardaremos la suya".

"Y digo que esto es chico porque estos violadores de la ley no representan a la población general en el Estado de Israel, ni representan a todos o ni siquiera a una pequeña porción de los residentes de Judea y Samaria. Lo que debemos hacer ahora es unir nuestras fuerzas y permanecer unidos a fin de imponer el respeto a la ley y preservar nuestra democracia. Y así lo haremos".
Las palabras del primer ministro son sumamente importantes. Deben traducirse en acción. Ya anoche fueron tomadas algunas decisiones en este sentido.

Está equivocado, sin embargo, al afirmar que ésto "es chico". Claro; podría ser mucho peor. Pero esto no empezó ahora ni los responsables son sólo unos pocos locos sueltos.

El primer paso es tener presente que si bien es cierto que no son todos ni tampoco la mayoría, no son casos aislados. Quizás sean unas pocas decenas los que han salido a protagonizar los incidentes aquí descriptos. Pero son muchos miles los jóvenes que se identifican con ellos, radicales de derecha, en su mayoría religiosos nacionalistas, que los apoyan y están dispuestos a chocar con el ejército a cualquier precio.

Otro punto importante, es recordar que los asentamientos no autorizados no son un fenómeno nuevo. Ahora se convirtió en una misión titánica desmantelarlos; algo que se habría evitado si se hubiera actuado a tiempo. La permisividad, nuevamente, fue una receta letal.

En referencia a estos jóvenes, responsables de los graves incidentes mencionados, hay distintos intentos de definición. El ministro de Defensa, Ehud Barak, el ministro de Asuntos Estratégicos, Moshé Yaalón y el ministro de Justicia, Yaakov Neemán, dijeron que son "terroristas". Netanyahu discrepa con dicha terminología y considera que ese concepto no es adecuado, que debería llamárseles "anarquistas".

Aunque también los términos están cargados de emociones y significados, lo central es ser conscientes del peligro que suponen, y frenarlos, antes de que sea tarde.

Un poco tarde ya es; de lo contrario no habría sucedido lo de estos días. Pero recordando que podría ser peor, es que hay que actuar con firmeza ahora, ya, sin demora, para impedir un nuevo agravamiento de la situación.

Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay