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Una película comprada en la calle


Soy socia de al menos cuatro videoclubes que me mantienen informada, vía e-mail, acerca de las películas recién llegadas, como el pájaro carpintero de la publicidad, en su segunda serie recientemente estrenada.

Un día de la semana pasada, cuando ya mi cabeza y la casilla de mensajes se encontraban al borde del estallido - cosa que además, por si no me doy cuenta, también se me avisa - bajé a la calle a tomar un refresco de vida real y pensar en el artículo que habría de escribir. No me decidía aún entre "Cómo ser feliz, sin ser feliz"; "Cómo orientarse en la vida sin un GPS" o "Cómo iniciar un negocio por Internet sin saber encender una computadora".

No se debió a la contingencia del encuentro, sino a la realidad del acontecimiento que a la segunda cuadra me topara con el vendedor de películas truchas perteneciente a la vereda impar de la avenida donde vivo. El hombre, como el mismo pájaro carpintero, ni bien aparecí, desplegó un: "Mirá lo que llegó, mirá lo que tengo, si no mirás te mato, si no mirás te mato". Como soy miedosa, no sólo miré sino que le compré una.

Levantar la mano 

En la vida cotidiana existen actos que no deberíamos hacer, pero cada tanto los hacemos. Que levante la mano quien en algún momento no dijo, señalando el cielo: -¡Uyyyy, un Ovni! y aprovechó para colarse en una fila. O extendió impulsivamente la mano hacia un cuadro, aún cuando se pudiera leer "No tocar" en los cuatro costados, o arrancó, ante la ausencia de miradas, la hoja de una revista prestada en un bar con un artículo para leer después, en casa, tranquila, recostada sobre la cama. Ya pueden bajarla.

La compra de DVD truchos es uno de estos actos. Y aunque la "advertencia" con la que se inician - que no admite avance rápido - nos haga jurar que siempre es la última vez que lo hacemos, ya tenemos la respuesta que esgrimiremos ante el FBI. Yo les voy a decir que pensaba que esas siglas significaban: Fuerza, B---udos, Irrecuperables y que apoyo incondicionalmente ese movimiento.

Sé que el vendedor callejero no tiene la culpa de que sea moda entre los directores de vanguardia que los cinco primeros minutos de un film tengan solamente imágenes sin diálogo. Por caso, veo un chico o una chica -no se distingue bien- que camina hacia algo indefinible - que podríamos llamar cosa o casa -, unas aves revoloteando - no me animo a decir que se trata de gallinas - y escucho un ruido, como si fuera una tos fuerte que adivino procede del chico o chica. No mucho más tarde se despeja la duda: el que grabó la película estaba muy resfriado.

¿Por qué tengo que esperar cinco largos minutos para saber en qué idioma me vendieron la película? Cinco minutos en lenguaje cinematográfico representan una jornada laboral de siete horas sin almuerzo incluido. Con almuerzo y sobremesa más.

Incomprensible y difuso 

Si cuando comienzan a hablar te sorprende un idioma extraño -porque el tradicional inglés o francés no se escucha por más que tu dedo se canse de pulsar esas opciones y no lo logre ya que nunca se grabó- como por ejemplo el uzbeco, no te asustes. Todavía cabe la posibilidad del subtitulado en español. Si esto no sucediera significa que el muchacho te estafó y eso es horrible, ya que sólo podés pensar que te vio la cara de... y eso es doblemente horrible.

Cuando el diálogo es en español ibérico sin subtitulado la cosa empeora. Recién a los treinta y cuatro minutos tu oído se acostumbra a esa melodía llena de "eshes", al menos yo escucho eso y ni hablar ni entender cuando la cosa va de jerga. De verdad me hago más a la "idea" de la película, a una cierta mirada que al registro de la misma.

Y me dejo guiar por la sombra oscura, que es la de un cuerpo que se levanta porque no le gusta la peli - me doy cuenta de esto, porque es la que molesta una sola vez ya que no regresa -. No me dejo influir por la sombra de quien debe ir al baño, que es la que vuelve a la butaca y molesta a todos los de la fila y a vos cada vez que ponés la película. O sea, molesta siempre. Lleva el "fastidio a los demás" a una expresión imposible de calcular.

¿No podrían decirles: "Señores, estamos grabando, por favor, que nadie se mueva, que perjudica a los demás?

Cuando se atasca el DVD en el último tramo, justo cuando se va a descubrir quién la mató, si ella vuelve con él o si el héroe gana la batalla, y aparece el mensaje "No- Disc", pensás en serio que sos una digna representante del movimiento FBI.

Lo mejor es apagar el reproductor, pasar a la televisión y mirar algún programa de predicadores brasileños donde la gente habla de sufrimientos más intensos que el tuyo.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 15.8.10
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