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¡Pan y Fútbol!


"El fútbol no es cosa de vida o muerte; es mucho más que eso". La famosa frase del entrenador inglés Bill Shankly parece ser que nunca fue tan relevante como en estos días.


La supuesta "estatización" del fútbol en Argentina ganó todos los medios de comunicación. En las paredes aparecieron pintadas asegurando "Fútbol para todos" con la firma de agrupaciones políticas ligadas al partido gubernamental; también se dieron debates sobre el asunto en programas de actualidad y humor.

Hubo idas, hubo vueltas, pero nada quedó claro respecto al tema. Sobresalió, sí, un nuevo capítulo de la supuesta disputa entre el Gobierno Nacional y uno de los principales grupos económicos que manejan las comunicaciones en Argentina: Clarín.com.

¿Qué pasó? ¿Qué va a pasar? Lo que parece estar a la vista, por sobre muchas otras cosas, es que nadie tiene la más mínima idea.

La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) canceló un contrato con un grupo económico que tenía los derechos de la transmisión de los partidos. Lo hizo en solitario - al menos desde lo legal - porque, según las claúsulas, en nada podía tomar intervención el Gobierno.

Sin embargo, se habían dado conversaciones previas, y las hubo posteriores, entre el titular de la AFA, Julio Grondona, y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su entorno.

Se mencionó la posibilidad de que el Gobierno invirtiera 600 millones de pesos por año para financiar la transmisión de los partidos, y posibilitar que todos sean emitidos por la televisión abierta. Finalmente, no hubo datos respecto a la concreción de algún posible acuerdo.

Lucro político

El tema sirvió como plataforma política en varios sentidos. Por un lado, el cuestionado presidente de la AFA emprolijó levemente su imagen poniéndose al frente de la decisión de anular el contrato con la empresa que mantenía el monopolio de las transmisiones, y que él mismo había firmado poco más de dos décadas atrás.

El ex presidente Néstor Kirchner, con miras al 2011, buscó posicionarse políticamente en la misma línea de los graffitis callejeros, tratando de adjudicarse el crédito de que el fútbol esté al alcance de todos los argentinos.

El blanco elegido por la AFA y el entorno presidencial fue el Grupo Clarín, asociado al monopolio de las transmisiones deportivas. El Gobierno ya venía manteniendo tensas divergencias con dicho gigante económico de las comunicaciones. La "estatización" del fútbol le permitió quemar algunos cartuchos más. Ambas partes se cruzaron acusaciones, pero en definitiva, no hubo quién pudiera presentarse como "el bueno" de la pelícua, sino como "el menos malo".

Cortina de humo

Al día de hoy no quedó claro si el Gobierno financiará el fútbol.

Lo que sí está claro es que días atrás, la presidenta anunció su intención de frenar el crecimiento del desempleo y propuso destinar una inversión millonaria para tales fines. Su acción no llegó a cambiar los índices de pobreza e indigencia, que muestran cifras más que alarmantes en el país; más crudas, aún, que las de la década del '90, donde tuvo su apogeo el modelo neoliberal, del cual hoy se dice estar en las antípodas.

También quedó claro que el debate en torno al fútbol permitió pasar por alto el estrepitoso fracaso de la ronda de diálogo convocada por el Gobierno después de las elecciones y el debate sobre la continuidad de la potestad de definir el porcentaje de las retenciones.

El balompié consiguió además aminorar las reacciones ante el reciente tarifazo de energía eléctrica y de gas para los meses del invierno.

Así las cosas, el Gobierno se asemeja a aquellos habilidosos que logran hacer "jueguito" con la pelota durante el calentamiento, ganándose los momentáneos aplausos de los giles de la tribuna.

Eso no alcanza para convertirlo en líder, ni en jugador de gran calidad y visión dentro del terreno de juego.