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El último dictador


El general Reynaldo Bignone, de 81 años, es acusado de 56 desapariciones en Campo de Mayo, el cuartel militar que fue el mayor centro de torturas bajo la dictadura militar argentina. 


Fue el último de los dictadores y, antes de entregar el bastón de mando a un presidente elegido democráticamente, Raúl Alfonsín, ordenó incinerar los archivos de la represión perpetrada entre 1976 y 1983.

A los 81 años, el general Reynaldo Benito Bignone se sentó por primera vez en el banquillo de los acusados, al iniciarse el primer juicio oral por las violaciones a los derechos humanos que tuvieron lugar en Campo de Mayo, la unidad del ejército convertida en el mayor centro de torturas y exterminio durante el régimen militar. En ese cuartel desaparecieron unas 3.500 víctimas.

Bignone - apodado Big None por su escasa aptitud -, no está solo en este histórico proceso. También son juzgados en exgeneral Santiago Omar Riveros, sobre quien ya pesa una dura condena por otros episodios aberrantes, el exjefe de la policía bonaerense, el general Fernando Exequiel Verplaetsen, entre otros oficiales de alta graduación del ejército.

Por las audiencias desfilarán 130 testigos y contarán detalles de lo que les sucedió a 56 detenidos por razones políticas en ese campo de concentración ubicado en la periferia de la ciudad de Buenos Aires.

Escenario terrorífico

Campo de Mayo puso en escena con aterradora eficacia la crueldad de la dictadura. Muy pocas personas sobrevivieron para relatar lo que allí sucedió. Esa escasez de testimonios ha dificultado el inicio del proceso que lleva adelante la Cámara Federal de San Martín.

Juan Carlos Scarpati fue secuestrado el 28 de abril de 1977, con ocho balazos en el cuerpo. Permaneció unas tres semanas en estado de coma. Y si no murió fue por el cuidado de una cautiva. Scarpatti logró escaparse y revelarle al mundo el horror de Campo de Mayo, de las torturas y los vuelos de la muerte.

"El traslado era sencillo: subían a 40 o 50 cautivos adormecidos a un camión, que los llevaba hasta la cabecera de la pista del Batallón de Aviación 601, donde los embarcaban en aviones con destino a alta mar. Antes les sacaban la ropa y la quemaban", relató Scarpatti, fallecido antes de iniciarse este juicio.

Bignone y los otros jerarcas nunca se imaginaron entrando cabizbajos a sala de un juzgado, mientras familiares de los desaparecidos levantaban fotografías de las víctimas.

Las audiencias tienen lugar en la Sociedad de Fomento de la localidad bonaerense de Munro. En ese lugar había una cancha de fútbol acondicionada de forma apurada. El lugar elegido da cuenta de una cierta improvisación de las autoridades judiciales, como si, en cierto sentido, no estuvieran a la altura de las circunstancias y de lo que se está juzgando.