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Usted preguntará por qué votamos

Parafraseando al recientemente extinto poeta uruguayo Mario Benedetti, cabe trasladar su famoso “Usted preguntará por qué cantamos”, a un sencillo, “Usted preguntará por qué votamos”, para entender el panorama electoral argentino un mes antes de los comicios.
Pero en este caso el “por qué” no se refiere a las razones de la elección, sino a un amplio “qué”, interrogante que muestra a las claras no sólo el desconocimiento por todo lo inherente a la elección, sino incluso, el desinterés y la apatía generalizada.

La excusa podría ser el adelantamiento de las elecciones en cuatro meses, que parece haber descolocado no sólo a la clase política, sino también a la ciudadanía.

Pero aún los de más fuerte vocación democrática encuentran, en esta oportunidad, los más variados escollos como para realimentar su esperanza en las urnas y la acción cívica.

Cuando faltan treinta días para los comicios, aún no están oficializadas las listas de candidatos de varios partidos, y se siguen discutiendo impugnaciones respecto de algunos que parecen no reunir los requisitos necesarios para su postulación.
Pero eso no es todo, porque además de no tener en claro cuáles son las opciones en danza, tampoco los ciudadanos están teniendo acceso por estos días a datos tan sencillos como el lugar en el que deberán emitir su sufragio.

No están disponibles los padrones, esos voluminosos compendios de nombres y datos, donde cada argentino puede averiguar dónde le tocará presentarse el próximo 28 de junio para emitir su voto.

Caras, nombres, y chicanas
Algo que no es nuevo en esta oportunidad es la carencia de propuestas. Los candidatos no proponen proyectos o iniciativas, sino que hablan de generalidades como “luchar contra la inseguridad”, “cambiar el modelo”, “sostener el modelo”, o “apoyar al campo, según de quién se trate.

No todo termina ahí, porque algunos además tienen muy en claro a lo que se oponen.
Pero de ahí no se sale el libreto. Los candidatos muestran sus caras, sonríen y se pasean más por los programas de espectáculos que por los de temas políticos, quizá por temor a ser descubiertos en su falta de iniciativas.
Cuando aceptan el desafío es únicamente para ir a hacer chicanas. Sacar a la luz el pasado políticamente comprometido de sus rivales, que a su turno harán lo mismo y en sentido inverso, en otro programa. O tal vez en el mismo.
Toda la campaña parece estar reducida a una batalla de bola de nieve, en donde en realidad de todo menos prístino como los copos blancos es lo que se arrojan unos a otros.

Papelones y algo más
La primera atrocidad fue la de llamadas “listas testimoniales”, donde candidatos que hoy ocupan cargos a los que no piensan renunciar, se sumaban a la nómina de postulantes porque su imagen positiva podía traccionar votos.

Un dato no menos atroz de la campaña, comenzó a darse en los últimos días, cuando la Justicia Electoral decidió salir a cuestionar, e impedir, al menos en principio, varias de las postulaciones de candidatos en la lista de oposición con más chances para darle pelea al oficialismo.
Y la curiosidad radicaba en que el mismo magistrado “medía con distinta vara” una y otra lista. En la del oficialismo había avalado no sólo los candidatos testimoniales, sino algunos datos cuestionables respecto al domicilio del ex presidente Néstor Kirchner (clave para poder o no integrar las listas), mientras que en el caso de los opositores, una abultada cantidad de documentación parecía resulta insuficiente a los mismos fines.

Como si eso fuera poco, también la Justicia habilitó a un ex jefe de policía, hoy detenido en el marco de una causa por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura, para que también pueda integrar las listas.
El principal oponente al oficialismo, y que encabeza una de las listas, está siendo tangencialmente investigado en el marco de una causa por el tráfico de efedrina de Argentina a México.

Y hasta ha aparecido una lista, avalada por la Justicia, al menos hasta ahora, que está encabezada por un desconocido que lleva el mismo nombre del principal opositor. Curiosa casualidad, que busca restar votos entre los distraídos. Más cuando el resto de la nómina se completa con grupos de personas todas del mismo apellido.

Mal clima
La clase política está más preocupada por la calidad de la parodia que de ellos hace un grupo de cómicos en un programa humorístico de alta audiencia, que en ofrecer una actitud más madura, más a la altura de las circunstancias históricas.

Al margen de esa infantil actitud, de las torpezas, de los desaciertos técnicos, de la falta de información, aún más allá de todo, lo cierto es que la ciudadanía en pleno no está interesada en las elecciones.

Una encuesta reciente demostró que más de la mitad no sabe qué es lo que vota. Desconoce que sólo se renuevan cargos legislativos a nivel de las comunas, las provincias, y la nación.
Y no sólo eso, sino que quienes saben eso, tampoco comprenden la trascendencia que se da a la elección, en un país donde la no renovación de cargos en los Ejecutivos, nunca había suscitado tanta atención.

Sobreinformada con datos que confunden antes que esclarecer, sujeta a amenazas respecto de lo que podía pasar si el Gobierno pierde la mayoría con que domina hoy las legislaturas, y con el fantasma de la interrupción institucional de 2001, la ciudadanía siente que es demasiada la responsabilidad que se pone sobre sus hombros, y en lugar de sentirse comprometida, se siente cada día que pasa más ajena a ese universo paralelo en que parece haberse convertido la política argentina.