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Despedida a Eliahu Toker

A los 75 años de edad falleció en Buenos Aires el 3 de noviembre pasado el más destacado poeta judeo-argentino, Eliahu Toker.

Nacido en diciembre de 1934 en el barrio judío de Buenos Aires, el Once, en el cual vivió y trabajó durante la mayor parte de su vida, fue un incansable difusor de la poesía en idish, de la que publicó numerosas traducciones entre las cuales figuran la antología “El resplandor de la palabra judía” (1981) y el gran poema épico “El canto del pueblo judío asesinado” de Itzjak Katzneleson (1993).

En un breve apunte autobiográfico, Toker cuenta : “De mi paso por las aulas coseché un título de docente de hebreo (Seminario de Maestros Hebreos, 1954) y el título de arquitecto (Universidad de Buenos  Aires, 1962) profesión ésta última que sostuve durante una veintena de años sembrando por la ciudad una cantidad de edificios de felicidad despareja.  En 1982 abandoné la arquitectura para dedicarme totalmente a mi vocación más honda, que siempre fue la poesía, bien, que no mal, al parecer incurable que contraje muy tempranamente, viviendo de Lorca a Neruda, de Amos a Isaías, y de Whitman a Maiacovsky, mientras pulía mi propia palabra, reunida hasta hoy en una docena de poemarios, desde “Piedra de par en par” aparecido en 1972 hasta “Estado civil, abuelos - poemas con nuestros nietos” que vio la luz en 2009 y recibió ese año la Faja de Honor de Poesía de la Sociedad Argentina de Escritores, Sade”.

Como poeta, cultivaba un estilo sencillo, coloquial e intimista, en el que la vivencia cotidiana aparecía siempre teñida de un toque de ternura. Pero ocasionalmente se deslizaba tímidamente en su poesía la reflexión filosófica o la celebración de la singularidad de la condición judía. Es difícil anotar influencias en un poeta tan personal, pero de alguna manera su tono coloquial recuerda al poeta idish, Itzik Manguer y en sus momentos más reflexivos al poeta israelí Yehuda Amijai.

Aparte de los dos poemarios citados por él más arriba, Toker publicó otros diez volúmenes entre los que se destacan “Versos de un ciclista judío” (1957-1997) y “Padretierra” (1988-1997).

La identidad judía en sus poemas es tan fuerte como su hondo arraigo en la realidad argentina y porteña. En uno de sus poemas más característicos “El idish” escribe: “Aunque a veces me rehuyan / siguen a mi lado aquellas palabras / que me amamantaran los pechos de mi madre: Ando entre ellas como entre hermanas / como entre amigas sabias. / El idish me rodea, me sostiene / de cada una de sus voces me enamoro / y cada una me deja sobre los labios / el sabor de su más callada ausencia”.

Paralelamente a su labor de difusión de la poesía de los grandes poetas en idish del siglo XX, Toker  dio a conocer antologías de material folklórico y textos clásicos, que tradujo del idish y el hebreo, entre ellas “Cantar de los cantares” (1984) y “Máximas de los maestros : Pirkei avot” (1988, en colaboración con Abraham Platkin).

Toker nunca fue un intelectual solitario y encerrado en si mismo. Enamorado del humor en general y del judío en particular se dedicó consecuentemente a su difusión. Pero generalmente no lo hizo solo. De los once de libros de humor judío que publicó, ocho fueron en colaboración con Rudy, el conocido humorista judío-argentino. Entre ellos cabe citar “Odiar es pertenecer y otros chistes para sobrevivir al nazismo, racismo, autoritarismo y antisemitismo” (2004) y “Si fuese pecado, el rabino no lo haría. Humor judío erótico y del otro también” (2009). Junto con Manuela Fingueret, escribió el libro para niños “Las picardías de Hérshele” (1989).

Toker asimismo dedicó buena parte de su tiempo a difundir el conocimiento de escritores judíos argentinos de generaciones pasadas. Por ejemplo, publicó una antología de la obra de Gershunoff: “Alberto Gershunoff, entre gauchos y judíos” (1994), “Buenos Aires esquina Sábado” sobre César Tiempo (1997) y una antología de obras de Carlos M. Grünberg “Un diferente y su diferencia”

Junto con Ana E.Weinstein trabajó en la curaduría de distintas muestras y exposiciones de materiales. Entre éstas cabe citar “De la destrucción a la reconstrucción: 18 de julio de 1994” organizada por la Iwo y la AMIA en la Biblioteca Nacional (agosto de 1997) y “Álbum de una comunidad. Centenario de la Colonización Judía en la Argentina” en el Centro Cultural Recoleta de la Universidad de Buenos Aires (1989).

Toker fue un muy solicitado y ameno conferencista y un igualmente requerido panelista en toda clase de simposios y acontecimientos culturales. Asimismo participó en numerosos encuentros de escritores e intelectuales judíos en Buenos Aires o en otras ciudades de América Latina, Europa o Israel. A Montevideo vino a menudo para dictar muy aplaudidas conferencias sobre una variada problemática cultural judía.

Tuve el privilegio de conocerlo y tratarlo y quedan en mi biblioteca como precioso legado suyo algunas de sus obras autografiadas. Sin duda, fue un grande, uno de esos hombres que dejan un angustiante vacío con su desaparición.

Desapareció el vigía del idish en América Latina. Con su ida, la gran cultura forjada en este idioma, queda abandonada en un pesado encierro de injusto silencio.