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El a?o que viene… Un poco más abiertos a mirarnos al espejo

Hace algunos días prometí tratar de hacer un intervalo en la edición de la película que estoy acabando - "El tercero en camino", referida a los "palos en las ruedas" de la investigación de los atentados en la Argentina - para poder contestar al público acerca de sus opiniones respecto de "El a?o que viene en... Argentina", la película que junto a Jorge Gurvich finalizáramos en noviembre del 2005, después de seis arduos a?os de trabajo de investigación, filmación y selección de materiales entre las más de 150 horas filmadas.

Pero un jueves a la noche, cuando comienza el fin de semana en Israel y debía yo empezar a cumplir con mi palabra de responder a las opiniones, (me gusta en general cumplir mi palabra, ya que más que el buen nombre para conservar mucho no tengo) opté por hacerlo después de volver del casamiento de un olé jadash de la ola del 2002, alguien a quien desde el primer momento de su arribo nos ligó su esfuerzo por integrarse y mis intentos por ayudarle a hacerlo.

 

En la fiesta me saludó una joven argentina casada con un israelí y a la que se sumó su padre para agradecer por la película que habían visto días atrás por la TV. No los conocía anteriormente, pero los dos, entusiasmados, me comentaron hasta dónde había logrado describir el proceso que ellos habían sufrido, cuánto se sentían identificados con la película, a pesar que optaron - personalmente - por la alternativa que eligieron sólo la minoría de los judíos argentinos: La de vivir en su propio país, en Israel, donde Jorge (Gurvich) y yo decidimos vivir.

 

Contento por el encuentro casual pero afortunado en el casamiento de un nuevo inmigrante que se abre camino en Israel, volví con mi mujer (israelí) a nuestra casa en Tel Aviv, para llevarme la sorpresa de encontrar en mi mail tres copias de la misma carta gratuitamente ofensiva que públicamente me envía Reubén Sofer del Kibutz Bajan.

 

Sofer - "escritor" en hebreo - que parece haber aprendido bien las ma?as para conseguir lectores en la era cibernética, logrando llegar con su afrenta por todos los costados, en los foros y sitios de Internet de hispano-parlantes, en el semanario "Aurora" donde envió sus palabras como una carta de lectores y por otros medios que llevaron a muchos de mis preocupados conocidos y amigos a instarme a contestar a él y a otros tantos que más o menos respetuosamente opinaron.

 

Y a eso voy.

 

Comenzando por una peque?a observación que no está al margen: En los dos oficios en los que hoy me manejo, el periodismo y el cine documental, la tarea no es nada fácil para quien quiere hacerlo en forma responsable. Como periodista que trabaja frente autoridades israelíes y extranjeras, entrevista a cientos de personas al a?o, desde víctimas de atentados y hasta políticos que deciden por la vida y el bienestar de los ciudadanos, como quien antepone la honestidad al "Sckoop" y la humanidad al estrellato, esto me - nos - obliga a un esmerado trabajo en el que no tengo quejas basamentadas en mi contra, como lo pueden corroborar los portavoces de la cancillería israelí y otros organismos como la Agencia Judía , el portavoz de Tzáhal y otros.

 

Como me dijera a?os atrás el portavoz de turno de la cancillería: "En tus notas no mentís, no tergiversás, no sacás de contexto. El problema no son tus notas, sino la realidad de nuestro alrededor". Pero para conservar el buen nombre hay que trabajar duro, mucho más que para escribir injurias y mandarlas a millares de lectores gracias a la magia del Internet.

 

Lo mismo en el camino del cine documental por el que voy en la última década, en un intento de reflejar algo más allá de la realidad del día a la que estoy obligado en mi corresponsalía. Se puede decir todo sobre la tarea que asumimos en una película como "El a?o que viene en... Argentina", pero no que hayamos ahorrado trabajo y dedicación, no que lo hayamos hecho para enriquecernos y no que lo hayamos hecho porque no nos importa. Nos importa y por eso lo hicimos, y como quien dice: "Quien no hace no se equivoca".

Slutzky (izq.) - Israel debe ser el refugio nacional

Pero, sinceramente, no veo en las críticas incluidas en la carta de Reubén Sofer y otros, equivocaciones nuestras en la realización de la película. Yo personalmente puedo hoy se?alar algunas mejoras que, retrospectivamente, pienso que hubiera sido bueno incluir (por ejemplo, habiendo dos locuciones, hubiera sido importante que quede más claro quién está hablando, ya que la película la ven también quienes se guían por los subtítulos, y no necesariamente entienden que es Jorge quien dice "Mi corazón sigue en la Argentina" y soy yo quien comento que me identifico con la lucha por los derechos humanos en Argentina, pero ya no pertenezco ahí, sino a Israel, con cuyos gobiernos no siempre me identifico, pero elijo vivir en él, para mejorarlo para mí, para mis hijos y para dejarlo abierto y hospitalario para los judíos del mundo que decidan sumarse a nosotros acá.

 

Pero esta "mejora" es técnica, no de contenido. De contenido es haber decidido finalizar la película en la Plaza Rabin, donde estábamos también aquel día en que éste fuera asesinado por intentar hacer un Israel mejor. Como en la Biblia, en la que en cualquier enumeración lo importante se deja para el final, la película finaliza en Israel y en un intento por mejorarlo y no en la Plaza de Mayo o en un country de las afueras de Buenos Aires.

 

En la película recordaba aquellos tiempos en los que vitoreábamos en Buenos Aires: "Aliá, aliá, la única verdad". Es más, agg'iornados con la realidad circundante, aprovechábamos cada acto comunitario para clamar a las autoridades de AMIA, DAIA y OSA autoproclamadas "Sionistas", consignas combativas como ser: "El sionismo irá con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes….".

 

Así éramos, así era quien escribe, que no se olvidó de ninguna charla sobre el movimiento de liberación nacional del pueblo judío - el sionismo - y hasta aprovecha una oportunidad en la vida real reflejada en la película, para proclamar públicamente que prefirió vivir en Israel a seguir haciéndolo en un país donde siempre sería una minoría nacional, con la sensación de persecución, o perseguido en la práctica. Así éramos, y es por ello que decidí emigrar de Argentina a Israel y luego decidí arraigarme y no abandonar, aún cuando muchos a mi alrededor lo hicieron.

 

Pero aún convencido que el sionismo es la solución nacional para el pueblo judío, puedo ahora dar cuenta que no necesariamente el sionismo e Israel son la solución personal más adecuada para cada uno de los judíos en la Diáspora, en forma particular . Y que para estos últimos Israel debe ser el refugio nacional, a donde podrán llegar en la medida que las persecuciones o las crisis económicas así lo exijan, como ocurriera con gran parte de los inmigrantes de Argentina de la crisis del 2001-2002 que están reflejados en nuestra película.

 

"El a?o que viene en….Argentina" no es un deseo ni un salmo nuestro, sino una descripción de una realidad en la que a pesar de las persecuciones, la situación económica, el empobrecimiento de la clase media, los atentados y los 2000 muertos judíos durante la dictadura, la mayoría de los judíos argentinos que días atrás rezaron en las sinagogas "El a?o que viene en Jerusalén reconstruida", seguirán viviendo también "El a?o que viene en… Argentina".

 

Y la decisión de salir a hacer la película devino después de más de 20 a?os que mis conocidos en Israel repetían la pregunta: "¿Cómo puede ser que con toda la situación en Argentina, tus judíos no hagan aliá?". Después de responderles, yo decidí junto a Jorge salir a buscar las voces de judíos argentinos que contesten con sus propias palabras el porqué.

 

Es así como hay quien nos dice que se queda porque es más útil a lo judío en Argentina, quién nos dice que se queda para luchar allí por los derechos humanos, quien que lo hace por amor a un no judío, quien porque "es un país espectacular", el anciano que no tiene quien lo acoja en Israel y quien se perfila como el "último shomer", que estaba en el momento de la filmación a punto de irse de Argentina y ahora está viviendo entre nosotros en el sur del país, al alcance de los Kassam, pero satisfecho de su decisión, documentada tres a?os atrás en nuestras cámaras.

 

Cuando releo las acusaciones infundadas de Reubén Sofer, no tengo más remedio que pensar que él no terminó de ver la película, la vió sin sonido o simplemente tenía algo en el estómago que quería sacar y aprovechó de nuestra película para vomitarlo en las páginas de Aurora y por la red de Internet. Cómo explicar de otra manera palabras como "hipócrita, basura, decepcionante, anti-israelí y anti-sionista, a una película que instituciones judías y sionistas nos han solicitado utilizar como una herramienta educativa para israelíes que desconocen la realidad judéo-argentina y para jóvenes judíos de Argentina y Latinoamérica que la película les servirá - así consideran los educadores especializados - para enfrentar temas de identidad judía y personal, desde una perspectiva en la que Israel sigue siendo - si no una respuesta para todos - por lo menos una pregunta abierta para cada uno de los judíos del mundo.

 

Quisiera consolarme pensando que también Sofer quiere el bien de Israel y el judaísmo. y solo le pido que considere una remota posibilidad que también así lo quiere, quien acá algo ofendido le escribe.