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Antisemitismo en Buenos Aires: el fin, los medios y la justificación

Con la sobre-dimensión al ataque antisemita perpetrado por una decena de individuos durante una de las celebraciones por el 61º aniversario de la creación del Estado de Israel, los medios argentinos quisieron, si no lavar culpas, al menos lucir una prolija ecuanimidad.

Y es que tiempo atrás había hecho gala de un fuerte contenido crítico durante los ataques israelíes a Gaza, mostrando una mirada parcializada del conflicto.

Claro que es mirada parcializada no lo fue menos durante las agresiones del domingo 17 de mayo. Y es que si bien se trató de un hecho que se dio en las propias narices de los medios más importantes del país, en plena capital de la Nación, no se lo planteó como otra cosa que un “ataque antisemita”.

Lo singular es que un grupo de apenas una decena de individuos, armados con palos y elementos de lucha de las artes marciales, la emprendieron contra hombres y mujeres que participaban de un acto para nada politizado, y donde en cambio e presentaban stands con productos artesanales. Un acto en el que, además, los agredidos eran ciudadanos argentinos, para más datos. Con lo cual, a las claras queda evidenciado que lo que molestaba era su credo o su simpatía por Israel.

La vocación antisocial de los agresores quedó bien patentizada en los datos de los agredidos. Uno de ellos era un hombre, la otra, una mujer.

Pero ahí no terminó el episodio, que amplia difusión tuvo en esta ocasión, porque en los días sucesivos, lunes y martes, se dieron multitudinarias manifestaciones de grupos que se presentaban como “de izquierda”, que reclamaban la liberación de los cinco agresores detenidos el domingo.  

La mirada más amplia
Sin embargo, el antisemitismo entra en combinación con la lisa y llana xenofobia en otros casos, que se dan en el interior de la Argentina, como el repudio, semanas atrás, a la visita de jóvenes mochileros israelíes que recorrían la provincia de Chaco, en el noroeste del país.

El pronunciamiento de uno de los referentes de los grupos de piqueteros (desocupados que, de manera pseudo violenta, reclaman fuentes de trabajo desde hace más de un década), fue a tal punto desproporcionado y políticamente incorrecto, que hasta el propio dirigente piquetero nacional, Luis D’Elía, salió a cuestionar el argumento.

Tratándose de D’Elía, un conocido antisemita y antisionista, el cuestionamiento a esos dichos da una muestra acaba de los ásperos que habían resultado.  

Tierra de nazis
“¡Viva Palestina! ¡Los odio!”, eran las frases de un hombre enfurecido con cuatro jóvenes israelíes, que mientras proclamaba su posición ideológica, arrojaba las mochilas de los viajeros al exterior del refugio Emilio Frey, el albergue de montaña más concurrido de Bariloche.

El hecho específico que antecede se registró en 2007, y fue retratado por dos periodistas de la ciudad de Bariloche. Aunque claro, se repite una y otra vez, en esa parte del sur argentino, donde supieron encontrar refugio una larga lista de altos jerarcas del nazismo alemán de post-guerra.

El rechazo a grupos israelíes se ha vuelto una situación recurrente en Bariloche, algo paradójico, si se tiene en cuenta que los visitantes de esa parte del mundo componen el principal grupo de turismo extranjero que arriba a la ciudad en verano.

Se calcula que entre septiembre y abril vienen casi 70 mil israelíes. Algunos comercios han optado por un actitud abiertamente receptiva, por ejemplo la incorporación de teclados en hebreo en algunos ciber. En otros lugares, como hostels u hoteles, suelen poner limitaciones, planteando los grupos a hospedar deben ser “reducidos”. Aunque, hay comercios y alojamientos que aseguran que “no hay vacantes”, cuando se trata de turistas israelíes.

Los argumentos del rechazo hablan de una “cuestión cultural” y “no religiosa”. Califican a los visitantes como “revoltosos” y “ruidosos”.  
Para algunos, la situación es lisa y llanamente xenofóbica y la describen como una forma de “discriminación new age”. Otros creen que sólo se trata del derecho de admisión entre países. En cualquier caso, es una situación que todos conocen y sobre la que nadie habla.