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Bibi estruja y la sociedad judía impasible

Binyamín Netanyahu Enzo Traverso se quedó a mitad de camino. Para el historiador italiano los judíos han cambiado su relación con el mundo para convertirse en un componente más de la tendencia general. Mientras que en el pasado fueron parte del foco principal del pensamiento crítico del mundo occidental, en los tiempos modernos el judaísmo se ha vuelto conservador [1].

Para lograr una visión más acertada del pueblo judío en el siglo XXI, especialmente de su componente israelí, al profundo y meticuloso análisis de Traverso le faltaría agregar un nuevo y problemático carácter: ser un pueblo sumiso y maleable a los discursos de sus líderes.

Pese a que el «Mr. Seguridad» cumple la función de primer ministro y el país dispone de 115 ojivas nucleares - según el Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional de EE.UU -, la sociedad israelí está sufriendo un serio cimbronazo en su sensación de seguridad a raíz de la ola de ataques de adolecentes palestinos armados con cuchillos y tijeras. Ésta fue la mejor oportunidad para que el ejecutivo hebreo logre hacer pasar desapercibido un alarmante informe que pone de relieve la profundización permanente de las brechas sociales en Israel.

La Oficina Nacional de Estadísticas de Israel publicó en estos días un reporte del año 2014 con información del aspecto habitacional de la población del país. En el pasado, la misma oficina dio a conocer datos paralelos para el año 1995 [2].

Si se toma en cuenta las poblaciones en ambos extremos, se llega rápidamente a la conclusión de que entre 1995 y 2014 el número total de unidades familiares en Israel se incrementó en aproximadamente 785 mil. De ellas sólo un 55% logró concretar el sueño de toda familia israelí de acceder a una vivienda propia. El dramatismo de este dato se hace más evidente si se tiene en cuenta que según el censo de 1995 ya el 73% del total de unidades familiares era dueño de su morada.  

No en vano el problema de la vivienda se convirtió en el centro de la discusión política en las últimas elecciones. Como es de público conocimiento, la gran impasibilidad de la sociedad israelí provocó que una considerable mayoría otorgue nuevamente un gran espaldarazo a Netanyahu. Una clara muestra de la facilidad con que un político hábil puede manipularla.

Durante el periodo de 19 años entre 1996 y 2014 se puede afirmar claramente que Bibi fue el mayor responsable de las políticas económicas en Israel, Durante sus cuatro mandatos como primer ministro, más el que ejerció como titular de Finanzas en el Gobierno de Sharón, le dieron la oportunidad de llevar adelante sus famosas revoluciones económicas cuyos resultados se pueden palpar hoy: Israel es uno de los países más injustos y con los peores índices de equidad distributiva en Occidente.

Su predilección por favorecer a los grandes magnates a cuenta de quien vive del trabajo no falló y continúa reflejándose en toda la información disponible. En el mismo período en cuestión (1995-2014), el ingreso nacional per cápita en Israel creció en un 40% en términos reales. Un logro digno de alarde en comparación con información paralela de economías similares o más desarrolladas.

Lo que esconden los discursos oficiales es que durante el mismo periodo los salarios de quienes viven del trabajo sólo se incrementaron un 18% en términos reales. Su traducción práctica es que Netanyahu no cumplió con la obligación democrática de todo líder de mantener el equilibrio distributivo entre las distintas capas sociales. Como ejemplo se puede calcular sobre las bases de esas estadísticas que sólo en 2014 exprimió a cada asalariado por un importe cercano a los 7 mil dólares (14 mil dólares para una familia de dos asalariados) para ser transferidos a sus camaradas los magnates.

Referido a los proyectos de apoyar a jóvenes carentes de recursos suficientes para concretar el sueño de una vivienda propia, vale la pena detallar un plan para hipnotizar a la población ingenua y por ese camino evitar que capte el desvío de la riqueza nacional.

En la ciudad de Raanana se programó la construcción de 240 viviendas en tierras de propiedad estatal (barrio Nevé Uzi). El proyecto se adjudicó a una empresa que se comprometió a erigir el proyecto con el objetivo de alquilar 64 de ellas durante 25 años a jóvenes de Raanana por un importe subsidiado en un 25% del precio de mercado. El resto de las unidades la empresa, como cualquier otro inversor particular en vivienda, las puede alquilar por 25 años a precios de mercado a su criterio. Al fin del periodo la compañía quedará libre de actuar con la propiedad de las 240 viviendas (alquilarlas o venderlas a precio de mercado).

El subsidio total prometido a las parejas jóvenes durante 25 años a cuenta de la empresa se puede estimar en unos 5,2 millones de dólares. «A los efectos de convencer a la empresa que lleve adelante el proyecto» y bajo el jocoso nombre de «Revolución en vivienda en alquiler», el Gobierno le concedió un descuento especial en la compra del terreno por un valor de 40 millones de dólares [3]. Difícilmente se le pueda encontrar al proyecto otra consigna más apropiada que «cesión de riqueza nacional a idiotez o corrupción armada» con la población cerrando los ojos y tapándose los oídos.

Las políticas de Bibi adecuan lentamente la mentalidad de la población a ser súbditos o plebeyos que ante los abusos de poder agachan la cabeza sin protestar dejando que la autoridad le pisotee sus derechos.

La mayoría de la sociedad israelí se está convirtiendo lentamente en un rebaño de ovejas sumisas que el pastor las está acostumbrando a morar a la intemperie para sobrevivir solamente con media ración diaria.

Ojalá me equivoque...

[1] «El final de la modernidad judía: historia de un giro conservador»; Enzo Traverso; FCE; Buenos Aires; 2014.

[2] Oficina Nacional de Estadísticas de Israel; La vivienda en Israel año 2014; 18.11.15; Censo de Población y Vivienda 1995.

[3] «Comenzó la revolución en vivienda en alquiler»; Ministerio de Vivienda de Israel; 2.1.13.