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¿Palabras que matan?


El cliché dice que las palabras matan. No es cierto. Las palabras ofenden y enervan, pero no matan. Sin embargo, no debemos menospreciarlas porque pueden crear el clima que origine una posible matanza.

En la oratoria deben seleccionarse las palabras y la potencia del entusiasmo con las que se pronuncian. En determinadas circunstancias, las palabras en un consenso público, pueden convertirse en una licencia para matar.

Existe un debate sobre si el Ministro de Seguridad, Ehud Barak, fue realmente amenazado o si la carta de amenaza anónima que le fue enviada perseguía únicamente intenciones publicitarias. Si recordamos bien, Igal Amir no le mandó ninguna carta a Itzjak Rabín. Así es; Amir no amenazó; otros lo hicieron, pero él fue el verdugo que ejecutó las amenazas.

En mi libro "La industria de las tentaciones", en el capítulo "¿Dónde están las líneas rojas?", cito palabras pronunciadas por personalidades públicas influyentes, palabras que no dispararon sobre Itzjak Rabín, pero prepararon el clima para el asesinato.

Binyamín Netanyahu, actual primer ministro, afirmó el 2 de Mayo de 1994: "Rabín es un mentiroso. Yo lo acuso de engañar al público con mentiras y de poner en peligro a Israel". El abogado Eliakim Haetzni reclamó el 14 de Mayo de 1994: "Hay que denunciar a Rabín, es un criminal de Paz". El afamado escritor israelí Moshé Shamir declaró el 20 de Octubre de 1994: "Si Rabín no renuncia, el pueblo y la historia le juzgará". El rabino Korf, uno de los líderes del Jabad en EE.UU, ordenó: "Rabín es nuestro enemigo; por ello debe aplicársele el precepto "Defiéndete de aquél que viene a matarte". El rabino Abraham Hecht de Brooklyn, también de Jabad, afirmó: "Itzjak Rabín, de acuerdo con la Halajá, debe morir por haber permitido entregar territorios de la Tierra de Israel a manos extrañas".

Cuando hay rabinos que determinan que la Halajá anula cualquier ley civil, el significado es que todo veredicto del código religioso judío contradice los valores de la democracia. Mientras el debate es pura y exclusivamente teórico, bienvenido sea. El problema surge cuando, con el patrocinio de la Halajá, los rabinos pronuncian palabras acusadoras contra líderes con cuyos actos están en desacuerdo. Así nace la incitación, y ella posibilita que personas fieles a autoridades religiosas del tipo de los rabinos Korf y Hecht, traduzcan sus ordenamientos halájicos en permiso para cometer actos abominables.

Comprendo los sentimientos de los habitantes de los asentamientos judíos en Cisjordania que se aferran a la Tierra de Israel. Entiendo su deseo de permanecer allí para siempre y me apena el dolor de aquéllos que temen ser evacuados. Apoyo su derecho a manifestar contra la posible intención de desalojarlos, mientras la protesta se lleve a cabo por medios democráticos, preservando la ley y evitando el uso de la violencia.

Se dice que el monólogo es "un hombre que habla consigo mismo" y el diálogo es "cuando dos personas hablan cada una consigo misma". Mientras sea sólo un chiste, todo está bien; pero en momentos de crisis y divergencias debe posibilitarse un diálogo cuya finalidad sea escuchar las palabras del prójimo. En la cultura israelí, en la que cada uno está convencido que su verdad es la única, las personas se niegan a escuchar. Por lo tanto, la principal lección que se extrae sobre el asesinato de Rabín es la necesidad de diálogo. Un diálogo que culminará en un acuerdo o en una resolución democrática de la mayoría, respetando los derechos de la minoría. Ese debe ser el axioma en un régimen democrático. Si no respetamos una decisión democrática que no nos gusta, ¿hacia dónde vamos?

Por ello, para defender la inmunidad de la sociedad israelí, debemos medir nuestras palabras para que - Dios no lo permita - no volvamos a los acontecimientos que llevaron al asesinato de un primer ministro en Israel.

Todos sabemos que aquél que se quema con agua hirviendo se cuida mucho más con agua tibia. Siempre es mejor prevenir que curar.

* El autor es experto en comunicación y nieto de David Ben Gurión

Fuente: Maariv - 8.1.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il