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No ¡Llame Ya!


Muchas personas no miran televisión; otras dicen que no miran pero lo hacen ya que suponen se trata de un consumo vergonzante. Obran mal; descubrirían un mundo alucinante sin la ingesta de ningún psicotrópico de venta con receta triplicada.

Hasta podrían no quedar al margen de conversaciones delirantes que la otra gente -que sí consume televisión- suele tener.

Lo cierto es que la TV, más allá de sus contenidos a veces también delirantes, es el medio de comunicación que acapara una buena parte de la torta publicitaria. Dicho esto, me quiero referir a la magia de la TV Compras ¡¡¡Llame ya!!!

Para los que no miran televisión: es un mundo repleto de objetos innecesarios anunciados con un "nunca más usted va a necesitar (cualquier cosa que usted usaba) con esta asombrosa herramienta; crema; gel; bla, bla, bla". En general ocupa la franja de "bien entrada la noche" o la de "aún no despuntó el día" para decirlo en modo caserito. Justamente los productos que publicitan están destinados fundamentalmente al hogar y al cuidado personal.

Por ejemplo, jugueras que para lavarlas necesitás un día y medio, panquequeras que si no sos un Chef Cordon Bleu recibido en un curso de El Bulli y dictado por Ferran Adriá, se te quedan pegados en el techo y organizadores de zapatos para guardar debajo de la cama. Claro que tenés que mandarte a hacer una cama de tres metros de altura; con las "standard" no funciona.

Lo que más disfruto es la foto del antes y el después de tomar un polvo milagroso para adelgazar o de usar alguna crema ídem para planchar arrugas de la cara o aclarar manchas oscuras de la piel. Ese milagro tiene nombre: Photoshop.

Disfruto un poco menos los largos reportajes mal guionados de un señor que pregunta a famosos en decadencia, cómo hicieron para seguir siendo la estrella rutilante de espléndido cuerpo que continúan siendo. Eso es un mundo bizarro ideal para combatir el insomnio. Es como Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll (Dogson), sólo que en sistema PAL-N, que es la norma de televisión de la Argentina. Por ahora.

De todos estos sobrenaturales productos hay uno referido al cuidado personal, que no puedo dejar de ¿admirar?: es un cinturón vibroactivo para masajear y construirte un nuevo cuerpo. De todos los "shapers" (formadores en inglés), el Easy shaper, el Milagro shaper y el Mitómano shaper, éste me hace desear ¡ojalá fuera cierto! En mis clases de gimnasia, cuando el profesor dice: ¡Muévanse vacas, vamos, arre! este shaper está presente en mis abdominales, glúteos y en mi transpiración que dice: ¡Odio al entrenador y a los ejercicios! Si tan solo cumpliera con la mitad de lo que promete, este profesor no me ve más el cuero -de vaca- lo juro. Es como una lámpara de Aladino que frotás sobre tus partes problemáticas y te devuelve la zona afectada sin grasa ni celulitis. ¡Vamos!

Si llamás a los treinta y siete segundos y medio para comprarlo -no para hacer preguntas acerca de su fiabilidad- te regalan un premio. El Perfect shaper, que es una faja que prácticamente termina en las amígdalas. He ahí el verdadero resultado del masajeador revolucionario que realiza por vos el trabajo de transpirar, flexionar y tensar abdominales.

Para colmo hace unos meses agregaron a la publicidad una chica cada vez más rellenita, que se pasea por los programas de la farándula en ropa de gimnasia que no la favorece y con voz temblorosa, porque lleva el cinturón puesto, ruge acerca de las bondades del producto.

Personalmente creo que este vibrador portátil -los productos publicitados siempre son plegables, fáciles de usar y de guardar- colocado en el brazo sólo sirve para batir la mayonesa, espesar cremas o sorprender a tu marido con su postre preferido: el omelette surprise que lleva treinta y dos claras batidas a punto de nieve. Incrustado en otras partes del cuerpo, es útil para imitar la voz de la chica, nada más.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 11.4.10
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