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Un plan complejo, peligroso e inteligente de independencia palestina


El primer ministro palestino, Dr. Salam Fayyad (58), considera, modestamente,  estar simbolizando la esperanza palestina.
El mandatario parece sentir que, en la situación actual, él puede cambiar la realidad.
 

Fayyad ha logrado poner orden en las finanzas de la Autoridad Nacional Palestina, ganado la confianza de instituciones económicas internacionales - lo que cuenta es que ello incluye a los países donantes al cofre oficial palestino -, encabeza el gobierno en el período en el que se ha logrado la mayor estabilidad en lo que se refiere a seguridad en Cisjordania, ha alentado y apoyado las reformas en los servicios de seguridad palestinos y, como si eso fuera poco, gana cada vez más apoyo popular.

No es una figura carismática , pero ha sabido compensar esa falta con asiduas visitas a diferentes partes de Cisjordania y encuentros con distintos estratos del pueblo, a todo nivel. No pasan dos días sin que recibamos a nuestro correo electrónico fotos que envían directamente de la oficina del primer ministro Fayyad acerca de sus distintas actividades: Una maratón de ayuda a una nueva sección infantil en el hospital de Ramallah; un festival en una pequeña aldea destinado a ingresar a los palestinos en el libro de Guiness por la mayor porción de "maqlube" del mundo (delicioso plato, dicho sea de paso); con economistas, políticos, plantando árboles o quemando productos de los asentamientos israelíes.

Fayyad parece estar en todos lados. Y aunque encabeza un gobierno cuya autoridad emana de la presidencia de Mahmud Abbás (75), aunque la Autoridad Palestina ni siquiera gobierna la totalidad de Cisjordania, ya que parte continúa bajo control de Israel, y a pesar de que son los integristas de Hamás quienes gobiernan la Franja de Gaza, el primer ministro parece sentir que en la situación actual, él puede cambiar la realidad.

De lo contrario, difícilmente osaría dar a entender algo que su presidente nunca ha dicho: que en poco más de un año, los palestinos podrían declarar en forma unilateral su Estado independiente. No lo ha declarado explícitamente, pero sí lo ha sugerido al decir repetidamente que "para agosto del 2011, tenemos que estar listos para la independencia". Esas palabras las usó recientemente incluso en una entrevista al matutino israelí "Haaretz".

Fuentes palestinas revelaron luego, sin identificarse, que ello preocupó al presidente Abbás. En una entrevista que éste concedió hace pocos días al experto en asuntos árabes del Canal 2 de la televisión israelí, Ehud Yaari, dijo explícitamente que no está a favor de "maniobras unilaterales" y que desea "respetar los acuerdos firmados", según los cuales la solución al conflicto entre las partes debe ser negociada.

Claro que de por medio también hay rivalidades políticas, no sólo ideología.

El primer ministro Fayyad, que nunca dijo que la independencia será declarada en forma unilateral pero entiende seguramente que ese es el mensaje que capta el promedio de la gente, echa a andar con su enfoque, un plan que tal como le llamamos en el título de esta nota, nos parece "complejo, peligroso e inteligente". En realidad, nos cuesta decidir en qué orden deberíamos colocar esas tres palabras.

Si Fayyad realmente piensa intentar lograr que la ANP declare la independencia en forma unilateral, ello resulta muy complejo ya que  significa que no tomaría en cuenta la situación de las negociaciones con Israel. Sería irreal pretender cambiar la situación en el terreno sin un acuerdo con Israel. Claro, con la pérdida de confianza que ha habido entre las partes, los palestinos pueden considerar que si no imponen un cambio drástico, Israel no se moverá nunca. Lo que olvidan, por más convencidos que estén de que Israel no quiere retirarse ni avanzar realmente, es que son ellos, los palestinos, los que hace ya cerca de un año rehusan volver a sentarse a hablar.

No es de descartar que una declaración unilateral de independencia cuente con gran apoyo internacional, pero sin un acuerdo con Israel, y por ende sin lograr tampoco una retirada israelí, dicha declaración sería una mera ridiculización de las aspiraciones palestinas.

Peligroso decíamos, y creemos que podría serlo para las dos partes. Israel se encontraría ante un hecho consumado con grandes presiones internacionales, sin que la Autoridad Palestina se haya comprometido al fin del conflicto y sin que haya seguridad alguna acerca de la solución de los problemas claves aún pendientes. Pero peligroso también para los propios palestinos, que podrían quedar "estancados" con una declaración de independencia sobre el escaso territorio que controla la ANP, eternizando el gobierno de Hamás en Gaza y sin rol de ningún tipo en Jerusalén, ni como capital compartida.

A pesar de todo ello, quisiéramos destacar lo de "inteligente". Independientemente de las discrepancias con muchas de las actitudes del Dr. Salam Fayyad - en varias de las cuales creemos ha incurrido por su afán de ganar apoyo popular y por comprender cuál es el "discurso" de la calle palestina -, hay algo que amerita ser destacado. El primer ministro palestino comprende que para que su pueblo pueda tener un Estado propio, tiene que preparar las bases, desarrollar la economía, crear ciudades, incentivar el funcionamiento de las instituciones, dedicarse a la educación y la salud pública. Entiende que los slogans sobre revolución y sangre no alimentan a nadie.

Claro que ese mensaje no está completo mientras él siga cada tanto teniendo otras actitudes, como auspiciar una competencia de deportes que llevaba el nombre de Abu Jihad, responsable en la OLP de organizar numerosos atentados contra Israel. O visitar las familias de los tres palestinos que mataron en diciembre último al rabino Meir Avshalom Hai al abrir fuego contra su automóvil, para darles su pésame dado que murieron luego en un tiroteo con el ejército. O sus declaraciones en recuerdo a Abdallah Daud, uno de los terroristas atrincherados hace unos años en la Basílica de la Natividad en Belén, expulsado luego al exterior y fallecido días atrás de muerte natural.

Quisiéramos tener certeza de que lo ha hecho porque es consciente de que en la calle palestina estos elementos siguen siendo fuertes, no porque desee alentarlos. Pero es  jugar con fuego.

Depende también de Israel, claro, que los palestinos puedan ser independientes. Ni los otomanos, ni los británicos y por cierto tampoco los egipcios ni los jordanos, dijeron nunca a los palestinos que podrán tener su Estado propio. Israel sí lo ha dicho, aunque ello no significa que aceptará cualquier condición o que no habrá limitación alguna. Pero el éxito de la independencia palestina no dependerá sólo de cuánto se retire Israel - aunque eso es importante ya que el Estado debe ser manejado en forma viable - sino ante todo, de qué es lo que los palestinos querrán hacer con su Estado.

La independencia palestina, que ojalá llegue en su momento como señal de fin del conflicto, tendrá sentido si va acompañada no sólo de retiradas israelíes, sino también de cambios palestinos. Muchos ellos los ha iniciado el Dr. Salam Fayyad trabajando desde abajo, construyendo, dando a entender que hay que prepararse en varios sentidos y que eso no significa acumular armas. Cuando ya no sienta la necesidad de alabar a un terrorista en público, ese será el momento en que podremos afirmar que el cambio es definitivo.