Al poco tiempo de haber llegado de Israel (viví allí 5 años) y por estar separado, comencé a recorrer "keilot" (comunidades) en la ciudad de Buenos Aires para reconectarme con mi judeidad y conocer gente nueva.

Grande fue la sorpresa que para activar en ciertos grupos había que estar dentro de unrango de edad, para ser "admitido" cosa que me sorprendió y disgusto sobremanera porque estando en Israel para activar dentro de una keilá no se exigía nada excepto la buena fe y el compromiso con los valores judíos.

Si bien en algunos lugares a los cuales asistí "este requisito" no era respetado a rajatabla, grande fue mi disgusto el día 4 de septiembre pasado ya que con el fin de conocer un lugar nuevo que me habían recomendado asistí a la comunidad Amijai sita en la calle Arribeños 2355. Allí se me interrogó: que quién me mandaba, por qué venía, si conocía la metodología, etc. etc., todas preguntas que me desconcertaron llegando al colmo del desagrado cuando me advirtieron que me solicitarían el documento para corroborar la edad que tenía ya que la reunión estaba pactada para personas de 35 a 45 años (tengo 53) .

Le dije a la señorita que estaba en la mesa de entrada que ni en Israel con todas las medidas de seguridad se toma una medida semejante, ante lo cual de manera grosera me contestó que Israel es Israel y Argentina es Argentina.

Y vaya que así es, ya que esta señora me hizo acordar a las tristes épocas del Proceso cuando pedían el documento en cualquier lugar (la calle, universidad, bares, etc.).

Y aparte, lamenté su frágil memoria ya que fueronnecesarios dos horrendos atentados para que la comunidad judía de Argentina volviera a amalgamarse.

Con la actitud de esta gente se busca lo contrario y aparte me pregunto: ¿Quién garantiza que al estar dentro de una franja de edad uno sea mas agradable, simpático o culto que otro individuo mayor o menor?

Para finalizar con este fraccionamiento de edad, lo más grave que se hace es menoscabar la capacidad de los asistentes de decidir con quién estar y con quién no.