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Un nuevo mensaje sionista

Necesitamos de un debate público y una nueva argumentación ideológica que plantee cuestiones del tipo "hasta dónde el Estado judío". Este debate debe ser ambicioso en sus intenciones; debe ocuparse de los valores que el sionismo debe poseer y en los que nosotros necesitamos fundarnos.

Una de los efectos positivos que ha tenido el movimiento derechista "Im Tirtzú" fue abrir la cuestión acerca de qué significa ser sionista. Pero ese efecto se inscribe en el marco de un fenómeno mucho más amplio que bien podría denominarse un “retorno del sionismo”. Políticos, figuras públicas y periodistas están hablando y escribiendo mucho más sobre el sionismo y la necesidad de preservarlo. Amplios sectores de la población llevan a cabo un duro debate en torno a la definición del sionismo y su sentido de pertenencia, tratando de salvaguardarlo de la extrema derecha de mano dura.

Tal fenómeno resulta muy positivo. Las décadas de los '70 y '80 estuvieron signadas por el deseo de aplastar el icono sionista por parte de las elites. Más tarde, la palabra sionista se volvió irrelevante en nuestras vidas. Pero ya no.

En los últimos años, muchos nos hemos afirmado con seguridad en la creencia de que somos un país sin fronteras territoriales o morales pero es justamente ésta la fuente de muchos de nuestros problemas. Tal vez sea cierto. Tal vez no sea más que una simple explicación poética. Lo que queda claro es que, con avances o sin ellos durante el proceso de paz, no existen demasiadas razones para no suponer que, en definitiva, habremos de quedarnos sin fronteras permanentes durante un largo tiempo. Entonces, este es el momento de pensar qué es lo que queremos, incluso sin fronteras permanentes.

Es innegable que el debate en torno al sionismo se está llevando a cabo, pero su tratamiento se realiza principalmente con prevención o para extinguir incendios. El debate acerca de la Constitución tiene como objetivo garantizar el estado de bienestar de la democracia. El debate acerca del plan de estudios básico y la necesidad de poner a trabajar a los ultra-ortodoxos tiene la intención de evitar el colapso de la economía y la seguridad nacional. El debate sobre la política de inmigración trata de combinar el mantenimiento de una mayoría judía, los derechos humanos y un enfoque humanitario en lo relacionado a los extranjeros.

Hace poco escribí en mi blog "Mashguiaj Kashrut" ("Supervisor de Kashrut") sobre un nuevo fenómeno relacionado con las consultas que me realizan muchas parejas jóvenes,  en mi condición de experto en asuntos ultra-ortodoxos, acerca de si implicaría para ellos una gran responsabilidad formar una familia en el contexto de un Israel que se está volviendo cada vez más ultra-ortodoxo. Frente al desafío que supone esta cuestión, no debería responderse algo así como: "ese es el camino que tenemos para detener el avance de los ultra-ortodoxos." El sentido de la respuesta debería fundamentarse en lo que nosotros queremos construir aquí, en estrecha cooperación con los ultra-ortodoxos, o por lo menos,con algunos de ellos.

Se puede decir que lo que nos hace falta es abandonar un discurso que pone al individuo en el centro y retornar a otro que ve la respuesta en un objetivo común y una visión conjunta. Tal vez la respuesta esté en un discurso que no se preocupe únicamente en cómo lograr la felicidad de nuestros hijos (enfoque que a menudo tiene sobre ellos el efecto contario). Debemos preguntarnos también cómo dar significado y objetivos a sus vidas. Hace cinco o diez años, nos comportábamos muy cínicamente acerca esta cuestión. Me parece que ya ha llegado el momento de cambiar tal actitud.

Éstos son algunos ejemplos. El sionismo fue, en principio, una visión socialista. Israel se ha convertido en un típico país capitalista en el que los débiles son pisoteados. Muchas personas hacen enormes esfuerzos por suavizar los golpes del capitalismo. Pero, ¿qué tipo de equilibrio queremos alcanzar entre la libre empresa y la justicia social? Israel ha fracasado por completo en su intención de poblar las periferias del país. Ahora decide enviar allí sus bases militares y a los ultra-ortodoxos. ¿Es realmente la solución?

La educación en Israel se enfrenta a una grave crisis. Necesitamos drásticas soluciones para cambiar por completo la situación del personal docente, su calidad, la responsabilidad del sistema educativo, el número de horas de estudio y el contenido de la enseñanza. Necesitamos una visión integral, no más experimentos.

Tendemos a compararnos con los países de Occidente. Pero, ¿realmente deseamos convertirnos en un país occidental, o supuestamente era este un país occidental judío? ¿De qué modo compensa la parte judía ese perjuicio inherente que supone ser occidentales? Nuestras Ley Orgánica ha creado un nuevo término: un Estado judío y democrático. ¿Cómo otorgar plena significancia a la parte judía sin coacción ni monopolio?

Para logar esto, necesitamos gente revolucionaria y práctica que no crean que todo sea imposible. Por eso, necesitamos del debate público y la argumentación ideológica. Necesitamos documentos con visión de futuro que ignoren los límites de la política y sus coaliciones, y libros que planteen cuestiones del tipo "hasta dónde el Estado judío". Necesitamos un debate público en los medios de comunicación y en Internet. Este discurso debe ser ambicioso en sus intenciones. Debe ocuparse de los valores que el sionismo debe poseer y en los que nosotros necesitamos fundarnos.

El sionismo vuelve a la vida luego de un coma profundo. Para completar su rehabilitación, es necesario un nuevo discurso sionista.

Fuente: Haaretz - 25.9.10
Traducción: www.argentina.co.il