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¡Chorros y asesinos!


La bala que atravesó el ojo derecho del futbolista Fernando Cáceres y amenaza con apagar su vida puso otra vez en la escena argentina algo más que un drama personal.
 


Detrás del ataque en la periferia bonaerense al ex defensor de la selección argentina se esconde una trama en la que la inseguridad se alimenta del aumento de la pobreza, el consumo de drogas y la corrupción policial y política.

Pocos días antes de que Cáceres fuera asaltado en Ciudadela, en esa misma localidad asesinaron a un comerciante que se resistió a que le robaran su automóvil.

Según el Ministerio de Seguridad de la principal provincia de Buenos Aires, cada día se roban en la periferia de la capital argentina 85 vehículos. Entre enero y agosto de este año, esa "actividad" creció un 19,5% respecto del mismo período del año anterior. Pero en Ciudadela el aumento fue del 42%.

Los ladrones son apenas el eslabón más débil de dos negocios que relacionan a comerciantes, policías y caciques políticos: la venta de repuestos de automóviles previamente desarmados o la "exportación" de los coches a Bolivia y Paraguay. En el primero de los casos se manejan unos 85 millones de dólares al año.

En un reciente procedimiento llevado a cabo por la policía bonaerense fueron incautadas 14.000 puertas, 6.000 capós, 3.000 paragolpes y 68 motores sin identificación. La cifra da cuenta del volumen de mercado.

En medio de los reclamos de personajes de la farándula - con Diego Maradona incluido - a favor de la pena de muerte, la procuradora bonaerense, María del Carmen Falbo, dijo que el mayor índice de delitos cometido en toda la provincia se registra, curiosamente, en el mismo radio de acción por donde circulaba Cáceres, un lugar donde la distancia entre los barrios de clase media y los marginados se recorre en pocas cuadras. Ese dato llevó a Falbo a conjeturar que la zona "no está bien cuidada". También llamó a preguntarse "por qué no se previene el delito".

Pocas horas después de que el exjugador fuera ingresado en estado crítico en un hospital, el fiscal de Menores, Fabián Hualde, consideraba el caso "aclarado en un 75%". Ezequiel y Toto, dos jóvenes de 15 y 16 años, respectivamente, habían sido reconocidos por tres testigos. 

Aunque éstos se declararon inocentes, fueron internados en institutos de menores de máxima seguridad. Otros cinco mayores sospechosos y también detenidos, fueron liberados.

La base social del espeluznante caso Cáceres responde a causas estructurales en Argentina donde la pobreza golpea al 31,8% y la indigencia al 11,7%. El 60% de los delitos allí cometidos está protagonizado por personas que casi nunca superan los 20 años.

De acuerdo con el criminalista Raúl Torre, las historias siempre se repiten: hay una madre que los abandonó, un padre ausente y falta de alimentación en los primeros meses de su vida. Estos adolescentes apenas manejan un lenguaje de 200 palabras y provienen de entornos atravesados por la droga y el hampa. Naturalmente, no creen en el futuro.

Los episodios protagonizados por menores crecieron un 27,6 % en los últimos nueve años. Un 10% de estos casos implicó a chicos de 9 a 13 años. Solo el 3% contó con la asistencia de un abogado pagado por la familia. Un 60% del total no completó la escuela primaria, un 14% comparte cama o colchón con algún miembro de la familia y el 65% vive en situación de hacinamiento.

En este contexto, el gobernador bonarense, Daniel Scioli, aseguró que "hay un clamor popular" para resolver el problema de la inseguridad con otro rigor. Los agentes de policía, apuntó el gobernador, "deben meter miedo" y "tienen que enfrentarse a los delincuentes y abatirlos".