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Andanzas y tardanzas de películas de Video Club


La semana pasada esta columna se explayó acerca de los problemas que acarrea mirar películas compradas en la calle. Esta vez, lo hará respecto de las que se alquilan en un video club.


Un vez que elegiste la película del catálogo, tenés que comunicarlo a un representante oficial del Video Club. Con suerte, luego de treinta y tres minutos atienden el teléfono.

- Esperá que me fijo... Y te deja otros treinta y tres minutos, ni uno menos, de plantón, mientras escuchás cómo despacha otros films que también te hubiese gustado mirar. Lo más probable es que el DVD que querés ya esté reservado y que en la lista de espera ocupes el mismo lugar que los minutos de tardanza telefónica, o sea el puesto número treinta y tres.

-No, no la tengo.

-¿Qué tenés?

-Mejor pasá y te fijás vos.

-Bueno; no voy a pasar.

Y llamás a otro video club donde minutos más, minutos menos, se repite la misma mecánica: Llamás, esperás, recibís un No por toda respuesta y cortás.

Finalmente, -ya que es una ecuación comprobable aquella que dice que "es necesario pertenecer a al menos cuatro videoclubes para encontrar la película deseada o alguna afín un sábado a la primera noche- existe una copia.

-¿Me la mandás por favor?

-Sí. El reparto a domicilio comienza a las 20.

Te organizás, hacés todo lo que debías hacer y a las 19.30 te internás en tu hogar, por si llega antes. Estás pendiente de ese "timbre" durante tres horas, que es el mismo margen que se toman los supermercados. Cada tanto te parece que oís el sonido característico de tu propio "llamador" -es el del vecino- no hablás y respirás bajito para no molestar a tu escucha. Esta actitud expectante te altera más, si esto fuera posible.

Ah sí, este Video Club cuando promete cumple... a las tres horas. La recibís a las 23, que es como ir al cine a la segunda función de la noche; cosa que evitás ya que te dormís. Los inconvenientes no terminan en ese momento. Hay que pagar.

-¿Tenés cambio?- decís.

-¡Ni ahí! que vos inferís significa "No".

-Te pago mañana, cuando la venís a buscar.

-Imposible, no la retiramos, sólo entregamos la película.

Juntás unos "Lecops" que te quedaron del 2002, algunos centavos de dólar de tu caja de numismática y cien gramos de jamón crudo -del bueno- y se lo entregás.

-Somos vegetarianos.

-¿Todos?

Lo llaman por un handy. -Dejá, por esta vez la pagás cuando la devolvés.

Querías verla pero no a esa hora, cuanto más que al día siguiente, que es domingo, ¡vas a salir de tu área para ir a la otra punta de la ciudad!

Pensás en la palabra "zona" e inmediatamente insertás el DVD en tu flamante reproductor multizona, que acabás de comprar aprovechando las 25 cuotas sin interés. Funciona.

Eso sí, tenés que esperar los avances publicitarios de las futuras películas que ese sello distribuidor y su fusión con otros estrenarán hasta el 2012.

Fuiste a la cocina a preparar un café. Cuando regresás, la película ya comenzó. No importa, habías leído la sinopsis. ¡Años que no te acostabas a las tres de la mañana sin salir de tu casa!

Correcta entrega 

No siempre la película que te envían coincide con la que pediste. La gente entiende que los muchachos del video, ante la demanda, confundan estuches. Yo no. Sólo lo comprobás después de atravesar "todo lo que no quisiste saber antes de mirar la película" y te encontrás con una triple condicionada. Llamás, y cuando al fin te contestan le preguntás:

-¿Joven, usted por quién me ha tomado?

-Por los del décimo A.

-Pero si es un matrimonio mayor.

-Por eso.

Devolución  

La devolución de la película requiere precisión, como la línea de montaje del fordismo. Si es domingo, el Video Club abre desde las 20 hasta la una de la madrugada. En invierno, a las ocho te metés a la cama para terminar de leer los diarios, algún libro, mirar la película de tu primer casamiento -en VHS- o volver a la única película que compraste legalmente: "Por fin viuda". Si es verano, a esa hora todavía estás en una quinta y casi seguro que a la vuelta te encontraste con un embotellamiento. Nunca llegás antes del cierre. El lunes comienza tu otra vida y te olvidás de la película, hasta que te llaman y te preguntan si querés seguir mirando la que alquilaste hace una semana. Además te recuerdan que debés pagar los siete días que el film pasó en tu casa.

Muchas veces me pregunto si no es mejor ir al cine. Y me respondo que para ir al cine hay que vestirse, arreglarse y hablar con gente conocida en la cola. Eso sólo lo voy a hacer cuando se estrene una película de la talla de "Sunset Boulevard", mi película favorita.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revsita Domingo; 22.8.10
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