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El optimista


Obama prometió llegar a un acuerdo en las postrimerías del 2010. George Mitchell sabe que no eso sucederá, pero cree que las negociaciones se renovarán pronto y que esta vez se llegará muy lejos. En una región carente de ilusiones, él es optimista.

Al comienzo de la entrevista, el representante de Obama para Oriente Medio, George Mitchell, le cuenta a Charlie Rose sobre un anciano que se le acercó después de su disertación en Jerusalén y le preguntó si escuchó bien sus palabras:
- ¿Acaso dijo que el acuerdo de paz en Irlanda se firmó 800 años después del comienzo de la conquista británica?
¡Si! - respondió Mitchell - 800 años.  
¿800 años? - Repitió el anciano.
800 años - afirmó Mitchell.
El anciano levantó su mano: No nos asombra que hayan solucionado un conflicto tan corto - afirmó.

Mitchell, que arribará próximamente para una rueda adicional de conversaciones en Jerusalén, Ramallah, Damasco y otras ciudades, irradia durante la entrevista paciencia, firmeza y seguridad en la posibilidad de convencer a los palestinos para renovar las negociaciones.

La solución para él está en que Israel regrese a las fronteras del '67 con el intercambio de territorios que contemplará los conglomerados de los asentamientos. Paralelamente, el mundo árabe mejorará sus relaciones con Israel y quizás se llegue a un acuerdo con Siria.

Esta es la solución que se desprende de la iniciativa saudita y que Mahmud Abbás desea; la solución que la mayoría de los israelíes apoyan y que EE.UU acepta.

Es una entrevista seria y definida frente a un entrevistador experto en la materia, un reportaje diferente en los medios de comunicación americanos.

"La diferencia entre la Administración Obama y las anteriores - dice Mitchell - no radica en la esencia, sino en el esfuerzo por llegar a un acuerdo desde el primer día de gobierno. Lo que se les propone a los palestinos, finalmente, es un poco de lo que les ofreció Barak en Camp David".

"El comienzo de las negociaciones - afirma Mitchell - es lo más dificultoso, más difícil que lograr un acuerdo después de empezarlo. También la concreción no es fácil. En Irlanda aún no han materializado el pacto a pesar de que transcurrieron doce años desde su firma. Por lo tanto, es de suma importancia el fortalecimiento de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina. Incluso los israelíes elogian el esfuerzo invertido por los palestinos en seguridad.

Hay posibilidades, dado que todos tienen un interés común por bloquear a Irán y sus aliados, Hezbolá y Hamás. Este es el verdadero fundamento para la renovación de las tratativas".

Las personas involucradas en las negociaciones leerán con detenimiento lo que Mitchell manifestó acerca de cada uno de ellos; cómo elogió con tiernas palabras a Salam Fayad y a Ehud Barak y tuvo expresiones menos cariñosas para Netanyahu y Abbás. Es preferible no darle tanta importancia al asunto. Mitchell ahorra cumplidos para no avergonzar a Bibi y Abu-Mazen frente a sus seguidores. La probabilidad de éxito, depende de ellos.

Él describe las negociaciones entre el gobierno norteamericano e Israel acerca de la moratoria en la construcción en los asentamientos como un bazar persa: "EE.UU exigió 100% para recibir 60 y obtuvo lo que pretendió. El gobierno de Netanyahu congeló más que cualquier otro gobierno israelí desde 1967". Con respecto a Abbás, deberá conformarse con ello.

"En Irlanda del Norte aprendí a no aceptar el primer 'no' como definitivo", confiesa. Sonríe ante los argumentos de los dirigentes israelíes y palestinos. "Cada una de las partes me dice: presiona a la otra. ¿Desearían ustedes que les haga lo mismo?, les pregunto, y me responden: No, no, a nosotros no; a ellos. Por un oído escucho protestas: Ustedes los americanos nos ordenan; y por el otro: ¿Porqué no hacen más reclamaciones?".

Él confía en la persuasión, en imponer sanciones. EE.UU puede castigar a Israel reteniendo las garantías prometidas y otros procedimientos. Mitchell no amenaza, sólo menciona...

No asombra su reacción ante la predisposición de Israel de responder a los requerimientos de Hamás con respecto a Shalit. Esto premiará la violencia y debilitará a Mahmud Abbás. Él se opone al diálogo con Hamás, pero acepta la apertura de los cruces fronterizos con Gaza por motivos humanitarios. Hamás debe participar en las negociaciones sobre la base de compromiso con la democracia y renunciar a las opciones de terrorismo.

Su presidente prometió al comienzo de su mandato llegar a un acuerdo en las postrimerías del 2010. Mitchell sabe positivamente que eso no sucederá, pero cree que las negociaciones se renovarán a la brevedad y que esta vez se llegará muy lejos. En una región pesimista, pletórica de decepciones, carente de ilusiones, él es un político optimista.

Lo que George Mitchell manifiesta sobre las partes en conflicto, también es valedero con respecto a si mismo. "Soñar está bien - dice - Estoy en pro de los sueños; pero el que espera una solución integral a todo esto que baje del firmamento".

Permaneceremos más o menos en el mismo lugar. Los conflictos los crea el hombre. También las soluciones están en sus manos.

Fuente: Yediot Aharonot - 10.1.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il