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Entendemos lo que queremos

Concurro semanalmente a un seminario sobre lectura de textos de literatura contemporánea. Tengo compañeras y compañeros a los que me une un inefable amor a las letras y al sentido y significado de los libros. Gente ilustrada de edades dispares.

Una diferencia destacable es la tradicional ley de la segregación urinaria: mujeres a la derecha, hombres a la izquierda. O al revés. No viene al caso. Lo que sí viene, es el modo dispar de escucha e interpretación de ellas y ellos. Además de que cada uno lo hace según su propio set-up, su propia batería, su oído. ¡Dios mío! Cómo se puede ser tan diferente y gustarnos a todos la literatura es algo que ni la literatura pudo desentrañar.

Al término de las reuniones vamos a tomar un café y a conversar de lo que sea. En una de tantas conté lo siguiente: Una mujer pide un consejo en un correo de lectores de cierta revista masculina. OK, todos escuchan atentamente. El tema es que ella regresa a su hogar en auto, donde estaba su marido arreglando el aire acondicionado. Súbitamente el auto no responde, se atasca y los frenos dejan de funcionar. Deja el auto a un costado de la calle. Prefiere regresar caminando. Cuando llega, encuentra a su marido enfrascado en una jovencita de veintitantos, no en el arreglo prometido. Como está literalmente devastada, le pregunta a Juan, el que firma el correo de lectores qué debe hacer.

Juan le contesta. "Querida lectora: Si a poco de andar un auto detiene su marcha, existen múltiples causas, no sólo se debe a un problema de frenos, aunque no lo descarto. El motor pudo haberse recalentado, enviando menos presión de nafta a los inyectores. Muchas veces el cable de la batería produce un falso contacto, dando por resultado la detención del mismo. Por eso le recomiendo hacer una profunda revisación del automóvil cada tres meses. Tanto si lo usa como si permanece detenido. Espero haber sido de utilidad. Juan".

Mis amigas se rieron inmediatamente.

Un varón de la mesa me preguntó: ¿Y? ¿Dónde está la gracia? Enseguida se puso a discutir con otro que apostaba a la mala calidad del líquido para frenos, que según parece viene adulterado últimamente, mientras él sostenía que era altamente probable que la mala instalación de la batería fuera la causante de este inconveniente.

Pensé y pienso que si los muchachos no comparten el humor de las mujeres son parte de un problema. De mi problema y el de más de la mitad de la humanidad.

Otra compañera recomendó usar, por el alto contenido de proteínas, zinc, hierro y magnesio la levadura de cerveza VIRGEN en polvo.¡¡Vamos, ¿en qué quedamos?!! Dijo sonriendo el mejor lector de todos nosotros.

Una tercera habló de cierta sublime poetisa. La palabra poetisa ya está dotada de un fuerte sello de literaturidad. El compañero que tenía al lado escuchó petisa, palabra horrible si las hay.

Yo misma cuando alguien mencionó a Evo escuché Eva, ya que recordé mi segundo nombre y el de mi prima.

Recuerdo que en otra oportunidad una amiga habló del alejamiento de su pareja ocurrido en un hotel de Córdoba. Alguno repitió al modo de Borges: Notable, romper con una pareja en un hotel alojamiento, notable.

El último que transcribo de una extensa lista : "Me importa un pito que Román (Riquelme) sea serio, mientras le pegue a la pelota". Ella escuchó: me importa un pito que Ramón sea sirio, mientras no sea un pelot...

Es una mesa grande, abundan los ejemplos que he ido recolectando a lo largo de años. No es que todos los accidentes hayan ocurrido en una sola reunión. De otro modo seríamos una manada de bobos ¿O una monada de nabos?

En La historia del Cerco de Lisboa de J. Saramago, texto con el que iniciamos el curso que ya termina, cuando los cruzados deciden ayudar al rey de Portugal Don Alfredo de Henriques a recuperar la ciudad en poder de los moros, Silva el protagonista traductor, introduce la palabra "no" alterando radicalmente el sentido del libro. Resulta entonces que los cruzados "no" ayudaron a los portugueses a conquistar Lisboa y a los que concurrimos al grupo nos dejó una flor de impronta, más allá del género al que pertenecemos. Muchos, entre los que me encuentro, entendemos lo que queremos, como Silva.

Ya leeremos otros textos que tal vez enderecen nuestro modo torcido de escuchar.Aunque lo dudo; somos humanos, no sistemas programados donde no hay lugar para los equívocos.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 20.12.09
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