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Lunes, ¿no habrá otra forma de comenzar la semana?


Llevo en mis oídos la música de la mañana del último lunes 31 de agosto. Tal como lo anunció el pronóstico de todos los medios, nos hallábamos atravesando la tormenta de Santa Rosa. En realidad, más gris que rosa. 


Para todos los que formamos parte de la cofradía "¡Abajo los lunes!" es un día de miércoles, que debería, al menos, comenzar después del té, mate o cualquier infusión pero, eso sí, después de las cinco de la tarde. Es el día Poca-Hontas (poca-onda) por excelencia, impregnado de pensamientos desagradables, sórdidos y melancólicos de los que seguramente el viernes nos arrepentiremos.

Una generalidad que estimo en un 80%, concordará en que el primer día laborable de la semana, al menos en la mayoría del planeta Tierra, carece de gracia y glamour. Sentís que todo es negro y no sólo porque te has vestido de ese color sino porque los lunes en cualquier estación se ve la realidad tal cual es: horrible.

Los lunes comienza todo lo que uno quisiera que terminara para siempre: los ajetreos en el Banco, las llamadas por trabajo que seguramente jamás se definirán, la persona que ayuda a limpiar tu casa no vendrá porque llueve o hay un sol abrasador y porque tampoco concurrió la persona que cuida a sus hijos. Tu casa parece regada con napalm, pero en realidad se trata de cenizas, fideos de los largos y pegajosos y alguna que otra cáscara de mandarina que se te escapó del tacho de basura.

El lunes es una realidad sin atenuantes ni tamices que, sin llamar a tu puerta, te perfora las ventanas y se te instala por más que hayas dicho: "no estoy". A no ser que pertenezcas a esa rara avis de personas para quienes "Todo el Año es Navidad" o te dure el hangover del fin de semana y ni del día te desayunes, los lunes duelen de la nuca para arriba, en toda la cabeza.

Lo mío es existencial y semanal. Me ocurre siempre, hasta cuando veraneo. Lo definiría como un vacío que voy pateando desde los seis años y medio, se intensifica el domingo hacia las siete de la tarde y los lunes se me "presentifica" en forma virulenta.

Si además él no llamó ni apareció en la web, en principio porque no tiene tu teléfono, luego porque no te conoce y ni sabe que existís, pero sos de las que esperan hasta un llamado equivocado porque, nunca se sabe... pensás que hoy atendés un llamado equivocado y mañana... te llama la felicidad, te recomiendo que chatees hasta con un esquimal.

Los lunes siempre han tenido para mí ese gusto a ajo, cebolla y perejil pasados, combinación y elementos que me caen mal. Sé que a muchas personas estos ingredientes pueden parecerles sabrosos. Vaya todo mi reconocimiento y respeto hacia ellos. Mi alusión a esta mezcla viene a cuento, y que me perdonen sus usuarios, de que son sabores que se exhalan, se transpiran y se exudan fuertes, además de metabolizarse de un modo perezoso. Duran en el cuerpo. Es eso lo que me sucede: el ocaso del domingo me dura hasta el atardecer del lunes.

Es un día de Temor y Temblor: las amas de casa tiemblan si falta la maestra, tiemblan si falta el personal doméstico, tiemblan si faltan los productos en el supermercado ya que la gente suele arrasar con ellos el sábado o el domingo y algunos hasta el sábado y el domingo, porque no juegan al tenis, ni a las cartas y los libros del estante ya los leyeron todos.

Los lunes hay escasa vida social .Y ni hablar del último lunes del mes. La tarjeta aún no venció y lo que comprás lo pagás el mes en curso.

Un lunes me casé y el viernes ya quería divorciarme.

El sabor del lunes te lo regalo y si se te ocurre retribuírmelo que sea un viernes.

Conozco gente que se acuesta los lunes a las seis de la tarde, previo paso por la glotis de alguna redondita consumida al sólo efecto de apurar el sueño, y comienza su martes a las cinco de la mañana: eso es lo que se llama un día rendidor.

En tono de reflexión me pregunto: ¿se puede esperar algo de un caballero que te invita a almorzar un lunes? Sí, que esté casado al menos con dos mujeres.

¿Y del que te invita a cenar ese día? De ése se puede esperar que "sólo te invite a cenar", que no esté casado pero tenga compromisos varios y si no registró la diferencia de "un lunes" de los restantes días de la semana, es un hombre de escasa o nula sensibilidad. Lo más probable es que si te invita un viernes, que es "el día" te la haga pasar como un lunes, que como ya dije es un día de miércoles.

No recomiendo comenzar a leer justo ese día "La muerte en Venecia" de Thomas Mann, o "El Corazón de las Tinieblas" de Conrad. Tampoco mirar la TV. En todo caso tener preparado un set de películas de Doris Day; day en inglés significa día. En realidad se llamaba Doris Monday. Así como el tenor español Plácido completa su nombre con Domingo. Los hábiles ejecutivos de la Industria acortaron su apellido. El Monday - lunes en inglés- era pianta espectadores.Day, en cambio, puede ser cualquier día, preferentemente no un lunes.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 13.9.09
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