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"Otra" hora en el gimnasio

La columna "Una hora en el gimnasio" exploraba sólo un área de las vastas actividades que en ese lugar se realizan. Entrego, en esta oportunidad, un estudio didáctico-descriptivo, no valorativo, acerca de las clases grupales que también se ofrecen allí.   

La sana intención es hacerte ahorrar tiempo, dinero y fundamentalmente paciencia. En la composición de la muestra, el 98% pertenece a mujeres, el 1% a hombres y el resto lo desconozco. Desde que a los abdominales se les dice, según escuché, "las abdominales", prefiero no arrojar denominación alguna, por si vuelven a ser "los abdominales" o se acuña algún término nuevo. Así estamos bien.

Clases de Yoga

Las personas que se inclinan por éstas, antes de respirar correctamente eran contestatarias; hacían un piquete por cualquier cosa al son de Rafaela Carrá en "explota, explota, explota mi corazón". Ahora, dialogan íntima y silenciosamente con su cuerpo, en curiosas posturas llamadas asanas. Predican, entre otros, el Evangelio Hatha, Ashtanga o Yogananada. Cuando te ven nerviosa, se acercan y te hablan a la altura de la axila:

-¿Probaste con yoga? Como si la axila pudiera contestar -¡Noooo!

Naturalmente, comen raro. Si tienen canas, ante la posibilidad de teñirlas, no lo hacen. Se las dejan como si fuera un mechón de finas hebras plateadas y no un cordón de pelo duro grueso e indisciplinado.

Kalistenia

Es un tipo de gimnasia indicada para aquellos que estudian Filosofía y Letras desde siempre; saben griego y no transpiran jamás. Es gente seria, que aunque no advierta resultados en su flexibilidad, fuerza y/o agilidad siguen "al grupo que se armó" y al profesor -siempre-, como a la Filosofía y a las Letras. La música reggae a lo Bob Marley con la que se suele acompañar, los deja sedados. Se quieren entre sí y desarrollan una amigabilidad proclive a las confidencias. ¡Si hasta van a tomar un cafecito después del estiramiento final!

Local latino, Ritmos caribeños, Cumbia

Desde que Tinelli lidera la franja horaria televisiva de las 22.30 con su Bailando, esta rama del movimiento humano ha cobrado sabrosura en nuestras tierras polares. La gente cambia drásticamente una vez que se adentró en Ritmos, como se le dice vulgarmente. La misma señora que ves en el supermercado, vestida con traje sastre, pelo recogido y medias color hueso, cotejando precios que luego entregará a Defensa del Consumidor, en estas clases se transforma. Todas quieren parecerse a Lía Crucet y se saben la letra de "La Güera Salomé", así como te pueden recitar los precios sugeridos de las segundas marcas del atún desmenuzado en agua o en aceite. Particularmente, me avergüenza asistir a esta metamorfosis casi impúdica, como cuando la señora de traje sastre se suelta el pelo, menea sus caderas, guiña un ojo y entona gritando:

-¿Quién se ha tomado todo el vino OH, OH, OH? y lo repite tres veces.

Para mí, que se lo tomó ella.

Pilates

Las que defienden el método creado por Joseph Pilates te miran con superioridad distante. No van a una clase; asisten a un seminario. Creen en "el método" así como los estudiantes de teatro lo hacen con el de Stanislavski. Se dividen en dos clases: las que defienden el suelo sobre una colchoneta y las que prefieren las camas con resortes, sogas y una verduga que más que corregir, te vigila. En el primer caso, cuando el profesor dice: ¡Posición Pilates! -ya todas saben de qué se trata-, funciona como un grito para iniciados. Luego, revisa a la tropa y ordena: ¡Control! ¿de esfínter?, ¿remoto?, ¿de la natalidad? Sigue: ¡Al suelo! Como escucho ¡fuego!, me tiro al suelo y repto hacia la salida.

ABS

Se lo practica sólo media hora, son muy intensos, no sé si efectivos. Para no ahondar más la confusión, diré que se trata de entrenar abdominales. El artículo determinativo corre por cuenta del lector.

En cualquiera de estas clases es muy frecuente encontrar "embarazadas" que hacen gimnasia con gente que no lo está o que aún no se ha enterado. Me dan miedo. Mirá si escupen a la "criatura", me nombran madrina del recién nacido y tengo que hacerme cargo de él, mientras la madre termina su clase. No, no es para mí, trato de alejarme de ellas.

Si yo fuera una Raquel Welch a los veinte años, de verdad no haría ninguna clase de gimnasia y me dedicaría sólo a filmar. Pero, dadas las circunstancias, practico alguna clase de ejercicio, aunque preferiría filmar.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 25.7.10
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