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Deja


Ver el noticiero, escuchar la radio, u ojear las páginas de los diarios, por estos días en Argentina, obliga a pensar de manera involuntaria en un "deja vú", o la sensación de haber vivido ya de antemano todo lo que se lee, se escucha y se ve.

Claro, no hay nada de misterio, mucho menos de magia o esoterismo en todo eso. En realidad, es que la realidad se repite casi como un calco.

Pocos días atrás se cumplió el aniversario del día en que la presidente de la Nación, Cristina Fernández, firmó el decreto que aumentaba las retenciones (una suerte de impuesto) a las exportaciones de granos y oleaginosas. Esa medida había desatado una serie de protestas de los representantes de distintas entidades ligadas a la actividad rural, que luego fueron endureciéndose con cortes de ruta, paros de actividad y protestas y manifestaciones urbanas.


Ruralistas unidos contra el Gobierno

Al cabo de cuatro meses, cuando finalmente el proyecto quedó anulado al ser tratado en el Congreso, sede del poder legislativo nacional, el saldo fueron varios episodios de desabastecimiento de productos claves en el consumo, escaladas de precios, malestar generalizado en la sociedad, y una caída abrupta de la imagen positiva del Gobierno Nacional.

Como si nos hubiéramos retrotraído en el tiempo, otra vez en marzo, pero esta vez de 2009, el Gobierno de la Nación recalentó la pelea con las entidades rurales, a consecuencia, otra vez, de las retenciones.
En esta oportunidad, los del campo pedían una baja del porcentaje que el Estado toma del dinero que ganan al exportar, por considerar que la crisis internacional había provocado una merma en los volúmenes que colocan en el exterior, y también en los valores internacionales de esos productos.

El resultado fue la convocatoria a un nuevo paro, que comenzó el sábado 21 de marzo, y que ya al cumplir su tercer día había registrado cortes de ruta, encuentros violentos entre los que manifestaban y los camioneros que no podían pasar, amenazas de aumentos de precios, y otra vez el fantasma del desabastecimiento.

Además, inseguridad
Como si la crisis entre el Gobierno y el Campo en esta segunda edición no repitiera uno por uno los pasos de la de 2008, y se perfilara como una inminente nueva escalada de fragmentación social en la Argentina, también con la inseguridad se da un "deja vú".
Y es que del mismo modo que en el mes de marzo de 2008 comenzó a gestarse una espiral de inseguridad cada vez más violenta, un año más tarde, y ya desde el mes de febrero, el clima se enrarece a pasos agigantados.

Las fuerzas de seguridad no parecen poder poner coto a la creciente inestabilidad, y mientras que se multiplican los homicidios (incluso de policías), la inseguridad también afecta a reconocidos personajes del espectáculo y el ambiente artístico, haciendo que las noticias adquieran un dimensión aún mayor.

La perspectiva que se vislumbra es la de militarizar las calles de los distritos más conflictivos, con personal de las fuerzas de seguridad destinadas a los controles de frontera terrestre y aguas territoriales (Gendarmería Nacional y Prefectura Naval, respectivamente).
Y ambos episodios: el de la inseguridad y el de la debacle económica, dan de lleno en el seno de las clases socioeconómicas medias de la Argentina, motor indiscutido de los cambios políticos del país, y que han protagonizado episodios capaces de poner en jaque a un Gobierno.

Así las cosas, en un año donde la mitad de los cargos legislativos de todos los niveles (municipal, provincial y nacional) se renovarán en Argentina, todo parece posible.