Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

¡Vinimos de Israel para ver a Vélez Campeón!

Julio Nabel y Fernando Gruss junto a Alex Gruss (llegado de Nueva York para ver la final) y Eduardo Gleizer, residente en nuestro país pero el padre de Marcelo que está en Israel; dan vida a la Peña más pasional del planeta: El Fortín de Israel.



La distancia expresa la proximidad o lejanía entre dos objetos, o el intervalo de tiempo que transcurre entre dos sucesos. También se emplea como expresión para indicar una relación de alejamiento afectivo entre dos personas: el desafecto.

Sin embargo, para esta historia, no existen tintes del desamor producto de la misma distancia. Todo lo contrario, los kilómetros que lo separan de su gran amor, son dosis exactas y precisas de alimento para el alma, de cuerda para el corazón.

Israel se robó gran parte de sus vidas. Ellos, le robaron a Liniers una gran porción de sentimiento allí, donde hoy existe un Fortín en Oriente Medio, bañado por las costas del Mediterráneo que oficia de tribuna popular.

              

Julio Nabel luce el paso de los años en su cabellera, pero guarda la misma mirada apasionada al ver o sentir hablar de su Vélez en cada uno de los 25 años que lleva de exilio. Fernando Gruss también se graduó de soñador desde ese enero de 1974, en el que le puso pausa a su estadía en Liniers, pero no a su corazón que late cada vez más fuerte.

Ellos, junto a Alex Gruss (llegado de Nueva York para ver la final) y Eduardo Gleizer, residente en nuestro país pero el padre de Marcelo que está en Israel; dan vida a la Peña más pasional del planeta: El Fortín de Israel.  

"Nosotros venimos desde quince mil kilómetros de distancia, desde el Fortín. Vinimos sólo para ver a Vélez Campeón. Nosotros vivimos Vélez día a día y estamos comunicados gracias a Internet. Venimos con nuestra ilusión a cerrar un ciclo que viene del año '71 que únicamente con la obtención de este campeonato vamos a verlo cerrado. No tenemos otro motivo, sólo ver a Vélez Campeón", remarca emocionado en su voz Julio.

              

A su vez, se suma Fernando a darle rienda suelta a su sentimiento, mientras la Villa Olímpica le hace un colchón a su sueño. "Es una decisión espontánea, de muchos años en la distancia que vivimos la década del 90, el campeonato del 2005; y este es un gustito que nos queremos dar y por suerte lo estamos cumpliendo. Estamos muy contentos por el recibimiento que tuvimos de toda la gente de Vélez. Sólo falta ganar el domingo para ponerle un brochecito de oro", comenta.

Allí en el tiempo, perdido como eslabón de esta historia quedó el momento de partir. Un instante marcado a fuego en sus historias que no le puso demarcaciones a su pasión, que no limitó la cantidad de latidos del corazón. Tiempo de exilio, deseos de siempre estar presente. "No hay un motivo ni distintos motivos. Nunca dejamos de estar relacionados con nuestro querido Vélez Sarsfield. Antes era más difícil porque no habían tantas noticias, teníamos que esperar al día martes que un diario daba los resultados en un comentario chiquito. Después de a poco se fue avanzando. Teníamos una radio chiquita y nos reuníamos con Fernando para escuchar los partidos. Viajábamos una o dos horas para encontrarnos a las dos de la mañana para escuchar a nuestro querido Vélez y dábamos la vuelta olímpica como podíamos", recuerda Julio.

              

Para esquivar la soledad de los festejos, idearon un sueño que hoy es una gran y hermosa realidad, mudar un rincón del Amalfitani a la distante y cercana, Israel. Así lo continuó comentando Julio Nabel. "Armamos la Peña "El Fortín de Israel" y tenemos más de doscientos hinchas fanáticos de Vélez. Hicimos cosas importantes como ir a visitar el muro de los lamentos poner nuestros pedidos. Ya funcionó en el 2005 que salimos campeones y ahora no queremos menos que eso en este 2009", dijo.

La parte globalizada del mundo, les abrió una puerta gigante para viajar cada madrugada al estadio José Amalfitani, o situarse en una butaca de "La Tacita de Plata" en Jujuy; o tal vez, jugar con ellos un partido importante en el mismo césped del Monumental. "Hoy día los medios de comunicación facilitan la conexión. Hace veinticinco años atrás nos enterábamos tres días más tarde el resultado por el diario, y hoy por un portal de Internet podemos ver los partidos. Es increíble. Nos agarramos la cabeza pensando de que Vélez está jugando en Jujuy y en Israel podemos ver el partido en directo. De todos modos no es fácil porque la transmisión se traba o no se ve claramente; entonces nos llamamos constantemente para preguntarnos que pasó. A veces, se para y cuando volvés a enganchar te pasan veinte minutos más tarde. Pero esto es lo que tenemos y así lo vivimos, lo disfrutamos. El problema lo tienen nuestras mujeres porque los partidos se juegan a las tres dos de la madrugada de allá, y nos vamos a la cama totalmente tensionados, no nos podemos dormir. Al día siguiente tenemos que ir a trabajar con los ojos colorados y no podemos contar el por qué no dormimos. Esto es ser hincha de Vélez en el exilio. No es fácil, pero es una gran alegría", apunta Fernando Gruss.

              

También se suma al anecdotario, Julio señalando que "había partidos en que no teníamos comunicación de nada. Entonces nos metíamos en foros a esperar que alguien ponga "Gol de Vélez", para abrazarnos y festejar. Nos quedábamos dos horas mirando la pantalla sin ver nada solamente para ver si alguien escribía el gol de Vélez y ahí nos poníamos contentos".

Alejandro Dolina supo describir las sensaciones de transitar el camino del regreso en sus "Crónicas del Ángel Gris"; dibujando que "No hay sueño más grande en la vida que el Sueño del Regreso. El mejor camino es el camino de vuelta, que es también el camino imposible". Fernando y Julio, los mismos hinchas de Vélez que alguna vez partieron, tienen como regreso este viaje. Un paseo para reencontrarse con ese niño que fueron y que disfrutó de cada hazaña del Fortín, para buscar esa vuelta olímpica en casa que tanto se deben.

"Nosotros hace muchos años ya que vivimos en Israel. Tenemos familia, nuestros hijos, nuestros nietos y casa. Pero las distancias se acortan y nuestro corazón sigue estando en Liniers. A pesar de que parece un imposible, nosotros lo logramos. Vivimos en Israel pero nuestro corazón está en Liniers", cuenta emocionado Fernando.

              

"Llegamos el jueves para ver a Vélez Campeón, no pensamos en otra cosa", lo acompaña de la mano, Julio.

Algún artista alguna vez rezó entre sus frases más predilectas que "la distancia no es cuánto nos separemos; la distancia es si no volvemos". Julio y Fernando entienden esto de volver; quizás, es que nunca se han ido.