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Día del Amigo - ¡Ese atrevimiento maravilloso!

Mi amigo es mi maestro, mi discípulo y mi condiscípulo...

El filósofo argentino Abram nos insiste en sus escritos con que la hipermodernidad arrasa hasta con la post modernidad.

Todo es decapitado en escenarios delirantes, que vuelan sin razón formando figuras antinómicas.

El ayer del ayer, como episodio de la realidad desaparece o es denostado hasta la pulverización.

El pensador argentino Massuh, plantea que es imposible diseñar una dimensión de futuro sin una dimensión de pasado; por ello esta es una etapa de presente tan delgada que no reviste certidumbre.

Nuestras generaciones aprendimos a amar las conceptualiades de carácter sólido. La seguridad de los padres y la casa propia, las imágenes inamovibles de los abuelos y los vecinos, la solemnidad de los símbolos patrios y de los temas importantes.

Es en ese corredor fijo, que quiero destacar la amistad. Esa institución maravillosa fundada en la empatía, el desinterés, la cooperación, la solidaridad, la atracción comparativa de cuerpos e intelecto, los sueños relatados al par o al impar, la suma sin barreras de seres unidos o desunidos por etnias, culturas, países, continentes o solo vecinos de este mundo.

Ahora parece ingenuo, muchos lo quieren borrar, ese 20 de Julio de 1969, donde el planeta Tierra dejó de respirar. Armstrong y Aldrin llegaron a la Luna, mientras que en Lomas de Zamora (un suburbio de Bs.As.) un odontólogo ingenioso decidió enviar mil cartas  a cien países distintos, recibiendo setecientas de respuesta.

El Dr. Enrique Ernesto Febbraro fundaba el Día Internacional del Amigo. Una elaboración que en sus inicios trazaba una prognosis de exclusiva simbología, que quizá sólo cabía en la mente de un visionario o de un pequeño puñado de soñadores. Ponerle un día al amigo no tenia sentido.

El amigo fue, era y seguiría siéndolo hasta todos lo fines. Así se pensaba. No contábamos con la hiper. Por ello, por el desfenestro de los valores trascendentes, es que el Día Internacional del Amigo, se toma en serio en más de ochenta países, hace colapsar los medios de comunicación y promueve actos impensados hace solo 39 años. Nos aferramos a este símbolo, porque vemos que corren peligro de extinción hasta nuestras entrañas.

Cuantas ilusiones, cuantas desilusiones, cuantas sorpresas, cuantas maravillas, cuantas luces, cuantas noches, dimos y nos ofrecieron nuestros amigos.

Teníamos mil amigos, hasta que todo el quehacer de la vida iba decantando y daba verdad a esa reflexión sabia del Talmud: "Date por conforme, si al final de la vida encontraste un buen amigo, un buen vecino y mediste las consecuencias de tus actos".

En su cantar de los cantos, el tango, en la letra genial de Don Enrique Cadícamo nos hace volar con "Tres amigos":

"Tres amigos siempre fuimos
en aquella juventud;
era el trío más mentado
que pudo haber caminado,
por esas calles del Sur.
Una noche allá en Portones,
me salvaron de la muerte;
nunca faltan encontrones
cuando un pobre se divierte.
Y otra vez allá en Barracas,
esa deuda les pagué.
Siempre juntos nos veían;
esa amistad nos tenía
siempre atados a los tres".

El Dr. Febbraro define con la simpleza que da la profundidad de un creador: "Mi amigo es mi maestro, mi discípulo y mi condiscípulo. Él me enseña, yo le enseño. Ambos aprendemos y juntos vamos recorriendo el camino de la vida, creciendo. Sólo el que te ama te ayuda a crecer".