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¡De engripados a engrupidos!

Díez días tardó el Gobierno argentino en tomar nota de los resultados electorales; cuando finalmente lo hizo, parece haberse quedado apenas en un enroque ministerial. Sin embargo las figuras más polémicas, las más cuestionadas, las que se sindica como verdaderas detentadoras del poder, así como a quienes se atribuye un rol de "recaudadores", siguen gozando de buena salud política.

En paralelo, algunos gobernadores y dirigentes hasta hace poco plenamente identificados con el ex presidente Néstor Kirchner, que jugando para el oficialismo no quedaron tan mal parados en la última elección, hoy empiezan a tomar distancias.

De un país en el que hace poco más que una semana había solo 2.500 enfermos de gripe porcina y en cual no era necesario declarar la emergencia sanitaria, se pasó, sin escalas, a otro donde los enfermos ya estarían cerca de 110 mil y donde toda declaración va detrás de la emergencia real.

Argentina parece reunir por sí sola más enfermos de gripe porcina que todo el resto de mundo. A pesar de ello, dentro de los límites de la geografía que le corresponden, hay dos realidades que parecen marchar en forma paralela, como si definitivamente se tratara de dos países distintos. 

Los engripados

El escenario planteado por la gripe porcina pasó de la "situación bajo control" del viernes 26 de junio, dos días antes de las elecciones, a la catástrofe sin control del martes 30, dos días después de los comicios.

En menos de una semana renunció la titular de la cartera de Salud de la Nación, se declaró la emergencia sanitaria nacional, llegaron casi a triplicarse las cifras de fallecidos, y las estadísticas saltaron por las nubes a la hora de mencionar los casos estimados como posibles.

"Cuestión de semántica", dijeron desde el entorno del Gobierno, para explicar la diferencia de criterios de una semana a la otra, y de un ministro al otro.

Sin embargo, con la psicosis instalada, se hizo visible la endeble del sistema de salud público, con hospitales colapsados, falta de médicos, enfermeros e insumos.

Quedó en claro, también, que nunca se pensó en un política clara para hacer frente a tal emergencia, porque si en algunas comunidades disponían el cese de toda actividad pública por un lapso de dos semanas para reducir los riesgos de contagio de la enfermedad, en otra se daba rienda suelta a todo tipo de eventos multitudinarios.

Sin estadísticas claras, sin resultados de la mayor parte de los análisis de personas fallecidas y enfermas con cuadros compatibles para hacer frente a la epidemia nacional, el Gobierno parece estar caminando a tientas en medio de la oscuridad. 

Los engrupidos

En cambio, en ese otro país que tiene una realidad paralela muy parecida a la Argentina de los casi 110 mil enfermos de gripe porcina, lo único que parece preocupar a la dirigencia política es quién se posiciona mejor para las elecciones presidenciales de 2011.

Un cambio de gabinete en el que no salieron las figuras más cuestionadas, y que parece no haber aportado nada sustancial, fue la rápida lavada de cara a que echó mano la presidente Cristina Fernández.

En la misma jornada, y mientras terminaba de ser Ministro de Justicia, para pasar a ser Jefe del Gabinete de Ministros, uno de los "intocables" del gobierno salió a plantear la posibilidad de que Cristina Fernández pueda aspirar a la reelección en 2011, o que, como alternativa, su esposo pueda volver a ser candidato.

El anuncio se da en el contexto de una pelea entre varios dirigentes por quedarse con la conducción del Justicialismo, uno de los partidos políticos más importantes de la Argentina, y que viene marcando los destinos de la Nación desde poco antes de la mitad del siglo XX.

Los hasta hace poco aliados incondicionales de Néstor Kirchner, vieron en este último revés electoral la necesidad de empezar a tomar distancias y marcar diferencias, siempre con la mira puesta en la conducción del Peronismo.

Lo singular es que la mayoría de los aspirantes son dirigentes que ostentan cargos de importancia en la vida del país donde el brote de gripe porcina parece incontrolable, y sin embargo, se muestran completamente ajenos a esa preocupante realidad.

Un país. Dos realidades.