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La jibarización del intelectual orgánico


Según Wikipedia "un intelectual es aquella persona que dedica una parte importante de su actividad vital al estudio y a la reflexión crítica sobre la realidad". Beatriz Sarlo es por lo tanto una intelectual.



Es catedrática de Literatura Argentina en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Hábil polemista, es autora de varios libros y fue directora de la revista "Punto de Vista" desde 1978 hasta su defunción periodística hace unos años.

Dicha revista fue un instrumento de resistencia en los años de plomo, donde la escritora pasó su exilio interior. Políticamente fue militante del PCR (Partido Comunista Revolucionario), una escisión maoísta del Partido Comunista ocurrida en enero de 1968, que entre sus extravagancias teóricas figura, allá por los principios de los 70, la de haber definido los posicionamientos políticos   nacionales como una dicotomía entre pronorteamericanos y prosoviéticos.

De esa forma, el ex presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse, que intentaba cooptar a la Confederación General Económica presidida por el empresario José Ber Gelbard, simpatizante oculto del Partido Comunista, luego Ministro de Economía de Perón, era considerado prosoviético.

Nunca se supo qué reacción tuvo el hombre al enterarse de semejante caracterización, ya que siendo furiosamente anticomunista se definía como el más gorila de los gorilas para disuadir las erupciones violentas de su base de sustentación cuando negociaba con el  General Perón en una pulseada histórica en la que fue ampliamente derrotado.

Del partido cuyo máximo referente es Otto Vargas, Sarlo se alejó hace muchos años, sin poder desprenderse totalmente de su matriz ideológica, pasando luego por variantes de la socialdemocracia. En el 2008, después de treinta años cerró su revista teórica "Punto de Vista."

En una nota de entonces del diario Clarín firmada por Eduardo Pogoriles se dijo: "La decisión de cerrar fue producto de una deliberación colectiva, entendemos que terminó un ciclo y no era posible sostener la dinámica del grupo. Todos suscribimos las palabras de Beatriz en su editorial", dijo a Clarín el subdirector de "Punto de Vista", Adrián Gorelik.

No fue posible hablar con Sarlo, de viaje académico en Estados Unidos. Se sabe que la revista - con un sitio en Internet, (BazarAmericano.com) - vendía 2.500 ejemplares en kioscos y tenía suscripciones de las más importantes universidades iberoamericanas, europeas y estadounidenses. "Fue una empresa formidable que surgió en la oscuridad de la última dictadura militar, tras un antecedente que merece recordarse la revista "Los Libros" que cerró en 1975 y estaba orientada por Héctor Schmucler, Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano.

Una de las pocas ventanas para el debate en la dictadura fue "Punto de Vista", agradecíamos el hecho mismo de su publicación y el coraje de los editores. En la década de 1980 ya era el punto de referencia para toda una franja cultural y política de nuestra sociedad. Para mi gusto, desde la década de 1990 se hizo tal vez un poco hermética", destacó el historiador Luis Alberto Romero... "En la despedida, Sarlo dijo que su revista "fue más que un lugar donde escribir, fue una manera de escribir sobre literatura y política. Por eso será recordada".

Simultáneamente con la lenta agonía de su revista marginal pero prestigiosa, Beatriz Sarlo decidió ingresar en los grandes medios para lo cual tenía que empezar a banalizar su pensamiento.

Un excelente ejercicio fue escribir su página dominguera en la revista VIVA de Clarín, durante la primera década del siglo XXI. Superficiales y frívolos, esos artículos parecían escritos por una nieta de la escritora que no había concluido el secundario. Era la contracara de" Punto de Vista", pero la anorexia intellectual era una forma de pagar el derecho de piso para ingresar a los medios hegemónicos. Y realmente le ha ido muy bien. Es la única intelectual que escribe frecuentemente en los dos principales diarios argentinos.

En "La Nación" lo hace con más habitualidad, y muchas veces en la "Tribuna de Doctrina" sus notas son ubicadas en la portada. No ha llegado a la genuflexión total de Marcos Aguinis, ni la sorprendente jibarización del pensamiento de Santiago Kovadloff, que hasta ha llegado a rechazar el matrimonio igualitario. Beatriz Sarlo es más astuta y junto a apreciaciones discordantes con la línea editorial del diario de los Saguier, como que Julio César Cleto Cobos (a quién caracteriza con precisión como "un extremista de la moderación"), opina que debe renunciar a la vicepresidencia si pretende encabezar la oposición. Todo recubierto de un discurso republicano. Eso la llevó a coincidir con las patronales del campo, con la mesa de enlace y al mismo tiempo con el PCR, su antigua adscripción, que a través de la Corriente Clasista y Combativa confundieron a los productores sojeros con los campesinos chinos, actuando en los actos como peones de las patronales. 

Lo mismo hizo Joaquín Morales Solá, el columnista estrella compañero de Sarlo, en una clara y tramposa manipulación idiomática. La ensayista ha terminado elaborando una nota de defensa de Mauricio Macri, imputándole toda la responsabilidad de su juzgamiento a Néstor Kirchner. En su artículo del 20 de julio en el diario La Nación escribió: "Kirchner ha logrado el procesamiento de Mauricio Macri. Dentro de algunos años, cuando se recuerde este episodio de pormenores deleznables, se dirá que el ex presidente no despreció ningún arma personal, política, económica o judicial. Kirchner desearía un campo electoral donde cada uno de sus opositores entrara al juego manchado por algún tipo de minusvalía... Kirchner es un hombre con objetivos y sin principios que le impidan cualquier maniobra, de cualquier especie. ...De los Macri puede decirse que son realistas. Mauricio se presenta, invariablemente, como un hombre pragmático. Su padre no se presenta así porque no tiene necesidad de autodefinirse, ya que su identidad no está en juego: es lo que es. Mauricio, en cambio, para ser lo que quiso ser desde hace unos pocos años (un político), debió armarse una identidad más allá de los éxitos de Boca Juniors... La falta de experiencia y la idea de que los conflictos políticos se solucionan con "gestión", lo llevaron a imaginar que Kirchner iba a entregarle la Policía Federal aposentada en las comisarías de Buenos Aires. Cualquiera, menos los esperanzados vecinos que lo votaron, sabía que esto no iba a suceder".

Está claro: Mauricio Macri es un muchacho ingenuo que es víctima de un personaje maquiavélico llamado Néstor Kirchner. La estructura de la nota parte de una afirmación categórica, sobre la cual no aporta ningún elemento y que sólo se puede tomar como un dogma. Incluso brilla por su ausencia la confirmación de las irregularidades realizada por la Cámara de Apelaciones. Exactamente lo que necesita el diario La Nación. 

Descartemos que la escritora lo haga por razones económicas. Lo más probable es que la ensayista escriba desde sus convicciones. Pero en ese caso la contradicción es muy fuerte: presentarse como una francotiradora progresista con pasado de izquierda y coincidir habitualmente con el diario emblema del establishment, que sólo abre generosamente sus páginas políticas a quienes le son funcionales, revela que Beatriz Sarlo, después de tantos años, es al poder económico tan funcional como su antiguo partido lo es a la Mesa de Enlace. Salvo que tenga la ingenuidad que le atribuye a Macri y suponga, por ejemplo, que sería posible que un proyecto de reforma agraria que favorezca a los peones sea auspiciado y publicado por la Sociedad Rural.

Ni Macri ni Sarlo son ingenuos.

El espejo y las broncas de Beatriz Sarlo 

En un reportaje de Daniel Link publicado en la revista Radar del 10.8.03, Beatriz Sarlo afirma: "Lo que me intriga es la persona que yo fui, no lo que recuerdo o elijo recordar". En la misma revista, a propósito de su libro "La pasión y la excepción" escribe: "Para alguien como yo, cuya familia participó de la oposición "gorila" al primer gobierno peronista, tanto la figura de Eva como la admiración por el talento maniobrero, la astucia socarrona, las ideas y el carisma de Perón fueron el capítulo inicial de una formación política que implicaba una ruptura con el mundo de la infancia. Ser peronista (significara eso lo que significara) nos separaba del hogar e, imaginariamente, también de la clase de origen".

El espejo que desvela a Sarlo, es seguramente su voltereta de 360° que parte del gorilismo intentó luego en su juventud comprender y apoyar intelectualmente al peronismo en lo que en los setenta se conoció como "la nacionalización de las clases medias. Tuvo luego una trinchera intelectual como "Punto de Vista", para volver ya camino a su séptima década al hogar gorila, ahora representado por el diario La Nación.

Creo que lo que la intriga no es la persona que fue, sino la que hoy es. Una versión módica de Victoria Ocampo.

En la revista Contraeditorial del mes de febrero de 2010 declara: "Yo creo que las sociedades son horribles. Punto. Por eso no soy populista". Es una obviedad. Nadie va a confundirla. Y mucho menos el poderoso olfato de los propietarios del diario La Nación.

La memoria y sus equívocos 

Daniel Link en Radar del 10.8.03 afirma: "Beatriz Sarlo no apela a su memoria ni a la memoria de los otros sino al análisis de los documentos de la época". Sin embargo no suele ser muy escrupulosa con afirmaciones antojadizas. Tres ejemplos tomados al azar. En un reportaje de la Revista XXIII del 5.8.04 reflexiona: "Pero cuando asesinan a Kosteki y Santillán, Duhalde dice: "Hasta aquí llegué". Algo que me evocó, en su momento, la reacción que tuvo Lanusse ante los fusilamientos del 22.8.72 en Trelew. A partir de allí comenzó un acuerdo o diálogo con Perón".

Esta afirmación es equivocada. El 13 de abril de 1971, 16 meses antes de los asesinatos de Trelew, Alejandro Lanusse da el primer paso hacia el Gran Acuerdo Nacional (GAN). Recibe a José Rucci, Adelino Romero y Rogelio Coria y les dice: En este asunto de Juan Perón estoy dispuesto a ir mucho más lejos de lo que ustedes pueden imaginar.

Una semana después, da el segundo paso: envía el Coronel Francisco Cornicelli, hombre de su absoluta confianza, a España a entrevistar a Perón. Fuente Norberto Galasso, "Biografía de Perón".

En su nota de La Nación del 29.4 bajo el título "La batalla cultural" escribe: "El kirchnerismo se ha caracterizado por la riña con el periodismo no oficialista. Sobre esto se ha escrito mucho, aunque nunca será suficiente subrayar su debilidad de principios. Los argentinos vivimos dictaduras militares que liquidaron a periodistas, y esa imagen del pasado es tan horrenda que se la utiliza sin escrúpulos para disminuir cualquier hecho presente. Sin embargo, la libertad de prensa no admita grados: que antes haya sido atacada no disculpa transgresiones, que, frente al asesinato, parecerían menos graves". Sarlo escribe sobre libertad de prensa desde una empresa propagandista y socia del terrorismo de estado, socia del monopolio de papel para diarios y cómplice por omisión de los  asesinatos de periodistas que menciona la ensayista.

Más adelante escribe: "En ese arco, Página 12 se combina dinámicamente con lo que hoy parece ser un centro de dispositivo cultural, el programa 6,7,8, magazine (donde) con cartel francés se luce Orlando Barone (que ha dejado la revista Gente en el pasado para ser columnista de Debate e impávido humorista de la televisión oficial). Otra vez le falla la memoria a Beatriz, o la bronca obnubila su escritura: Barone nunca trabajó en Gente.

En una entrevista en Tiempo Pasado sostiene: "No propongo aplicar un doble estándar, sino una doble mirada que se haga cargo de cuáles eran los valores fundamentales que organizaban todo en el pasado, los entienda, y al mismo tiempo no suspenda los valores del presente, y sobre todo, evitar la operación de mala fe que es no hablar. Para mí la operación de mala fe sería no decir que le pusieron una bomba debajo de la cama a Paula Lambruschini, que tenía quince años, porque nunca entenderemos el pasado si hacemos estos borramientos". La bomba debajo de la cama no es a la hija de Lambruschini sino al jefe de policía Cesáreo Cardozo, ocurrido el 18.6.76 y atribuido a Ana María González. Lo de Paula Lambruschini sucedió el 1.8.78, cuando una bomba destinada a asesinar a su padre, afectó a dos edificios.

Tantos descuidos se contradicen con sus exigencias con acontecimientos históricos. En una charla en el ciclo ADN cultura, del 21.11.07 expresó: "La recuperación de la ESMA, por ejemplo, fue muy importante pero no me gustó el estilo con el que se presentó en 2004; fue un estilo amnésico que afectó a centenares de personas que participaron del juicio a las juntas militares".  Es correcta la apreciación de Sarlo pero forma parte de su permanente malestar no sólo con el estilo sino también con los contenidos del kirchnerismo. Ya en el 2004, en el reportaje citado de la revista XXIII manifestaba entre simpatía y curiosidad hacia Duhalde de quién sostenía: "es el político para analizar en los próximos años", al tiempo que minimizaba al kirchnerismo.

Así sobre las medidas económicas tomadas afirma "provienen de Lavagna, un hombre de Duhalde". De Kirchner sostenía "que se está acercando al demonio del Pacto de Olivos". Seis años más tarde, Duhalde es un hombre respaldado por los sectores más conservadores desde la Sociedad Rural a Jorge Bergoglio propulsado por Clarín, cuenta con la mirada indulgente de La Nación, los medios que le abren sus páginas a Sarlo. No es una casualidad. Sarlo tiene un lenguaje más refinado que el brutal de los medios hegemónicos. Un envoltorio distinto para un contenido similar.

Otro ejemplo de sus transgresiones módicas, siempre alineadas con los medios hegemónicos que la contratan, son sus declaraciones acerca de la ley de medios audiovisuales en Contraeditorial de febrero del 2010, polemizando con el licenciado en filosofía Ricardo Forster: "Estoy completamente en desacuerdo con sacar una ley contra el Grupo Clarín, que fue aliado de Kirchner. Estoy en desacuerdo con la oportunidad de la ley, pero no estoy en desacuerdo con sus criterios generales".

La jibarización del intelectual orgánico

¡Qué salto el de Beatriz Sarlo! De la marginalidad cultural, directora de un medio valorable pero de escasa inserción, a ensayista estrella de los medios hegemónicos. Y de ahí a postular un discurso republicano basado en la division de poderes, la pureza de las formas, la preocupación por la pobreza y los derechos humanos.

Y en algún momento, cuando Beatriz Sarlo quede sola frente al espejo, un cierto rubor acudirá a sus mejillas. Lo hace desde medios que siempre han sido golpistas como La Nación, cuyo fundador arrasó las provincias del norte argentino con coroneles que no tenían nada que envidiarles a Camps y Echecolatz y dirigió los ejércitos en la guerra de la Triple Infamia que arrasó al Paraguay. O que junto a los dueños de Clarín se quedaron con el monopolio de Papel Prensa, mientras predican la libertad de mercado, con manejos infames.

No fueron sólo cómplices, sino parteros y socios del terrorismo de estado. A lo que se suman las adopciones irregulares de Ernestina Herrera y el escamoteo para dilucidar si sus hijos adoptivos son de padres desaparecidos.

Si Sarlo decide postular su independencia, sería interesante que trate estos temas en los medios hegemónicos en los que escribe, que actúan como un partido político y cuando se sienten desenmascarados se refugian en la libertad de prensa.

Beatriz Sarlo es una intelectual inteligente, más allá de sus apreciaciones erróneas. Pero tener un cerebro grande alimentado con una buena formación, cuando hay que adaptarlo a un cráneo pequeño, que ese es el tamaño del establishment, obliga a una jibarización del cerebro y un adelgazamiento importante de la densidad del pensamiento.

Como dijo hace muchos años Arturo Jauretche: "En lugar de adaptar el sombrero a la cabeza, se decide que la cabeza se adecue al tamaño del cráneo".

Kovadloff, Aguinis, el rabino Bergman, ya lo hicieron viniendo del campo laxo y resbaladizo del progresismo y no tienen retorno. ¿Beatriz Sarlo estará definitivamente cooptada?

Es altamente probable que la contestación sea afirmativa. Intentar ser una remake de Victoria Ocampo es caro, aunque ésta nunca intentó hacer análisis político, tal vez más consciente de sus limitaciones.

Sería otro lamentable ejemplo de la jibarización del intelectual cuando  pasa a ser orgánico del establishment.