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Clarín consiguió tiempo

Cuando el tiempo de la dilación se agotaba, Clarín consiguió una nueva prolongación. El 6-D fue una versión light de las 10 plagas que azotaron a Egipto, enviadas por Dios, para que el Faraón permitiera a los judíos, esclavos en ese país, salir de ahí.

A veces se afirma que son siete porque se cuenta a partir de la cuarta que sólo caía sobre los egipcios. En ese relato bíblico, las plagas fueron: agua que se convirtió en sangre; invasión de ranas, mosquitos, insectos, pestilencia, úlceras y sarpullido incurables, granizo, langostas, oscuridad y muerte de primogénitos.

En Buenos Aires el día comenzó con una nube tóxica por el incendio de un conteiner con pesticidas, una lluvia torrencial que acumuló en pocas horas las precipitaciones de un mes, las inundaciones en varios barrios de la Capital, la interrupción de la electricidad anterior y a posteriori a las inclemencias del tiempo, en algunos casos por varios días, el colapso de los celulares, el caos vehicular y cuando el día concluía, la Cámara que le concedió una nueva cautelar al grupo Clarín con una redacción hecha a la medida de sus intereses.

Por la tarde, en la Bolsa, antes que se conociera la decisión judicial, las acciones del «gran diario argentine» habían subido. Previamente un ministro de Justicia desorbitado y algunos referentes kirchneristas descontrolados permitían augurar el resultado. En el establishment en general y en el periodístico dominante en particular, se agotaba el stock de champagne.

Se han interpuesto distintos recursos por parte del gobierno de muy difícil viablilidad.

El posible curso de los acontecimientos es un fallo favorable a la constitucionalidad de la ley por parte del juez de primera instancia Horacio Alfonso. La apelación de Clarín a la Cámara. El pedido del gobierno a la Corte de la aplicación del Per Saltum basado posiblemente en la gravedad institucional que implica la dilación en la aplicación de la ley. Si la Corte lo acepta la misma tomará el hierro caliente y fallará definitivamente. Si no es así seguirá el curso normal que por apelaciones sucesivas llegará en algún momento a la Corte.

Entre uno y otro procedimiento, la diferencia es el tiempo, que en curso de las tres instancias se estaría en los dos años. Toda la estrategia de Clarín es que transcurra el tiempo, teniendo en cuenta que el gobierno de Cristina Fernández tiene fecha de vencimiento.

El poder económico de Clarín, en la medida que no se vea afectado en su caja más sensible que es Cablevisión, no tiene plazo de expiración ni va a elecciones.

Ambas partes han operado sobre el poder judicial, pero Clarín ha gestionado con más eficacia su influencia sobre el juez Edmundo Carbone que le permitió ganar tres años y sobre la Cámara a la que ha seducido con beneficios varios.

Hablar de la independencia del poder judicial en abstracto es tan ingenuo como descubrir horrorizado que el sistema capitalista se basa en la plusvalía y que la acumulación se realiza con sangre y lodo. Son los que ya grandes o son ingenuos o han descubierto el agujero al mate.

Un constitucionalista como Roberto Gargarella, habitual columnista desde hace algunos años de Clarín, lo expresó en 1996 en su libro «La justicia frente al gobierno. Sobre el carácter contra mayoritario del poder judicial» citado por Horacio Verbitsky en Página 12 del 9.12.12: «Ya en el siglo XX el comentarista constitucional Alexander Bickel cuestionó ese 'carácter contra mayoritario' del poder judicial y sostuvo que Hamilton y el cuarto presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos, John Marshall, invocan al pueblo para justificar la revisión judicial cuando, en realidad, lo que hacen es justificar una frustración de esa voluntad. Los jueces 'ejercen un control que no favorece a la mayoría prevaleciente, sino que va contra ella'. A través de su inevitable tarea interpretativa, los jueces terminan, silenciosamente, tomando el lugar que debería ocupar la voluntad popular».

Una prueba de consistencia es hacer memoria o buscar en los archivos cuantos integrantes del poder económico han ido presos, situación que se extiende a gobernantes y jueces. La justicia es la última trinchera del poder, equivalente en el terreno económico a como los neoliberales han intentado que el Banco Central y su pretendida independencia sea el último obstáculo para dejar atrás la dependencia monetaria y crediticia.

Ya el filósofo sofista griego Protágoras, a quién Platón dedicó uno de sus diálogos, cuatro décadas antes de Cristo afirmaba: «La Justicia es lo que el hombre poderoso dice que es».

Nuestro poema popular emblemático, Martín Fierro, lo expresa con rudeza y claridad:

«La ley es tela de araña, / y en mi ignorancia lo explico. / No la tema el hombre rico; / no la tema el que mande; / pues la rompe el bicho grande/ y sólo enrieda a los chicos».

Los periodistas «independientes» y la SIP  

La Corte Suprema, el 22 de mayo, había sido clara al afirmar que en el cuestionamiento a la ley de medios audiovisuales realizada por Clarín no estaba en juego la libertad de prensa sino un interés patrimonial.

Varias vacas sagradas del periodismo argentino se presentaron ante la SIP para expresar sus inquietudes. Son los que en los '90 se consideraban intocables porque revestían en su doble condición de fiscales y jueces.

Los socios de la Sociedad Interamericana de Prensa, según su página oficial, son las publicaciones o cadenas de periódicos. Es una entidad empresarial. La que en plena dictadura manifestó su sorpresa porque escuchó de los principales medios argentinos, los que tienen escriturado el concepto República a su nombre y son los vestales de la libertad de prensa, que la misma debe ceder en nombre de la seguridad nacional.

De los concurrentes, era obvio por su coherencia ideológica alérgica a todo lo que signifique populismo, las declaraciones de Nelson Castro y Magdalena Ruiz Guiñazú.

Desde el aceitoso campo de un progresismo abandonado, concurrieron Jorge Lanata, sobreactuando su genuflexión a su empleador Clarín, y Alfredo Leuco, desde su conchabo en el grupo Prisa, la editorial Perfil y su alineamiento sin fisuras con las patronales del campo. Posan de profesionales e independientes pero su bisturí crítico sólo tiene como destinatario al gobierno nacional mientras promocionan a Mauricio Macri y Hermes Binner. Su valentía la dejan en las puertas del poder económico al que no mencionan ni tocan.

Leuco, que pasó por las huestes de Clarín hace muchos años, parece haber firmado un pacto de incondicionalidad perpetua con su ex empleador. Se refiere al actual escenario como democradura. Es llamativa esa expresión en un antiguo militante stalinista. En vida de Néstor Kirchner, su humedecido ingenio lo calificaba como «el jefe de la jefa de Estado», mientras se desgarraba las vestiduras en defensa de las instituciones. Es un hombre fiel a sus diferentes pertenencias, porque sus análisis tienen cierta infalibilidad para el error como su mentor juvenil, el eterno secretario del Partido Comunista Victorio Codovilla. Confundió en el 2008 un lockaut campestre con un nuevo 17 de octubre. Más adelante malinterpretó una evidente broma del bloguero Lucas Carrasco como una amenaza personal que difundió como denuncia, increíblemente, por radio y televisión. Ahora rindió pleitesía a la patronal mediática convocante: «Se critica a la SIP que hizo mucho más por la democracia que muchos de los que hoy se llenan la boca».

Jorge Lanata, uno de los primeros denunciadores de Clarín, se pasó a las filas clarinistas donde sobreactúa su condición de converso. De su antiguo pose de transgresor, sólo queda su actitud de fumar donde está prohibido. Domesticado por el poder económico, practica un periodismo ultramilitante que ni siquiera intenta disimular aunque verbalmente pregone un periodismo a secas, realizado por extraterrestres sin historia ni ideología.

Con más de 50 años, desarrolla un lenguaje adolescente poblado de boludos, carajos y mierda. Ante las críticas, sus respuestas son escatológicas. Amenaza con ingresar a la política si una eventual crisis del país se lo demanda. En realidad, es un adelanto por si Magnetto le ordena bajar a un terreno que en otra ocasión lo invitara a transitar Elisa Carrió y que después de algunos días de meditación rechazara. Pero hoy, el antiguo transgresor módico, está domesticado y con un servilismo hacia sus mandantes desusado.

Afirmó ante la patronal mediática interamericana, el ex empresario retornado a su condición de asalariado muy bien remunerado: «Yo me he peleado mucho con Clarín y hoy trabajo ahí. No sé hasta cuándo porque tampoco sé si habrá otro lugar para trabajar. Se critica a la SIP, pero en los '70 fue la única que habló de los desaparecidos cuando los K vendían departamentos en el Sur… Lo menos importante del 7-D es Clarín. Lo que se discutió es la libertad de prensa».

Justamente en defensa de aquellos que la sacrificaron en nombre de «la seguridad nacional» y los que canjearon el silencio sobre la sangre derramada, los campos de concentración, el terrorismo de estado, a cambio de quedarse con el monopolio del papel para diarios.

Clarín consiguió tiempo

Es imprescindible comprender que no se está discutiendo dos artículos de una ley de medios sino como se distribuye el poder en la Argentina.

La táctica de Clarín es dilatar la aplicación de la ley en lo que lo afecta realmente, esperando que pase el tiempo y concluya el ciclo kirchnerista.

En ese aspecto es parecida a la estrategia del golpe de 1966, que carecía de plazos, con la esperanza que en un período de dos décadas se muriera Perón.

Finalmente, hay otros conceptos más esperanzadores de nuestro poema nacional.

«El tiempo es sólo tardanza de lo que está por venir».

«No hay tiempo que no se acabe, ni tiento que no se corte».

Que así sea.

Será Justicia.